domingo, 25 de noviembre de 2012

The psychedelic flowers

††Yumee Kuran Michaelis†† 

[sebasxciel] YAOI/LEMON +18 

CAPITULO 1 "QUIERO HACERLO MIO"

 Era una noche de verano en el que el cielo no tenía ninguna nube, solo se veía un cielo forrado de estrellas. Un cielo tan bello que ni siquiera el joven conde pudo ignorar. Se encontraba parado al lado de la ventana de su habitación. Estaba tan maravillado con tal espectáculo que no pude evitar dejarse llevar entre sus pensamientos.

*cada día que pasa siento que mi objetivo esta mas lejos, siento que jamás podre vengarme, pero a la vez siento que una parte de mi, desea seguir así*

- Sebastian eres mi única compañía- susurro un triste conde de ojos zafiros los cuales estaban algo brillosos.- que sería de mí sin tu existencia?.

-Bochan, en verdad siente eso- dijo un mayordomo de ojos escarlatas y cabellos negros, totalmente sorprendido al escuchar las palabras de su querido amo, mientras cerraba la puerta de la habitación del pequeño y se acercaba hacia él.

-SEBASTIAN!!... que haces… aquí??!! – exclamo un agitado conde, al ver que su mayordomo se acercaba hacia él, lo que provoco que se sonrojara.

-Bochan solo vine a decirle que la cena ya esta lista- dijo el mayordomo con una leve sonrisa- pero antes de eso, bochan es verdad lo que acaba de pronunciar.

-y…yo no… tengo por qué darte explicaciones- exclamo un enfadado conde, ya sonrojado hasta las orejas.

El mayordomo demonio al notar el evidente enrojecimiento del pequeño, sintió que su cuerpo ya no respondía, solo quería acariciar las mejillas de porcelana y besar los pequeños labios del conde. De esta manera se acerco a Ciel despacio pero con pasos firmes. Ciel al notar la mirada y el acercamiento de su mayordomo quedo paralizado sin poder modular palabra alguna, solo atino a bajar la cabeza para que este no viera su rostro avergonzado, lo cual fue muy difícil de disimular. Sebastian al darse cuenta de la reacción del conde, solo dibujo una sonrisa en su rostro y ya junto a él levanto la barbilla del joven conde para quedar a escasos centímetros de su rostro.

-Bochan no sabe cuánto tiempo he esperado esas palabras-susurro el mayordomo en el oído de su amo, haciendo que este se estremeciera.- no sabe lo feliz que me hace.

-Sebas…-trato de decir el pequeño conde sin poder terminar puesto que sus labios fueron invadidos por los de su mayordomo.

Sebastian comenzó a besar a su amo de una manera tan tierna pero llena de una pasión que ni el mismo podía controlar. Había esperado tanto tiempo esta acción, que sentía que jamás podría despegarse de su amo nuevamente. El joven conde al principio trato de resistirse, pero después de unos segundos se entrego, disfrutando las caricias de la lengua de su mayor.

Pero el joven conde no quiso quedarse atrás y se colgó del cuello de su amado introduciendo su lengua también. Sebastian quedo totalmente sorprendido al ver y sentir la acción de su amo, por lo que no pudo aguantar más y solo lo tomo en sus brazos y lo dirigió hacia la gran cama que los esperaba.

Eran unos besos tan apasionados que en la habitación ya empezaba a sentirse un calor insoportable, sentían que sus ropas estorbaban y que solo sus besos ya no los saciaban.

-Bochan…. quiero… hacerlo… mío- dijo Sebastian mientras besaba el cuello de su amo

-Sebas…tian….deten…te…-exclamaba un agitado conde.

El mayor sin prestar atención a las palabras de su amo, fue sacándole la chaqueta azul que llevaba puesta, dando paso para también desabrochar la camisa del pequeño, que dejaba ver el pálido y suave torso del joven conde.

-Joven… amo… es… usted… irresistible- decía el mayor besando el cuello de Ciel, bajando hasta su pecho, dando paso a lamer los pezones del joven.

Esta acción hizo que el conde soltara un agudo gemido, lo cual lo hizo colocar aun más rojo de lo que estaba. Esto lleno de lujuria al mayordomo, por lo que lamio y succiono con más pasión los pezones del pequeño. El joven conde no paraba de gemir por dicha acción, se sentía tan avergonzado con esto que tapo su rostro con sus manos. Sebastian al darse cuenta de la acción de su amo tomo las manos de este y las coloco en su pecho, para que el joven conde sintiera sus latidos.

-Sebastian, tus latidos están muy acelerados-susurro ciel, extremadamente sorprendido al sentir los latidos de su mayordomo y al notar el pequeño enrojecimiento en el rostro de este.

-Joven amo, al igual que usted siento que mi corazón va a explotar y es de alegría ya que al fin lo tengo en mis brazos.

Ciel al escuchar las palabras de sebastian sintió que no podía mas de felicidad, porque aunque él lo negara había estado esperando este momento más de lo que se imaginaba. Y así, sin más aviso, se abrazo al cuello de sebastian atrayéndolo hacia él y lo beso profundamente. Sebastian quedo más que sorprendido por la acción de su amo pero a los pocos segundos respondió el beso.

Ciel quiso empezar a quitarle la chaqueta a su mayor pero sus manos temblaban de gran manera que le fue imposible.

-Bochan, no se esfuerce-dijo con una voz llena de paz y besando la frente de su amo.
Así Sebastian comenzó a desvestirse comenzando por su chaqueta negra que lo hacía ver muy varonil, siguiendo por su camisa, en este momento Ciel no pestaño ni por un segundo ya que deseaba de gran manera ver el torso de su ahora amante.

Sebastian posicionándose encima del pequeño conde comenzó a besarlo nuevamente, pero esta vez tocándolo en su parte más intima, que a estas alturas ya estaba endurecida. Sin perder el tiempo se abrió paso para abrir el pantalón del pequeño y dejar a la vista su erección.

-Bochan déjeme probarlo por favor- y sin esperar a que este reaccionara, sebastian lo tomo con sus manos y comenzó a lamerlo.

-ahh…sebas…tian…basta….deten…te -decía palabras entrecortadas el joven conde.

-Joven amo, de verdad quiere que pare? –exclamaba el mayordomo con una sonrisa.

El joven conde al no responder dio paso para que sebastian introdujera esta vez el miembro en su boca, haciendo que el pequeño gimiera cada vez más fuerte.

-Ahh…. Sebas…tian…ya no….puedo….mas!!-diciendo estas palabras, el joven conde libero toda su esencia en la boca de sebastian. Y el sin desperdiciar una gota de este liquido se lo trago.

-Delicioso bochan, realmente delicioso- murmuraba en el oído de su amante, con sus ojos extremadamente brillantes.

Para luego dar paso a un tierno beso, en donde sebastian se posiciono arriba de ciel. El joven conde al ver tanta seguridad en su mayor se sintió algo incomodo. Hasta que sebastian pronuncio estas palabras.

-Toqueme bochan- dijo el mayordomo, dirigiendo la mano del pequeño hasta su miembro (que realmente estaba duro), para que el mismo después se bajara los pantalones. Esta era su oportunidad para demostrarle a sebastian que en verdad lo amaba.

Ciel comenzó a masturbarlo con sus pequeñas manos, haciendo que sebastian soltara pequeños pero profundos gemidos. Sin que el mayor se diera cuenta, el joven conde se introdujo el miembro del mayor en su pequeña boca, esto hizo enloquecer al mayor, que en poco tiempo levanto al pequeño para que este no pudiera terminar.

Ya en este momento sebastian abrió las piernas del pequeño y comenzó a acariciar la entrada de este, haciendo que el pequeño se asustara un poco.

-Que vas a hacer?-pregunto un angustiado y excitado niño.

-Estoy preparándolo, para que no le duela. Recuerde que al igual que yo quiero que disfrute lo que estamos haciendo-respondió el mayordomo haciendo que Ciel con estas palabras se tranquilizase.

El mayor se dispuso a introducir un dedo, por lo que el pequeño gemía de dolor y placer, lo movio un buen rato para luego introducir un segundo y más tarde un tercero. Con el joven conde ya listo, Sebastian introdujo de una sola embestida su miembro, para dar pasos a movimientos lentos y profundos que hacían enloquecer a ambos. Ciel después de un rato del vaivén de las caderas de Sebastian ya empezaba a disfrutarlo. Hasta que toco ese punto que dejo deseándolo mas.

-Ahh…sebas…tian….ahí…mas… fuerte- exclamaba ciel al sentir ese gran placer.

Los movimientos de arriba hacia abajo se hicieron cada vez más rápidos y profundos. Sebastian cambio de posición a ciel haciendo que este quedara de espaldas a él, comenzado a masturbarlo nuevamente. Las embestidas se hacían cada vez más placenteras, hasta que ambos llegaron a su límite, derramando toda su esencia.

-Lo amo, bochan-dijo sebastian dejándose caer en la espalda de su amado.

-Yo también-susurro Ciel con una voz que apenas se escucho, pero que Sebastian escucho muy bien.

Ambos quedaron exaustos antes tal ejercicio físico que se durmieron en un abrir y cerrar de ojos.

 
CAPITULO 2 ''ESTO NO ES UN SUEÑO''


Aun no amanecía, cuando el joven conde despertó. Se sentía tan adolorido, como si sus caderas se fueran a partir en dos. Trato de levantarse de la cama, para dirigirse al baño a beber un poco de agua, cuando se dio cuenta de que su mayordomo aun dormía a su lado.


FLASH BACK


-Lo amo, bochan-dijo sebastian dejándose caer en la espalda de su amado.

-Yo también-susurro Ciel con una voz que apenas se escucho, pero que Sebastian escucho muy bien.


FIN DEL FLASH BACK

Al recordar lo sucedido la noche anterior, el joven con no pudo evitar lanzar un profundo suspiro de alivio y satisfacción al darse cuenta de que lo que había pasado entre él y su mayordomo no había sido un sueño o algo que haya inventado su subconsciente.

*Lo… hicimos… ahora le pertenezco y el a mi*-pensaba el conde, para que luego su mejillas se tornaran de un color rojizo.

Trato de levantarse de la cama pero algo lo tomo de su muñeca y lo hizo volver a ella, era su mayordomo que lo había tomado, para que el conde no se alejara de él.

-bochan, no se valla- decía un adormecido mayordomo, acercándose a los labios de su amo- aun nos queda tiempo antes de que amanezca.

-Sebas…tian solo quiero ir al baño-le respondió el conde, algo hipnotizado al ver los labios de sebastian tan cerca de los suyos.

-Si es asi lo acompaño-dijo esto, al mismo tiempo que solto la mano del menor y levantándose de la cama prosiguió a seguir al joven conde.

-no es necesario que vengas conmigo sebastian-exclamo el menor algo enfadado ante la reacción del mayordomo- no es que me vaya a perder.- dijo esto último de una manera un poco burlesca.

El mayordomo solo se limito a mostrar una sonrisa, haciendo que el joven conde se sonrojara.

Ya en el baño Ciel bebió tanta agua como pudo, puesto a que el ejercicio físico realizado hace algunas horas antes lo había dejado más que sediento. Mientras tanto sebastian en ese momento se encontraba duchando. Ciel no pudo contener las ganas de ver a su mayor en la ducha, por lo cual comenzó a espiarlo. Le era tan irresistible ver como en el cuerpo del demonio se formaban una especie de pequeños ríos de agua caliente, que recorrían todo el bien formado cuerpo del mayor. Estas imágenes le causaron una gran excitación al menor, y sin que se diera cuenta su miembro ya se encontraba erecto ante tal espectáculo.


POV. DE CIEL


Ya en baño trate de solo limitarme a beber agua, para luego ir a acostarme a dormir nuevamente. Mi cuerpo me dolía como nunca, pero quería ese dolor… quería que se quedara grabado en mi para siempre, porque era la única manera de darme cuenta de que lo que hicimos no había sido un sueño.

Ya estaba nuevamente sumergido en mis pensamientos, hasta que escuche a sebastian el cual estaba bañándose, al principio no le di mucha importancia ya que era normal el hecho de que quisiera bañarse por lo que sucedió hace algunas horas atrás. Cuando ya estaba decidido a irme a la cama, algo en mi no quiso abandonar esa habitación, mi cuerpo caminaba solo hacia donde se encontraba sebastian, y fue cuando lo vi. Su cuerpo estaba completamente mojado, su piel era tan palida, su torso se veía realmente perfecto, mi vista solo seguía los pequeños ríos que se formaban con el agua caliente, y que iban desde su rostro a recorrer todo su cuerpo hasta perderse en su entrepierna, quede totalmente maravillado y excitado con tal espectáculo y esa excitación también se hizo presente en mi entrepierna.


FIN DEL POV DE CIEL.


Sebastian siempre supo de la presencia de su joven amo y de cómo lo espiaba pensando de que él no se había dado cuenta. Trato de reprimir esos sentimientos de querer tomarlo y hacerlo suyo nuevamente, pero no pudo, toda su fuerza de voluntad fue derrumbada al darse cuenta de la excitación de su amo, y sin esperar mas lo atrajo hacia el de un brazo quedando los dos a escasos centímetros.

-Sebastian… que haces… me estoy mojando- decía el joven conde, sonrojado hasta las orejas.

-Bochan, perdóneme pero esto usted lo provoco- le respondió para luego después dedicarle una sonrisa.

-Como que yo….??!!- trato de responder el conde ante las acusaciones de su mayordomo, pero fue interrumpido por el.

- Además no podemos dejar esto así-dijo el mayor, para luego acariciar el miembro ya erecto del conde, haciendo de que este soltara un pequeño gemido. Un gemido que fue acallado por un profundo y lujurioso beso.

Se notaba la excitacion de ambos (la de Ciel al ver a su mayordomo desnudo y empapado y la de sebastian al ver a su joven amo excitado con él). Sus besos cada vez eran mas profundos, sebastian introducia su lengua en la boca de Ciel, descubriendo todos los rincones de esta y el joven conde solo se dejaba dominar por esta exquisita sensación.
Sebastian comenzó a masturbar a su amado haciendo que este soltara unos profundos gemidos, que hacían enloquecer al mayordomo. Cada vez era más rápido el movimiento de arriba hacia abajo, hasta que el mayor introdujo el miembro de su amo en su boca. El excitado conde solo podía gemir de placer, ya que al intento de hablar, sebastian presionaba levemente con su boca el miembro del joven conde.

-Sebas…tian….ya… no…aguanto…mas!!-gritando esto, libero toda su esencia en la boca de su mayordomo, dando paso a que su rostro se tornara totalmente rojo al ver que su mayordomo lamia su miembro para no desperdiciar ni una sola gota de este liquido, que parecía ser como una droga para el mayor.

-Ahora está se siente mejor bochan??-pregunto el mayor, abrazando a su amado-Es mejor que nos sequemos y usted se vaya a la cama, o si no podría resfriar.- diciendo esto salieron ambos del baño y ya secos el mayor se dispuso a vestir al menor con una camisa de dormir.
Sebastian se vistió y se dispuso a marcharse luego de besar muy tiernamente a su amo en los labios, cuando una pequeña mano lo tomo de su chaqueta.

-Sebastian, quedate conmigo-susurro el pequeño conde con una mirada lastimera.

-Bochan, lo siento pero no puedo, ya va a amanecer y debo tener todo listo para cuando usted despierte- respondió el mayordomo, para luego besar la frente de ciel.

-Sebastian, te lo ordeno, quedate conmigo- repitió el conde, con esas palabras que sabia que su mayordomo-demonio no podría negarse, pero sin dejar esa expresión de angustia.

-Yes, my lord- respondió el mayor haciendo una reverencia ante el mas pequeño.

Ciel se corrió hacia el lado para hacerle un espacio en la cama a sebastian, que gustosamente se acosto al lado de su amo. Sebatian abrazo a ciel y este se acurruco en los brazos de su mayordomo. No pasaron ni cinco minutos cuando ambos ya estaban dormidos, el estar juntos les entregaba una paz que nunca habían sentido.

Ciel comenzaba a despertar ante el acto de su mayordomo de abrir las cortinas. El aun adormecido trataba de sentarse en la cama, cuando recordó todo lo pasado la noche anterior y en la madrugada. Se enrojeció tanto que no fue difícil adivinar lo que pensaba. Sebastian al ver la reacción de su amo trato de evitar el tema para que este no se sintiera mas avergonzado de lo que estaba.

-Buenos días, bochan-dijo el mayordomo, mostrando una cara de seriedad y sin ninguna expresión, mientras vestía al conde- el desayuno ya está servido, así que por favor baje al comedor.-y finalizando con estas palabras, se retiro de la habitación.

El joven conde quedo extremadamente descolocado ante la reacción de si mayordomo, ya que había actuado con total frialdad. En ese momento miles de hipótesis pasaron por su mente.


POV. DE CIEL


¿Y si en verdad todo esto fue un sueño? Tal vez ya no le gusto, y prefiere actuar normalmente como si nada hubiera pasado. O… tal vez… nunca me amo…


FIN DEL POV DE CIEL

Ante esta última suposición algo en su pecho sintió romperse, y pequeñas gotas comenzaron a asomarse en sus ojos, convirtiéndose después en pequeños ríos que recorrían sus mejillas.

Sebastian, mientras tanto ya estaba en el comedor. Comenzó a extrañarse en porque su Ciel se demoraba tanto en bajar al comedor, por lo que se dispuso a subir a buscarlo. Ya afuera de la habitación de su amado, escucho unos sollozos provenientes de ella. Sintio que su corazón se apretó al darse cuenta que esos sollozos provenían de su amado conde, y de un solo golpe abrió la puerta de su habitación para encontrarse con su amo sentado en la cama llorando como si el mundo se le fuera a acabar.

-bochan!... que es lo que pasa?- pregunto un agitado y preocupado mayordomo, mientras se acercaba a él.

Ciel al darse cuenta de la preocupación de su mayordomo, solo bajo la cabeza y entre sollozos le pregunto:

-sebastian, tú en verdad no me amas cierto?-al desir esto su corazón parecía que se iba a romper

-bochan, pero que está diciendo?-respondió el mayor, tratando de acercar su mano a la cabeza del pequeño, pero sin tocarlo.

-Entonces es cierto, tu no me….- no pudo terminar sus palabras, cuando sintió que sus labios habían sido invadidos por lo de sebastian, los sentía tan cálidos y llenos de tanta ternura.

-bochan, no vuelva a pensar en eso- le dijo el mayordomo, secando las lagrimas de su amo- Yo lo amo, asi que por favor no lo dude nunca.

Ya en la tarde el joven conde se encontraba en su estudio firmando unos papeles de la fábrica, cuando sintió que un carruaje se acercaba a las puertas de la gran mansión. Desde la ventana Ciel veía como Sebastian se dirigia a recibir las visitas. Se trataba de Lady Elizabeth que había ido a ver a su prometido.

-Sebastian, quiero ver a mi Ciel, ¿puedes traerlo por favor?-le desia una ansiosa niña de ojos esmeralda y cabello rubio.

-Claro, señorita Elizabeth- haciendo una leve reverencia preparándose para subir las escaleras, pero se detuvo al ver que su joven amo ya venía bajándolas.

-Cieeel!!!- grito la niña abalanzándose sobre los brazo de su prometido- te he extrañado mucho.

-Lizzy, que haces aquí?- le pregunto el joven conde luego de que ambos deshicieran el abrazo (a Ciel no le gustaba que la pequeña niña lo abrazara, pero como él era un caballero jamás los rechazaría). Esto hizo enfadar al mayordomo, ya que no soportaba que nadie tocara a su amado, pero como claro esta debía disimularlo ya que al fin y al cabo la señorita Elizabeth era su prometida.

-Vine a verte mi querido Ciel, soy tu prometida así que tengo el deber y la obligación de enterarme como estas- le respondió la pequeña con una gran sonrisa- además vine a jugar contigo.

-Lo siento Lizzy pero estoy muy ocupado ya que tengo mucho trabajo, así que hoy no podre jugar contigo- dijo el conde con cierta indiferencia y volteándose para volver a su estudio.

-buahhh…!!!!! Ciel porque eres tan malo-gritaba y lloraba la niña ante el rechazo a su petición.

Ciel se voltio, le acaricio la cabeza y le susurro en el oído- Otro día jugaremos te lo prometo.
En este momento Sebastian ya no podía aguantar más sus celos, lo único que deseaba era que ese pequeño estorbo, (así era como veía Sebastian a Elizabeth) se fuera de la mansión y que nunca volviera, y su deseo se cumplió Lady Elizabeth se fue en su carruaje algo avergonzada por las palabras de Ciel que le había susurrado, no fueron las palabras las que la avergonzaron si no la cercanía que tomo Ciel para decírselas.

Ya lejos el carruaje de Lady Elizabeth, Sebastian borro su sonrisa la cual había estado fingiendo todo el tiempo que estuvo la niña y se dirigió al estudio del conde, abriéndola de un solo golpe, que hizo saltar al joven conde.


CAPITULO ~ 3 ''Celos''

 
-Que ocurre, Sebastian?!-dijo molesto el conde ante la intromisión del mayor- que manera es esa de en…..

Ciel no alcanzo a terminar la frase cuando sus labios fueron fuertemente invadidos por los de su mayordomo. Sebastian se había aproximado hasta el sin que este se halla percatado.

El joven conde sorprendido ante la situación trato de separarse del mayor, pero sus frágiles brazos no fueron lo suficientemente fuertes para separarse de este, y sin poder hacer nada mas, solo se dejo llevar por los exquisito y apasionados besos de su amado.

Sebastian con fuerza tomo en brazos al pequeño conde, para luego sentarlo sobre el espacioso escritorio. Comenzó a quitarle la chaqueta verde musgo que llevaba de una manera bestial (que hizo asustar un poco al menor)

<<¿Que es esta sensación? , no me gusta, ¿Por qué siento este dolor en el corazón?, ¿Por qué Sebastian se comporta así?>>

Sebastian sin dejar de besar sus labios que estos simplemente eran como una droga a la que quería ser adicto por siempre. Comenzó a desabrochar la camisa del conde, arrancándosela haciendo que los botones de ella salieran disparados hacia todos lados.

No alcanzo a realizar nada mas, ya que este acto hizo a Ciel volver en si y con todas las fuerzas que tenía empujo al mayor.

-Que es… lo que haces?!- pregunto agitado y con una expresión llena de temor.

Sebastian al notar la expresión de miedo en su amo, un temblor recorrió su cuerpo, sintió como algo se quebraba dentro del, algo que solo sentía cuando veía a su amo sufrir, ni siquiera con sus amados gatos sentía esa angustia. Sebastian quiso acariciar la mejilla de Ciel.

-Bochan, perdóneme, me descontrole le juro…..

-¡Urusai! No quiero oírte- dijo el pequeño conde, golpeando la mano de Sebastian antes de que este pudiera tocarlo, cuando unas pequeñas gotas comenzaron a brotar de sus azulados ojos.

-Pero…

-¡Sal de mi estudio! No quiero verte en este momento.

-Bochan… por favor perdóneme, pero es que verlo con la señorita Elizabeth, y que usted le susurrara en su oído, me hizo enfurecer de gran manera, fue una sensación que nunca antes había sentido.-se disculpaba completamente afligido el mayor.

-Pero eso no te da el derecho de tratarme así!-grito el conde mientras lloraba cada vez mas fuerte- Ahora sal de aquí, es una orden.

-Yes, my lord-y sin decir una palabra más se dispuso a abandonar la habitación.


_____



Ya era de noche y Ciel ya se encontraba en su habitación. No había visto a Sebastian desde su discusión en el estudio. Mientras el ojiazul esperaba a que Sebastian viniera a bañarlo y a vestirlo, pensaba en lo que había sucedido en la tarde.

<<Sebastian en verdad estaba celoso (un leve color carmesí invadió las mejillas del joven conde), no debí tratarlo así, ahora no se cómo lo mirarlo a la cara>>

En ese momento entra Sebastian haciendo una pequeña reverencia.

-Con su permiso bochan.- el tono y la expresión de Sebastian eran demasiado serios.

-Adelante

-Le preparare el baño, para que luego se acueste

Después de bañarlo y vestirlo el azabache se dispuso a acostar a Ciel. Este pensó en ese momento, que Sebastian diría algo para que las cosas se arreglaran entre ellos, pero no fue así. Sebastian termino de arreglarlo y se dirigió a la puerta, no sin antes darle las buenas noches con una pequeña reverencia y salió de la habitación.

Ciel se sentía a morir de tristeza, creía que todo lo de ellos había acabado, solo por su culpa y su maldito orgullo.


___




Sebastian se apresuro lo que más pudo para llegar a su habitación ya que sentía que si no lo hacia regresaría a la habitación de su amo y se lanzaría a besarlo y abrazarlo, pero el al mismo tiempo sabia que debía dejar pasar un poco el tiempo para que a su amo se le pasara todo el enojo que sentía hacia él.

Ya en su habitación cerró la puerta sin seguro, se saco su chaqueta negra, la corbata y se abrió algunos botones del cuello de su camisa. Luego se recostó en su cama, en lo único que pensaba era en su amo en lo perfecto que era su cuerpo, en como lo hipnotizaba con su olor, definitivamente era como su droga personal.

En eso estaba cuando de repente sintió unos pasos, se levanto rápidamente de la cama, cuando la puerta se abrió se llevo una gran sorpresa al ver que era nada más y nada menos que su joven amo.

Estaba solo con su camisa de dormir, sus ojos estaban llenos de lagrimas, que al ver a su mayordomo brotaron aun mas.

-Joven…amo que hace…aquí?-pregunto el desconcertado azabache.

-Sebas….tian, sebas…tian…yo…yo- susurraba entre sollozos el pequeño, sin poder decir palabra alguna.

Sebastian sonrió tiernamente y sin decir nada más se acerco al menor y lo abrazo. Ciel se aferro a su camisa arrugándola como si esta se le fuera a escapar. Sebastian tomo el mentón del ojiazul con su mano para que este lo mirara a los ojos y con la otra mano limpiaba las lágrimas que caían de los azulados y enormes ojos del conde.

-Bochan, no llore mas, yo siempre estaré con usted.

-Sebastian no te apartes nunca de mi lado, por favor.
-Jamás me iré de su lado, por eso bochan, no quiero que nadie lo toque, usted es y será solo mío

Terminado esta frase, Sebastian comenzó a acariciar la mejilla del ojiazul, para luego besar tiernamente los labios de Ciel. El cual acepto abrazándolo por el cuello y enredando sus dedos por la suave cabellera del azabache.

-Bochan, lo amo, no lo olvide nunca-dijo luego de haberse separado por unos segundos de su boca.

Ciel ante esta declaración, ya no sentía el dolor en su pecho, se sentía muy tranquilo y en paz al lado de su mayordomo. Estas palabras ya las había escuchado antes, pero seguía sintiéndolas como si fuera la primera vez.

Esta vez Ciel tomo la iniciativa y beso al azabache, haciendo que este se sorprendiera por unos pocos segundos. Pero poco le duro ya que lo tomo en sus brazos haciendo que Ciel lo abrazara de las caderas con sus piernas. Lo apoyo en la pared dando paso a unos besos más y más apasionados.

Ciel comenzó a sentir la dureza en el pantalón del mayordomo, a lo que su miembro también respondió. Rompieron el beso un momento para tomar un poco de aire, sus respiraciones estaban muy agitadas.

Sebastian sin dejar que Ciel se bajara de sus brazos comenzó a besar su cuello haciendo que este soltara unos pequeños gemidos, que volvieron loco al mayor, para luego besar nuevamente los labios de su amo. Lo llevo hacia la cama y lo dejo caer suavemente mientras el se sacaba la camisa y Ciel por su lado miraba atento los movimientos de su mayordomo, sus ojos observaban detenidamente todo el sensual y varonil cuerpo del mayor hasta que se detuvieron en su entrepierna.

-Sebastian, te ayudo-le dijo mientras le desabrochaba el cinturón de su pantalón y se lo abría

Sebastian al sentir como las pequeñas manos del menor rozaban su miembro lo dejaron totalmente enloquecido. Ya no aguantaba más deseaba sentir el cuerpo de su amo, deseaba besarlo y acariciarlo.

Sebastian esta vez desvistió totalmente al ojiazul. Comenzó a besarlo en el cuello haciendo que este soltara unos leves gemidos, bajo más hasta encontrarse con sus pezones, los pellizcaba, los lamia, los succionaba haciendo enloquecer al menor de excitación.

-Ahh sebas…tian

Bajo aun mas hasta encontrarse con el miembro ya erecto del joven conde, lo tomo entre sus manos y como si este fuera un dulce muy delicioso comenzó a lamerlo.

-Ahh… Sebas…tian…no puedo…más.

-Espere un momento joven amo estoy recién comenzando- dijo el mayor con una sonrisa en
sus labios.

Luego introdujo el miembro en su boca provocando que el ojiazul soltara unos gemidos
muy profundos y fuertes. El vaivén de abajo hacia arriba, hacia gemir aun mas fuerte a Ciel, de no ser por que las paredes eran lo bastante anchas, se gemidos se hubieran escuchado en toda la mansión

-Ahh… Sebas…tian…no puedo…mas!!-gritando esto al último, Ciel derramo toda su esencia en la boca de su amado.

Para Sebastian era imposible desperdiciar ese tan preciado líquido así que se lo trago sin desperdiciar una sola gota.

Ciel después de haberse recuperado unos segundos comenzó a acariciar el miembro de Sebastian haciendo estremecer a este, le bajo los bóxer y dejando a la vista la gran erección del mayor la comenzó a lamer para luego introducirlo en su pequeña boca.
Sebastian sentía que ya no daba más la pequeña y estrecha boca de su amado era simplemente perfecta y antes de que él se diera cuenta su esencia fue liberada en la boca de ciel. Era primera vez que el terminaba en su boca.

-Bochan!!... lo siento mucho

Ciel trago ese liquido magistral haciendo que Sebastian quedara más que sorprendido.

-No tienes porque disculparte

Sebastian atrajo a Ciel hacia él y después de abrazarlo comenzó a besarlo de una manera apasionada pero gentil a las vez, se notaba el amor que sentían el uno por el otro.

-Sebastian… quiero que me hagas tuyo de nuevo-susurro el ojiazul sonrojado hasta las orejas

-Lo hare mío cuantas veces usted quiera-le susurro en el oído con una sonrisa de alegría para luego besarlo en la frente.

Sebastian comenzó a acariciar la entrada de Ciel haciendo que este se estremeciera y dio paso a introducir un dedo provocando que el menor soltara un pequeño gemido de dolor y gusto puesto a que aun no estaba acostumbrado, luego de un buen rato introdujo un segundo y un tercero.

Sebastian viendo que su amo ya estaba listo lo acomodo dejando las piernas del ojiazul a la altura de sus hombros para luego introducir de una sola embestida su miembro en la entrada de Ciel, el vaivén de caderas era realmente exquisito ambos gemían con una pasión y una lujuria que era muy difícil no envidiarlos. Siguieron así un buen rato hasta que ninguno de los dos pudo más.

-Ahhh…Sebas…tian no… puedo…mas!!!

-Ahhh…juntos… ahora…bochan!!!

-AHHH!!! (Juntos)

Sebastian derramo toda su esencia dentro de Ciel y este encima del mayor. Ambos se dejaron caer sobre la cama de Sebastian exhaustos. Sebastian salió del ojiazul y comenzó a besarlo tiernamente.

-Te amo… Sebastian no lo olvides nunca.

-Yo lo amo mas bochan

Ambos se abrazaron fuertemente como previniendo que ninguno de los dos se escapara y así se quedaron profundamente dormidos.

 

CAPITULO 4 ~ "APARICIÓN"

 Un suave aliento nocturno, una brisa mortífera, que ni siquiera el hermoso cielo nocturno pudieron acallar. Ideas amargas y obscuras se hicieron presente en esa gran mente retorcida, que solo caminaba por una noche sin fin recordando lo observado unos minutos atrás y tratando de calmar sus ansias de sangre.


Flashback


-Ahhh…Sebas…tian no… puedo…mas!!!

-Ahhh…juntos… ahora…bochan!!!

-AHHH!!! (Juntos)

Sebastian derramo toda su esencia dentro de Ciel y este encima del mayor. Ambos se dejaron caer sobre la cama de Sebastian exhaustos. Sebastian salió del ojiazul y comenzó a besarlo tiernamente.

-Te amo… Sebastian no lo olvides nunca.

-Yo lo amo mas bochan



Fin del flashback



Jamás pensaron siquiera, que esa mente retorcida los estaría observando, cautelosa y sigilosamente, esperando el momento oportuno para atacar. Pero ese no era el día, debía prepararse y prepararles una increíble sorpresa que los hiciera retorcerse de dolor.

Llevo su brazo derecho hasta su boca y con un rápido gesto mordió su muñeca hasta sangrar, esta la derramo frente a la mansión escribiendo las iniciales “S x C”, dando aviso a que su venganza había comenzado. Para luego desaparecer entre la obscura noche.



_________



-Sebastian, que ocurre?- pregunto el ojiazul luego de despertarse y ver que el azabache se encontraba frente a su ventana, con una mirada muy seria.

-No es nada, bocchan- respondió este saliendo de su trance, regalándole una sonrisa amable a su amo- creo que es hora de ir a dejarlo a su habitacion, usted debe descansar, además si seguimos asi ‘’ellos’’ comenzaran a sospechar (por ellos se refiere a Maylene, Finnian y Bard).

Ciel solo lo observo, el no quería irse pero esta vez acepto, era cierto lo que decía Sebastian si seguían asi los sirvientes comenzarían a sospechar y eso no seria bueno. Además, el seguía en la habitación de su mayordomo, al percatarse de ese pequeño y gran detalle sus mejillas se tornaron de un rojo carmesí que le fue imposible disimular.

Sebastian al notar el sonrojo de su amo no pudo evitar sonreir, era algo que en verdad le gustaba ver, a su amo avergonzado hasta el punto de que sus orejas se tornaran rojas.

Sebastian comenzó a acercarse a la cama donde se encontraba su querido bocchan, sigilosamente casi como imitando a un gato, Ciel al percatarse de la situación no se le ocurrió nada mas, que esconderse bajo las sabanas blancas, haciendo que Sebastian sonriera aun mas, esto en verdad le gustaba.

-Bocchan no se esconda, vamos muéstreme su rostro.

-No quiero!!

Al lujurioso mayordomo no se le ocurrió nada mas, ni nada menos que jugar un poco con el ojiazul, ya que este sabia del temperamento de su amo y sea como sea lo haría salir de su escondite por su propia voluntad.

-Ahh… bocchan cuando lamia sus pezones se veía realmente bello y cuando comencé a lamer su pe…..

-Que estas dicien…..!!!!!- grito ciel luego de salir entre las sabanas, para ser sorprendido por el apasionado y lujurioso beso que su mayordomo le entrego, haciendo estremecer al pequeño.

-Ahh bocchan, usted sí que es un chico precoz-decia con una sonrisa bastante lujuriosa.

-Cállate… y tu sí que eres un mayordomo pedófilo-le respondió sin mirarlo a la cara.-bueno, ya es hora de que me vallas a dejar a mi habitación.-dijo mientras extendía sus brazos para que Sebastian lo cargara.

-Yes, my lord- realizo una reverencia, para después cargar al ojiazul.

Ya en la habitación de ciel, Sebastian se dispuso a cambiarle la camisa de dormir, por otra limpia pero al desvestirlo no pudo evitar detenerse al ver el cuerpo desnudo del pequeño, sus ojos comenzaron a tornarse de un intenso color rojizo, que comenzaron a gravar cada parte del cuerpo del menor, este al ver la reacción del mayor se sintió avergonzado y trato de hacer despertar al azabache de su trance.

-Sebastian, tengo frio.

-Lo lamento bocchan- se disculpo el mayor tras despertar de su trance- es que ver su delicado cuerpo, me hace perder la cabeza.- respondió formando una sonrisa en sus hermosos labios.

-Ttkss…. No digas tonterías…. Y vísteme luego.

-No digo tonterías bocchan- respondió, mientras se acercaba al ojiazul, haciendo que este se recostara por completo en la espaciosa cama.

-Q…Que haces…?.

Sebastian solo ignoro la pregunta del ojiazul, ya que comenzó a lamer y mordisquear el lóbulo de la oreja del menor, para luego bajar hasta su cuello y terminar besando sus labios.

-Como le dije bocchan, no digo tonterías- le susurro en el oído, luego de deshacer el beso.

-Idiota…. deja de… jugar….y vísteme- le respondió el agitado y sonrojado niño tras volver a sentarse sobre la cama.

-Yes, my lord.- dijo, mientras realizaba la respectiva reverencia hacia el menor.

Lo vistió y acomodo en su cama, para luego besar tiernamente su frente y con esto se dispuso a salir de la habitación de su amo, pero fue detenido por la pequeña y delicada mano del ojiazul que se aferro a la manga de la camisa del mayordomo.

-No te vallas aun… quedate hasta que me duerma- dijo, sin mirar la cara del azabache.- apartanose a un lado para que Sebastian se acostara con el.

-Yes, my lord- respondió ante la petición del ojiazul, realizando la habitual reverencia.

Sebastian se recostó al lado de su amante, mientras que Ciel no hallaba que hacer estaba tan contento por su reconciliación, que casi no pudo dormir de la felicidad, sin mencionar también que estaba mas que avergonzado, puesto que se encontraba al lado de su mayordomo y el amor de su aun corta vida y todo este conjunto de emociones se vieron reflejados en las delicadas y palidas mejillas de porcelana del muchacho.

Sebastian al percatarse del notorio tono carmesí en las mejillas de su amo esbozo una leve sonrisa y de un solo tiron acerco a ciel a su lado haciendo que la cabeza del ojiazul quedara ensima de su pecho. Y asi ambos se quedaron dormidos.


En la mañana Sebastian como de costumbre se despertó primero que ciel y sin que este se despertara salió de la habitación, para realizar las tareas de la mansión.
Comenzó limpiando la cocina, luego el la sala, el estudio, la biblioteca y cuando se dispuso a limpiar el jardín la imagen de que encontró hizo que su expresión cambiara a una totalmente obscura y seria sus ojos comenzaron a brillar de un color carmesí intenso. Eran las iniciales “S x C” con sangre, su mirada fue interrumpida cuando se dio cuenta de que ya era casi la hora de despertar a su amo y sin que nadie se diera cuenta comenzó a limpiar las manchas de sangre, definitivamente su amo no debía saber lo ocurrido.






Pasaron dos semanas luego de la reconciliación entre Ciel y Sebastian. Todo seguía como siempre maylene corriendo por la casa y tropezándose con todos los muebles y alfombras de la mansión, Finnian jugando con pluto, Bard queriendo quemar toda la cocina y tanaka-san como de costumbre con su respectivo té y sus eventuales risas.

Esa mañana, Ciel recibiría una visita de su prometida, algo que en verdad le daba dolor de cabeza y que a su mayordomo no le agradaba en lo mas mínimo ya que de tan solo ver que la pequeña niña de cabellos dorados, se acercaba a su Ciel, a el le hervía la sangre de gran manera, pero claro como un buen mayordomo-demonio debía disimularlo.

Los celos de Sebastian no le eran indiferentes a Ciel es mas el disfrutaba mucho ver al azabache reaccionando de esa manera, adoraba hacer enojar al mayor ya que luego las reconciliaciones rebozaban de fogosidad y lujuria. Pero como también es claro, el no podía dejar de actuar como siempre, como el niño terriblemente orgulloso al que no le importaban ese tipo de “insignificancias”.

La pequeña Elizabeth debía llegar a eso de las doce del dia y como es de costumbre Sebastian debía tener listo todo antes de que la señorita llegara, no porque le agradara atenderla bien si no porque era solo un simple mayordomo-demonio.

Eran las once y media de la mañana y Ciel se encontraba en su estudio leyendo y firmando unos papeles de préstamos que le fueron solicitados, otros de la fabrica phantomhive y asi un sinfín de papeles que a el le resultaban bastante latosos, pero que los manejaba a la perfeccion, cuando suena la puerta.

-Adelante.

-Con su permiso, solo vengo a avisarle que en unos minutos mas llegara la señorita
Elizabeth.

-Ohh, bien, entonces terminare con esto rápido- dijo el ojiazul sin mirar al azabache, fijando su vista en los papeles que tenia sobre su escritorio, sin percatarse que este se acerco a el quedando a escasos centímetros.

-Espero bocchan, que no realice nada indebido con la señorita Elizabeth-susurro el mayor en el oído del pequeño, haciendo a este alejarse de manera automática.

-Q…Que estas disiendo??!!- exclamo Ciel ante la cercanía y lo dicho e su mayordomo.

-No olvide que usted es solo mio- dijo esbozando una sonrisa en sus labios, a medida que se iba a acercando al ojiazul acorralándolo en su silla, dejándolo sin escapatoria.

-Hablas como si yo fuera un objeto.

-Claro que no joven amo, usted es mio, solo mio y no permitiré que nadie lo toque-dijo, recargando mas la voz en estas ultimas 3 palabras-ademas usted mismo lo ha dicho y me a pedido que lo haga mio.

-Como te atr…

El ojiazul no alcanzo a terminar su frase, cuando sus labios fueron invadidos por los labios de su mayordomo, formando un un beso pasional y tierno a la vez, sus lenguas se juntaban haciendo un verdadero espectáculo, haciendo mas pasional el beso el cual fue interrumpido por el llamado de la puerta. Sebastian estaba disfrutando tanto el beso que le proporcionaba su querido amo, que no se dio cuenta de que maylene se acercaba al estudio.

Rápidamente se separaron, ciel trato de tranquilizar su respiracion un poco cosa que le fue imposible en tan poco tiempo y Sebastian solo lo miraba con unas ganas enormes de reir ante la asustada reacción de su amo.

-Adelante- grito el ojiazul con la la respiración aun un poco agitada.

-Con su permiso bocchan.

-Que quieres.

-Solo vengo a avisarle que la señorita Elizabeth ya esta aquí.

Sebastian realmente sorprendido miro la hora y se dio cuenta de que aun faltaban veinte minutos para que fueran las doce y aun el almuerzo no estaba totalmente listo.

-Gracias maylene, puedes retirarte-dijo el conde regalándole una sonrisa a la joven de cabellos rojos.

Esto molesto un poco a Sebastian, pero no era tiempo para escenas de celos debía terminar rápido con la comida.

-Vamos Sebastian, es hora de que vea a mi prometida-dijo mostrando una mueca de disgusto.

-Yes, my lord.


_________________



Ya en la sala Ciel se encontraba bajando las escaleras cuando un agudo ruido se escucho retumbar en toda la mansión.

-Ciiiiiiieeeeelllll!!!!-fue lo único que pronuncio la pequeña niña de ojos esmeralda, antes de lanzarse a los brazos del ojiazul.

-Lizzy… me… estas… asfixiando!!

-Ohh… lo siento mi querido Ciel, pero es que estoy muy feliz de verte-dijo la niña, para luego besar fugazmente la mejilla del conde, haciendo que este se sonrojara.

Esta acción hizo enfadar realmente a Sebastian que se encontraba parado a unos pasos atrás de Ciel observando en primera fila el beso que la pequeña le había dado a su Ciel, mientras se encontraba apretando su puño derecho asiendo que su guante se rompiera por la fuerza con la que el presionaba.

Durante todo este tiempo Sebastian se percato de que la niña no había venido sola, si no que esta vez venia con su sirvienta Paula, ella ya había venido a la mansión un par de veces pero esta vez ella se veía diferente, tenía una mirada fría y distante ante la situación, pero como ella le era indiferente no le tomo mucha importancia.

-Ciel hoy vine para que me enseñes a jugar ajedrez-dijo esbozando una gran sonrisa.

-Pero, eso es tiempo perdido, jamás aprenderás, es un juego muy difícil para que tu lo entiendas-respondió sin mirar a la pequeña.

-Buuaahhh, Ciel… eres…. muy… cruel!!

-Esta bien, te enseñare- respondió luego de lanzar una suspiro, para luego acariciar la
cabeza de la niña-pero prométeme que no volverás a llorar, ok.

-C…Claro- respondió la niña luego de secarse las lagrimas.

CAPITULO ~ 5 ''P.D. CARTA''

 -Paula, ven acompáñame también quiero que aprendas-dijo la pequeña tomando la mano de la joven que aun se encontraba parada en la entrada de la mansión.

-S…si claro señorita Elizabeth-respondió la chica luego de salir de su trance y dedicándole una falsa sonrisa que solo Sebastian pudo notar.


Pov. Sebastian


Que es lo que le ocurre a esa chica, ja! Por lo visto no es tan amable y honesta como todos creen, pero bueno que me interesa a mí, lo único en lo que debo preocuparme es que ese estorbo no se acerque mucho a mi joven amo


Fin del pov Sebastian


-Cieeeel!!!, vamos, no hay que perder tiempo- expreso la pequeña tomando la mano del conde, para luego dedicarle una deslumbrante sonrisa.

-Ma….Matte….Lizzy- respondió el ojiazul al ver cómo era forzado a subir las escaleras de la mansión, para luego dirigirse al estudio de esta.

-No hay nada que esperar mi querido Ciel, además debemos aprovechar todo el tiempo que estemos juntos- dijo mientras nuevamente esbozaba una deslumbrante sonrisa y esta vez se abrazaba al brazo izquierdo del ojiazul.

Bueno y ya saben cómo debe haberse sentido Sebastian en ese momento. Ya no solamente quería apartar a la rubia de su amado bocchan, si no que ella ya había pasado todas las barreras para que su celos fuera aun mayor, mira que andar tomando las manos del chico que en verdad le pertenecía a él y no a ella, ya que solo ellos solo eran prometidos de palabra. Pero él había visto, sentido y besado a ese pequeño. Si ese niño le pertenecía. Era la primera vez que Sebastian deseaba deshacerse de una persona sin la necesidad de comer su alma. Era primera vez que Sebastian sentía tantos celos, sin poder evitarlos.

-Sebastian!-llamo el joven conde, al darse cuenta de la reacción de su mayordomo cuando la niña de ojos esmeralda se colgó de su brazo.

-Si, bocchan.

Ciel se soltó de los brazos de la rubia con delicadeza y se aproximo a donde se encontraba el mayordomo, indicándole que se inclinara un poco para quedar a su altura y así poder susurrarle estas palabras.

-Adoro cuando te pones celoso, pero aun así no quiero que te preocupes, tú sabes que solo te pertenezco a ti.

Esta última frase hizo que el mayordomo se sorprendiera ya que nunca creyó que su amo fuera tan osado para decir algo así. Y un leve sonrojo se hizo notar en el rostro del mayor el cual disimulo muy bien ya que el único que lo pudo notar fue Ciel que se encontraba a unos cuantos centímetros de rostro.

-ah! Sebastian también quiero que lleves té y algunos postres a mi estudio, entendido?-dijo el ojiazul luego de separarse de su mayordomo, haciendo despertar al mayor.

-yes, my lord.

-Está bien, vamos Lizzy, como tú has dicho no hay que desperdiciar el tiempo que tenemos juntos.

-S…Si!!


Pasaron las horas y aun ambos jóvenes se encontraban en el estudio de la mansión.


-Neehh Ciel, no entiendo!!

-Lizzy, presta atención, es imposible que aprendas si te distraes con cualquier mosquito que aparezca- exclamo el ojiazul, luego de soltar un suspiro-Parece que tenía razón es imposible que tú puedas aprender un juego como este.

-Neehh ciel no seas tan cruel- respondió la pequeña haciendo una morisqueta.-Paula-san tú has podido entender?

-Más o menos señorita, la verdad es que no soy muy buena con los juegos de mesa.- respondió la joven con un tono ligeramente serio.

-Bueno, sea como sea estoy cansado y no quiero seguir con esto.


<<Suena la puerta>>


-adelante!

-Joven amo, siento molestarlo.

-Que quieres Sebastian?

-Lo que sucede es que le ha llegado una carta- dijo, para luego entregarle la carta y quedarse parado al lado del ojiazul como de costumbre.

La carta no decía quien la había enviado y tampoco Sebastian supo quien la había dejado, solo la encontró tirada en la gran puerta de entrada a la mansión. Al abrirla decía << Invadido por el amargo dolor de la soledad, tu sangre impura solo vera la oscuridad y tu sucia alma será extirpada>>.

Era primera vez que al joven conde le llegaba algo así, no sabía si había sido una broma de pésimo gusto o una amenaza en la que debería poner atención. Se dio cuenta que en una de las esquinas de la carta había un símbolo muy extraño tenía cuatro círculos uno más pequeño que otro y en el centro había una gran estrella de de siete puntas, era un símbolo muy parecido al que tenía en su ojo.

-Sebastian, quien ha enviado esto.

-Lo siento bocchan, pero esa carta la encontré en la entrada de la mansión, así que no pude saber quien la envió o dejo allí.-se disculpo el mayor al ver que la cara del ojiazul había cambiado de una total serenidad a una llena de preocupación y frialdad.

Mientras tanto la pequeña de ojos esmeralda observaba la situación, sin entender nada. Que es lo que ha pasado?, Quien envió esa carta? y por qué se la envió a su prometido?.
Eran preguntas que rondaban por su inocente mente.

En este momento Ciel ordeno a Sebastian a que abandonara la habitación, para que así el pudiera hablar a solas con lady Elizabeth. Paula también abandono la habitación unos segundos después de Sebastian pero al cerrar la puerta del estudio, no hayo rastro del mayordomo.


<<Al fin comenzare con mi venganza- pensó la joven esbozando una cínica sonrisa- al parecer no me recuerdas Sebastian querido, era de esperarse ha pasado más de un siglo desde la última vez que nos vimos, ah y claro mi cuerpo no era este. Te hare sufrir en carne propia todo lo que me hiciste sufrir a mí y que mejor platillo para comenzar que tu amado bocchan>>.


-Lizzy… Lizzy.


-Mmm… ah…que??-respondió la pequeña luego de que la obligaran a salir de sus pensamientos.

-Lizzy, lo siento pero se me ha presentado un imprevisto.-explicaba el conde- por lo cual estaré ocupado el resto de la tarde.

-No tienes de que preocuparte, yo se que eres un hombre muy ocupado mi querido Ciel,-respondió la pequeña ante la indirecta del ojiazul- pero no pienses que he quedado satisfecha con lo de hoy, tendrás que enseñarme sea como sea a jugar ajedrez, me lo prometiste.

-Por supuesto… (Suspiro) soy el conde Ciel Phantomhive y como tal, siempre cumplo con mi palabra.

-Está bien, ya es hora de que me valla, por cierto donde se fueron Sebastian y Paula.

-Ah no te preocupes yo les pedí que se retiraran por un momento mientras hablábamos. Pero no te preocupes los llamare enseguida, por lo mientras bajemos al salón, te parece.

-Nhh… Sii.

Ambos salieron de la habitación, caminaron por los pasillos sin decir palabra alguna y llegaron hata las enormes escaleras. Cuando dispusieron a bajarlas, el pie de la pequeña de ojos esmeralda se tropezó con su largo vestido rosa, haciendo que esta se desestabilizara y callese. Pero antes de que pudiera llegar al suelo, el joven conde en un acto para ayudarla, la abrazo haciendo que esta callera encima de su delicado cuerpo.

Mientras tanto Sebastian se encontraba en la cocina preparando la cena puesto a que los sirvientes, se habían marchado a la ciudad para comprar las cosas que hacían falta en la mansión, cuando de pronto escucho un gran estruendo, era Elizabeth que lloraba.


<<Que le pasara a esa niña ahora>>

-Ciel, por favor responde!!, Ciel!!!

Al escuchar que la pequeña nombraba a su amo, algo en el corazón del mayor se apretó, fue como si punzaran su corazón con mil agujas. No pasaron ni cinco segundos, cuando el azabache ya se encontraba en el salón.

Ciel se encontraba en el suelo sin reaccionar, mientras Elizabeth se encontraba arrodillada al lado de su prometido con los ojos llenos de lágrimas. Al darse cuenta de la presencia del mayordomo trato de explicar lo que había sucedido, pero le fue imposible, ya que dichas lagrimas comenzaron a salir con mayor fuerza.

-Ahh… Lizzy… deja de hacer tanto escándalo-dijo el conde recobrando el conocimiento, pero que aún seguía acostado en el suelo.

-Bocchan!, como se encuentra?, se siente bien, le duele algo?-pregunto el preocupado mayordomo que había quedado en estado de shock al ver a su amo tirado en el suelo.

-Tks… no te preocupes tanto solo me caí.

-Ciel!!! Perdóname si yo no hubiera sido tan torpe, jamás te hubieras lastimado.-se disculpaba la pequeña entre sollozos.

Ciel solo se limito a acariciar la cabeza de la pequeña niña, que lloraba a mares sin parar.

-Sebastian, ayúdame creo que me lastime el tobillo.-dijo el menor tratando de sentarse.

___________________


Efectivamente, cuando el médico lo examino, le dio su diagnostico que constaba en un esguince a nivel del tobillo, y que además debería tomar reposo absoluto mínimo por tres días.

Elizabeth y Paula ya se habían marchado hace una media hora. Mientras Sebastian acompañaba al doctor a la puerta, Ciel se preparaba para salir de la habitación en dirección a su estudio para investigar más a fondo la carta que le había llegado hace unas horas atrás. En eso estaba cuando Sebastian entra a su habitación.

-Bocchan, que es lo que hace?-pregunto el mayor, ya sabiendo la respuesta.

-Lo que ves, hay que investigar sobre quien me envió esa carta.

-bocchan tan testarudo como siempre, el doctor le dijo que debe guardar reposo absoluto.

-Sebastian, tu sabes que eso es imposible, sería una gran pérdida de tiempo.

Sebastian comenzó a acercarse a Ciel sin que este se diera cuenta ya que se encontraba de espaldas a él. Cuando ya estaba a escasos centímetros del, lo abrazo.

-bocchan no sabe lo preocupado que estaba?? Jamás pensé que este sentimiento pudiera existir en mí.

Ciel con esta acción demostrada por su mayordomo se sonrojo de gran manera, que le fue imposible pronunciar palabra alguna. Y solo se voltio quedando frente al azabache para luego besarlo en los labios, era un beso tan suave lleno de ternura, que poco a poco se fue tornando mas acalorado.

Sebastian acariciaba el cuerpo del menor, pero se detuvo para tomar con una de sus manos la nuca del menor y con la otra su cintura, haciendo que el beso tuviera más pasión, lentamente introdujo su lengua en la cavidad bucal de Ciel, haciendo contacto con la del menor, acariciándola suavemente. Solo se separaron por unos segundos para tomar un poco de aire, uniéndose nuevamente en el apasionado beso.

Sebastian comenzó a recorrer el cuello del Ciel dejando pequeñas marcas de saliva, daño paso a morder el lóbulo de este haciendo que este se agitara y tuviera pequeños espasmos. Al ver la rápida reacción de su amo Sebastian siguió besando cada centímetro del cuello de Ciel, y luego de quitarle el camisón que tenía que haberse puesto para que el médico lo examinara, bajo hasta su torso y se detuvo para juguetear con sus pezones. Mientras lamia y succionaba uno de los pezones, el otro era pellizcado suavemente con sus dedos. Así estuvo un buen rato, ya que el ojiazul soltaba pequeños gemidos que enloquecían al mayor.

-Ahh… Sebastian... no podemos… seguir… con esto.- decía el agitado conde con palabras entrecortadas debido a la excitación.

-Bocchan no creo… que le ocurra nada a su pie si continuamos.

Luego de decir esto Sebastian bajo hasta la intimidad de Ciel, que aun estaba cubierta con el estorboso pantalón. Luego de quitárselo y quitar la ropa interior de este, se dispuso a tomar el miembro de Ciel con una mano mientras con la otra le daba suaves masajes en la punta de este, provocando que el líquido pre seminal saliera. Ciel trataba de ahogar sus gemidos y Sebastian se dio cuenta de esta acción y en una rápida reacción se introdujo el miembro del pequeño a la boca haciendo suaves movimientos al principio para luego aumentar de velocidad, apretando de vez en cuando con su boca el miembro del ojiazul. Ciel ya no podía ahogar su gemidos que esta vez retumbaban en toda la habitación, es mas en toda la mansión, era una ventaja el hecho de que ninguno de los empleados estuviera en la mansión.

-Ahh…. Sebas…tian…ya…n…no… puedo… mas.

Sebastian haciendo caso omiso al comentario del ojiazul siguió y ahora con más rapidez masturbando y lamiendo el miembro del menor.

-Ahh…Sebastian….me…corroo!!!!

Sebastian aun con el miembro en su boca comenzó a tragar todo el ese liquido magistral para él, pero un hilillo de él se asomo por el extremo de su boca, y limpiándose delicadamente con un dedo elimino todo residuo de su rostro para luego comerlo también.

El pequeño ojiazul solo miraba avergonzado lo que hacía su pareja, aun estaba agitado y excitado, sus mejillas se encontraban extremadamente rojas y su respiración aun no se tranquilizaba.

Sebastian comenzó a quitarse la chaqueta negra que llevaba, luego su corbata en ese momento se sorprendió al ver que Ciel lo ayudaba a desabotonarse la camisa sin embargo como estaban de pie aun, no alcanzo a desabotonar los dos últimos botones que se encontraban cerca de su cuello, provocando que Sebastian dibujara una leve sonrisa de alegría en su pálido rostro. Este lo cargo en sus brazos afirmándolo de su trasero, y haciendo que el menor se abrazara a su cintura con sus piernas, quedando a la altura de su rostro y así poder terminar de desabotonar los dos últimos botones restantes.

Luego de deshacerse de la estorbosa camisa y también del pantalón y la ropa interior, Ciel comenzó a masturbar al mayor con sus pequeñas manos, provocando que Sebastian enloqueciera de placer. Pero su placer fue más cuando Ciel se introdujo el gran miembro del mayor en su boca haciendo suaves movimiento de arriba hacia abajo pero movimientos muy profundos.

Sin que Sebastian pudiera terminar, levanto al pequeño para darle un tierno beso pero lleno de pasión por el acalorado ambiente.

Sebastian nuevamente cargo al pequeño en sus brazos y con un rápido movimiento lo apoyo en una de las paredes de la habitación, mientras besaba a Ciel, introdujo uno de sus dedos en la entrada de Ciel, provocando que este soltara un agudo gemido de dolor y excitación, comenzó a moverlo suavemente y luego fue incrementando la velocidad, luego introdujo un segundo y más tarde un tercero, estuvo así por unos minutos y antes de que el pequeño pudiera terminar, introdujo de a poco su miembro dentro de Ciel.

Comenzó con estocadas cortas y lentas.

-Sebastian…más… rápido.- pedía el ojiazul con los parpados fuertemente cerrados.

Al no negarse ante la petición de su amo Sebastian comenzó a dar estocadas más y más fuertes, Ciel también había comenzado a auto penetrarse, necesitaba sentir ese clímax que solo su mayordomo sabía concederle.

Ciel se abrazo al cuello del mayor tomando pequeños mechones del cabello del azabache y esto le dio oportunidad a Sebastian de soltar un poco al menor y comenzar a masturbarlo.

El calor de la habitación ya se le hacía insoportable. Y luego de unos minutos ambos llegaron al orgasmo, Ciel se corrió nuevamente por segunda vez pero esta vez encima del mayor y este dentro de Ciel.

Sebastian sin salir aun de Ciel camino hacia la cama con el ojiazul aun en los brazos y lo recostó en la espaciosa cama. Ciel se hizo a un lado indicándole al mayor que también se recostara, el cual acepto felizmente. Ambos yacían recostados y Sebastian atrajo hacia si el pequeño y delicado cuerpo del ojiazul, haciendo que este se quedara dormido en un profundo sueño. Pero Sebastian esta vez no pudo dormir ya que pensaba en la misteriosa carta que le había llegado a su amo, no quería ni imaginar lo que se proponían a hacerle, sin duda asesinaría a cualquiera que le quisiera poner un dedo encima a la primera persona que había amado.


~~ CAPITULO 6 SIN MASCARAS ~~

La melodía matutina de los gorriones por la mañana, despertó al joven conde que se encontraba en su habitación descansando luego de la agitada noche que había tenido con cierto mayordomo. Lo habían hecho por horas por lo cual no se dieron cuenta del tiempo.


Lentamente se movía en su enorme cama, refregando sus ojos con ambas manos, mientras emitía pequeños sonidos. Abrió sus ojos lentamente y extendió su brazo derecho para encontrar a la persona con la que había pasado la noche, pero se dio cuenta de que ya no estaba. Trato de sentarse rápidamente pero un agudo dolor en sus caderas se lo impidió, haciéndolo volver a su postura inicial.


Comenzó a masajearse para apaciguar un poco el dolor, mientras lentamente retomaba la acción de levantarse.


Aun estaban cerradas las cortinas en su habitación. Se acerco hacia la enorme ventana de su habitación, para mirar hacia afuera. Al abrirla lo que encontró fue una mañana hermosa, las aves revoloteaban buscando alimento para sus pichones, se escuchaba el sonido que emitían los insectos, mientras el viento pegaba suavemente por las pálidas y delicadas mejillas del joven.


Lentamente Ciel se alejo del ventanal y se dirigió hacia el mueble que se encontraba al lado de su cama, levanto el fino reloj que se encontraba encima de este y al darse cuenta de la hora que era, su cara paso de una enorme paz a una extremadamente seria. Jamás pensó que en su vida dormiría tanto, ya era mediodía y el aun estaba en camisón.



<<Maldito Sebastian, porque mierda no me despertó>>.



Sin esperar más comenzó a hurguetear en el enorme ropero que se encontraba en su habitación, buscando algo que ponerse. No tenía la intención de llamar a su mayordomo, ya que se sentía muy enojado y sentía que si lo veía le lanzaría cualquier objeto que tuviese al alcance de su mano. Su búsqueda se detuvo al encontrar un traje que le gustaba, no tenía nada fuera de lo normal, solo lo eligió al pensar que sería fácil de colocar. Lo aproximo hasta su cama dejándolo encima de esta, mientras comenzaba a sacarse el camisón de dormir.


Mientras tanto Sebastian se encontraba en la cocina preparando el almuerzo. Se había levantado muy temprano, incluso antes de que saliera el sol, no había dormido muy bien por la preocupación. A escondidas de su amo, había tratado de investigar el origen de la carta enviada el día anterior, quedo muy insatisfecho al no encontrar ningún tipo de información relevante y quiso pensar que todo solo había sido una broma de mal gusto.


Sus actividades se detuvieron, cuando escucho un gran estruendo proveniente del segundo piso de la mansión, para ser más exacta, de la habitación de Ciel. Sebastian al ser un demonio pudo identificar al instante de dónde provino el gran ruido. Una gran preocupación lo lleno por dentro y rápidamente tiro encima del mueble el cuchillo que estaba ocupando y en menos de tres segundos se encontraba fuera de la habitación de Ciel.


Ni siquiera se atrevió a golpear, ya que de un solo golpe abrió la puerta. Y lo que encontró, hizo que su corazón comenzara a latir nuevamente y diera paso a dibujar una tierna sonrisa en sus hermosos labios. Ciel se encontraba en el suelo quejándose y masajeándose con una mano la parte alta de su trasero, sus ropas estaban todas desaliñadas. Su camisa toda arrugada, la corbata tenía un pésimo nudo. Lo único que estaba en orden era su pantalón corto.


Sebastian solo miro con ternura y algo de gracia a su amo, que por lo que se veía estaba muy enojado.


-Sebastian, vísteme- dijo el conde, aun sentado en el suelo y sin mirar al azabache.


-Yes, My Lord.


Sebastian se aproximo al conde y lo cargo en sus brazos, dirigiéndolo hacia la cama. Lo sentó y comenzó a vestirlo. Mientras tanto Ciel no le dirigía la vista en ningún momento tratando de ocultar el sonrojo de sus mejillas, acción que fue en vano.


-Sebastian, por que no me despertaste?


-Me disculpo bocchan, pero no creí que fuese necesario puesto a que debe guardar reposo.


-Tskk… tonterías, debo trabajar, esos papeles no se firmaran solos.


-Lo lamento, pero debo insistir bocchan, usted tiene lastimado el tobillo por lo cual debe quedarse en cama hasta que el doctor diga lo contrario.-dijo el Sebastian, para luego esbozar una gran sonrisa- Además ayer tuvimos una noche muy agitada.-esto último lo dijo con un particular tono en su voz, deseo.


Estas palabras causaron que el joven conde se sonrojara aun mas, y en un acto desesperado de ocultar su rostro, se movió rápidamente (eso pensó el ya que con un tobillo lastimado y una intensa noche anterior, no era mucha la movilidad que tenía), para meterse bajo las blancas sabanas de su cama, pero una gran punzada en su pie se lo impidió y un fuerte quejido no se hiso esperar.


-Ahhh!!- se quejo el Ciel, mientras se aproximaba a tomar su pie con ambas manos, el cual se encontraba cubierto con vendas.


-Bocchan, no se mueva!- exclamo el preocupado mayordomo, luego de ponerse de pie increíblemente rápido, para poder aproximarse al lugar en donde estaba Ciel.


-Estoy… bien, no tienes… porque preocuparte.- dijo Ciel, dedicándole una agitada mirada con una mezcla de dolor y vergüenza.


-Como se lo dije bocchan, usted debe guardar reposo.- susurro Sebastian, mientras se inclinaba a la zona más baja de Ciel, tomando el pie derecho de este para luego darle un tierno y profundo beso.


No importo la presencia de las vendas Ciel sentía como ese tierno beso quemaba su piel, su sonrojo ya era imposible de ocultar, ya que el fuerte tono carmesí estaba presente hasta en sus orejas. Su respiración estaba demasiado agitada tanto así que sobrepasaba el doble de lo normal.


-Que dice bocchan, se quedara en su cuarto?? O seguirá insistiendo en descuidar su salud?.- pregunto el mayor cerrando sus ojos y mostrando una tierna sonrisa.


-Por qué siempre haces cosas que me avergüenzan?- refunfuño el ojiazul con la mirada hacia el suelo.


-Solo hago lo que el joven amo quiere.- respondió el azabache, luego de levantarse para quedar a un lado de la cama de Ciel.


-Yo jamás te pedí que me besaras!!!.- exclamo Ciel, tratando de fulminar con la mirada al azabache.


-Jamás dije que lo haya dicho con palabras, pero si lo dijo con su mirada.- dijo Sebastian mientras se inclinaba hacia el menor para luego posar sus labios en los de su amante y comenzar un apasionado beso, que ambos pedían a gritos.




Pov de Ciel




Trate de esconderme bajo las sabanas, me sentí tan estúpido ante esa reacción tan infantil, pero sentir ese deseo en la voz de Sebastian hizo que mi cuerpo se calentara por dentro y no iba a permitir que una vez más me viera en ese estado. Así que gire mi cuerpo para luego cubrirme con las sabanas, apoye uno de mis pies en la cama para darme impulso, pero al apoyar el otro pie, el que estaba lastimado, una punzada extremadamente fuerte en mi tobillo lastimado hizo que mi cuerpo completo se curvara, grite muy fuerte, no sé como Sebastian no quedo sordo ante mi grito, olvide todo la vergüenza, el deseo de mi cuerpo, el hecho de que Sebastian estaba ahí, todo.


Me encontraba sumergido en el agudo dolor, hasta que una Sebastian me dijo unas frases que el realidad no escuche muy bien, lo único que sentí fue cuando el bajo hasta la altura mis rodillas y tomo mi pie derecho con suma delicadeza y lo beso. Mil emociones pasaron por mi en ese instante, creí que moriría de vergüenza, su beso a pesar de las vendas quemo mi piel y yo sin pensarlo solté un leve gemido que para mi fortuna Sebastian no escucho.




Fin del Pov de ciel




El beso se fue tornando mas y mas intenso, solo se separaron para tomar un poco de aire ya que al sentirse recargados nuevamente se unieron, Sebastian se abrió paso en la cavidad bucal del ciel para luego introducir su lengua recorriendo todos los escondites de esta. Ciel tratando de no quedarse atrás en este intenso juego, comenzó a acariciar la lengua del mayor con la suya. Estuvieron varios minutos así, hasta que de un momento a otro Sebastian se separo del menor.


-¿Qué… pasa?- pregunto extrañado tratando de regularizar su respiración.


-Creo que deberíamos dejarlo hasta aquí bocchan, si seguimos no me podre detener y usted debe descansar. Además tiene visitas.


-¿Cómo yo no cite a nadie para hoy?


-¿creo que ella no necesita ninguna cita para venir?-una expresión bastante seria invadió el pálido rostro del mayordomo.


Ciel se acerco rápidamente a la ventana y vio como se acercaba el carruaje de lady Elizabeth, soltó un suspiro y dijo.


-Creo que me será imposible descansar hoy.-se voltio hacia Sebastian y al ver que la expresión de este no cambiaba se acerco a él- Sebastian cárgame en tus brazos.


-Yes My Lord- obedeció sin entender el propósito del ojiazul.


-No tienes por qué preocuparte, tu sabes que Lizzy es como una hermana para mí y sea como sea yo… ya… te pertenezco- esto último lo dijo casi susurrando, provocando al mayor.


Ciel tomo una de las mejillas de mayor y acerco sus labios a los de este uniéndolos en un tierno beso.


Elizabeth había llegado justo a la hora del almuerzo que por cierto se había retrasado bastante por el asunto de Sebastian y Ciel en su habitación. Ambos jóvenes se encontraban comiendo mientras Sebastian y Paula se encontraban parados cada uno detrás de su amo.


-Ciieeel, creo que con esto tendremos que suspender nuestras lecciones para aprender a jugar ajedrez- dijo la pequeña dibujando un puchero en su rostro.


-Bueno, no es algo de lo que te tengas que preocupar, es solo una pequeña lesión la que tengo, te prometo que cuando sane te enseñare.


-Sii!, otra cosa he estado pensando y creo que ya deberíamos colocar la fecha para nuestro matrimonio, no crees?-dijo la pequeña esbozando una gran sonrisa.


Si las miradas mataran como dicen, Sebastian ya habría pulverizado a la pobre de Elizabeth. Pero más que enojado se sentía deprimido, el sabia que tarde o temprano Ciel tendría que casarse con la pelirrubia.


-Pero Lizzy, no crees que aun somos demasiado jóvenes para casarnos?!-exclamo el conde ante la pregunta de la pelirrubia.


-Pero Ciel si nosotros nos casáramos yo podría atenderte todos los días cuando estuvieras enfermo como ahora.-se excuso la pequeña levantando ansiosamente un poco la voz.


-Pero si es por eso, no hay que preocuparse sabes que yo tengo a Sebastian a mi lado.- respondió el ojiazul dedicándole una cómplice mirada a Sebastian.


-Bueno en eso tienes razón, te envidio yo quiero un mayordomo tan eficiente como Sebastian.


-Me alaga Lady Elizabeth, pero yo solo soy un mayordomo.
Pasaron largos minutos en donde Ciel y Lizzy mantuvieron una superficial conversación, relacionada con duques, príncipes, condes y condesas de otras regiones. A Ciel realmente le aburrían ese tipo de conversaciones y eso Sebastian lo sabía.


-Lamento interrumpir bocchan pero creo que ya a estado suficiente tiempo fuera de la cama, recuerde que el médico le ordeno reposo absoluto.- dijo el mayor, mostrando una sonrisa. Sebastian sabía que Elizabeth no se interpondría ante una orden dada por un doctor.


-Sebastian tiene razón he estado mucho tiempo fuera de mi habitación y ya me estoy sintiendo un poco adolorido.-apoyo el ojiazul.


-Entiendo…-respondió la pequeña reflejando un dije de tristeza.


-Pero Lizzy de todas formas puedes quedarte si quieres, puedes jugar con Finían o Maylene- sugirió Ciel mientras se ponía de pie para que Sebastian lo cargara y lo llevara a su habitación.


-Sí creo que eso hare- asintió la pequeña para luego ponerse de pie y tomar la mano de Paula y dirigirse corriendo a la cocina a buscar a Finían o Maylene.


Sebastian dejo a Ciel en su habitación, lo acomodo para que pudiera dormir plácidamente y luego de besar la frente de su amante se dispuso a salir de la habitación, pero se detuvo al sentir como la pequeña mano de Ciel tomaba la manga de chaqueta negra, sonrió deseoso al ver como los labios de Ciel pedían a gritos ser besados por los suyos. Sin poder resistir a la tentación, Sebastian beso apasionadamente los labios de Ciel. El beso fue deshecho por Sebastian al sentir la presencia de alguien acercándose. No sabía ya si era real o simple sugestión por lo ocurrido la vez pasada.


-Lo siento bocchan, lamentablemente tengo mucho trabajo por hacer, además la señorita Elizabeth se encuentra en la mansión, no debemos tentar al demonio- se sintió algo estúpido al nombrarse a sí mismo, en un dicho que usualmente usaban los humanos.


-Tienes razón, puedes retirarte.


-Con su permiso bocchan.-fue lo último que dijo ya que después salió de la habitación.


A pesar de todo Ciel se encontraba bastante cansado por todo ni siquiera había investigado del origen de la carta que le había llegado. No fue lo mucho que pensó ya que cayó profundamente dormido.
Se escucho el rechinido de la puerta abrirse y una delgada figura apareció detrás de ella, tenía cabello medianamente largo castaño, ojos marones y de tez blanca se acercaba al ojiazul, era Paula.


-Así que tú eres el humano por el cual Sebastian se ha vuelto loco de amor, lo lamento por ti pero eres la pieza fundamental para mi venganza, si Sebastian no hubiera matado a mi Adrien nada de esto sucedería.


Mientras tanto Ciel comenzaba a despertar lentamente, Paula al percatarse de esto se transformo en su verdadera forma.


Su cabello se alargo llegando más debajo de su trasero y cambio de color a un tono negro azabache, sus ropas también cambiaron, vestía con un peto azul con negro que dejaba ver el obligo de la chica. En la parte del centro a la altura de los senos tenia hilos que se entrelazaban en zigzag , más abajo usaba una falda muy corta a los lados pero en el centro tenía una especie de tela muy larga que le llegaba mas abajo de las rodillas también de color azul y para terminar usaba zapato de un taco extremadamente alto y fino.


Ciel ya se encontraba totalmente despierto y confundido ¿Quién era esa mujer? ¿y qué hacía en su habitación? Mas fue su sorpresa cuando la mujer que aun no reconocía, comenzó a sacar dos Sais de sus ropas.


-¿Quién eres?, contesta!!- exclamo el conde.


-Ahhh conde, veo que no me reconoce, bueno yo soy Paula la tierna criada de su prometida.-contesto mientras se acercaba Ciel afilando los Sais.- pero conde que importa, si usted en breves minutos morirá.

CAPITULO 7 ~ VENGANZA ~

 Flashback de Paula



-Quien eres?!- pregunto Paula, al percatarse de la presencia del azabache- Quien diablos eres?!!-volvió a preguntar con más fuerza en su voz, debido a que anteriormente el sujeto había ignorado su pregunta.


-Ahhh, que alma más deliciosa llevas contigo mi querida colega- respondió el azabache, observando al muchacho de unos dieciséis años aproximadamente el cual se encontraba al costado de Paula.


El muchacho era bastante guapo, delgado, de tez extremadamente pálida casi igual a la nieve, cabello rubio platinado, que se asemejaban a los rayos del sol. Sus ojos eran de un color verde marino, tenía un atractivo lunar bajo su ojo derecho y media aproximadamente lo mismo que Paula.


-Esta alma es mía mi querido colega, así que por favor desaparece- dijo la morena en tono amenazante.


-Lamento declinar su sugerencia, pero lamentablemente he estado demasiado tiempo sin probar un solo bocado, por lo cual usted se imaginara estoy muriendo de hambre.-termino de decir el azabache para luego sacar cuchillos y tenedores y lanzárselos a la demonio.


Mantuvieron una dura pelea ambos demonios en el aire, mientras el muchacho que observaba desde el suelo. Difícilmente veía los movimientos veloces y las chispas que aparecían debidos al choque de las sais y los cuchillos.


Los bruscos movimientos de los demonios botaban todo tipo de arboles a su paso, uno de estos iba a caer encima del muchacho pero este satisfactoriamente lo esquivo, pero Paula no se percato por lo cual inmediatamente bajo su guardia para localizar a su amo, cuando sintió una fría punzada en sus costillas al costado derecho, luego otra en el costado izquierdo y para finalizar dos en ambos muslos, esto inmovilizo a la demonio que pesadamente callo en el suelo de tierra del ahora devastado bosque.


Inmovilizada por el dolor solo veía como el demonio de cabello azabache y ojos carmesíes se acercaba a su amo y le arrebataba su alma dejando a un lado el cuerpo ya inerte del muchacho.


-ADRIEN!!!- grito la morena con las pocas fuerzas que le quedaban. Mientras pequeñas gotas de agua saladas salían de sus ojos.


Luego de alimentarse el azabache se acerco nuevamente al cuerpo inmóvil de la morena y arranco cada uno de los cuchillos de su cuerpo.


-Ahh por cierto, mi nombre es Sebastian… Sebastian Michaelis.-termino de decir con un tono de sarcasmo en su voz, para luego desaparecer en el frondoso bosque.




Fin de flashback de paula.




Ciel no podía creer la confesión de esa mujer ¿Cómo?, ¿ella era Paula?, ¿Cómo era posible?, ¿su aspecto no tenia nada que ver con la anterior Paula? Pero más importante aun ¿Por qué Paula querría matarlo?


-Así que eres tú la que me envió esa carta- respondió fríamente el ojiazul, disimulando toda confusión que hubiera podido tener anteriormente.


-Que inteligente conde, digno descendiente de los Phantomhive. La verdad es que si, más bien eso fue como un juego para mi, ver detenidamente la cara de preocupación de su querido mayordomo fue algo realmente reconfortante. Pero basta de charlas absurdas-dijo la demonio que con un rápido movimiento ya se encontraba detrás de Ciel tirando fuertemente el azulado cabello del muchacho con una mano y con la otra apuntando firmemente el cuello del ojiazul con uno de sus sais, casi enterrándolo en la delicada y tersa piel del conde- cuanto tiempo piensas quedarme ahí escuchándonos mi querido… COLEGA.


Ciel al verse acorralado unos minutos antes había llamado a Sebastian en leves murmullos para que la demonio no se percatara de la presencia de su mayordomo para cuando llegara.


Lamentablemente Paula era demasiado perceptiva, incluso aun más que Sebastian y eso les había jugado en contra.


Lentamente se abrió la puerta de la habitación de Ciel emitiendo un terrorífico crujido. Al quedar completamente abierta, la imagen vista por ambos (Ciel y Paula) solo reflejaba el pasillo de la mansión vacio, no habían rastros del mayordomo-demonio, ni de ninguna otra persona.


-Por lo visto quieres jugar Michaelis- dijo la demonio, esbozando una terrorífica y tétrica sonrisa.


-Te equivocas- respondió el azabache, que se encontraba detrás de Paula a pocos centímetros de ella.


-Lástima, porque yo tengo unas enormes ganas de jugar.- enfatizo la demonio. Y con un veloz movimiento empujo al conde con gran fuerza, que durante todo ese tiempo había estado guardando silencio, haciendo que este se golpeara en la frente con el borde de uno de sus muebles, provocando una gran herida en su frente y dejándolo inconsciente.


-Bocchan!!!- exclamo el azabache tratando de acercarse al menor, pero le fue impedido por Paula quien comenzó a atacarlo sin piedad.


-Quien eres??!!... Responde!!- exclamo Sebastian, tratando de esquivar las estocadas que la demonio lanzaba.


-Valla, valla, valla… que memoria tan frágil tienes Sebastian- respondió Paula con un tono realmente escalofriante.- hace mas o menos un siglo mi amo y yo éramos tan felices, nosotros al fin habíamos aceptado nuestro amor, habíamos prometido estar siempre juntos- contaba la demonio mientras que con una mano tocaba su hombro izquierdo, aquel en donde alguna vez yacía la marca del contrato con su difunto amo- por lo cual decidimos ir a dar un paseo por el bosque y apareciste tú. Maldito tú mataste a mi Adrien!!! Por eso yo te hare pasar por el mismo sufrimiento que he vivido hasta ahora.- exclamo Paula mientras sus ojos se tornaban rojo sangre.


Llena de resentimiento sus movimientos se fueron tornando más certeros, dejando con gran dificultad a Sebastian ya de esquivarlos. La verdad es que Sebastian podría haberlos esquivado fácilmente, pero en ese momento toda su atención estaba puesta en Ciel.


Ciel poco a poco fue recobrando la conciencia. Cuando ya se encontraba totalmente consciente se percato de la dura lucha en la que se encontraba su Sebastian y Paula.


Veia como los rapidos movimientos de paula comenzaban a asechar a Sebastian. Eran tan veloces que lo obligaron a desprender aquel parche de su ojo derecho que dejaba a la vista la marca del contrato con su mayordomo.


-SEBATIAN ELLA ES PAULA!!- exclamo ciel.


Pero esta declaración no hizo nada mas que distraer al azabache, dándole la oportunidad a la morena de encajar en el cuerpo de Sebastian uno de sus sais.


-SEBASTIAN!!!-gritaba desesperadamente el ojiazul con lagrimas en sus ojos, sin saber que hacer.


El sonido de uno de los sais clavándose en el cuerpo de Sebastian fue un sonido reconfortante para la demonio, que en este minuto ya se encontraba fuera de si, era como si algo la hubiera poseído. Mientras seguia apuñalando el cuerpo del mayordomo sin dañar algún órgano vital, para que este aun no muriera.


En total fueron cuatro puñaladas que Paula le proporciono y cuando iba por la quinta estocada un pequeño y menudo cuerpo se interpuso delante del mayordomo.


-BOCCHAAN!!- grito Sebastian.


El delgado cuerpo de Ciel se interpuso entre Paula y Sebastian, impidiendo que esta siguiera hiriendo al mayor. Propinándole una gran puñalada en su hombro derecho, haciéndolo caer pesadamente en el piso de la habitación, junto a Sebastian.


-bocchan, bocchan!!


Sebastian se levanto lo más rápido que pudo, sin importarle lo lastimado que se encontraba y se posiciono junto a Ciel, limitándose a solo acariciar el rostro del ojiazul, sin saber por primera vez que hacer. Mientras este se encontraba casi inconsciente por el dolor.


-doloroso, no crees mi querido colega. Ver como lentamente muere la persona que amas- se burlaba la demonio, mientras observaba la sangre del conde que había quedado en su arma.


Al ser un demonio y también el hecho no haber dañado ningún órgano vital, las heridas de Sebastian ya casi habían sanado. Muy diferente era el caso de Ciel que era solo un humano.


Sebastian delicadamente tomo en sus brazos a ciel y cuidadosamente lo acomodo en su cama. Sus ojos se tornaron rojos al ver la cantidad de sangre que se encontraba esparcida en el piso.


Una furia endemoniada se apodero de sus sentidos. Nada, nada justificaba el daño que le habia provocado la demonio a su amante.


A paula solo le basto dar un solo pestañeo, para darse cuenta de que Sebastian ya no estaba frente a sus ojos. Desesperada comenzó a buscarlo con la mirada, pero nada. Un silencio ensordecedor se apodero de la habitación.


Gritaba el nombre del demonio pero nada, al voltearse en dirección a la Ciel que aun se encontraba medio incosciente, una pluma negra como de cuervo se abrió paso frente a su mirada.


Al voltearse, no tuvo tiempo de reaccionar ya que Sebastian se encontraba detrás de ella presionando fuertemente su palido cuello. La levanto del suelo presionando cada vez mas y mas fuerte.


Sebastian sabia que los demonios podían estar varios minutos sin oxigeno, es mas casi no lo necesitaban. Pero lo que no podía dejar de funcionar era la circulación de la sangre. La presión que ejercía en el cuello de la demonio era tan fuerte que impedía que la sangre circular para llegar a su cerebro.


-Suel…ta…me mal…dito!! – balbuceaba Paula al verse completamente acorralada.


-Te arrepentirás, por el día en que pusiste un pie en esta mansión.


-Si… no me… suel… tas Elizabeth… y todos… los… demás… mori… ran. Di ordenes… de… que… si me demo… raba mas de… dos horas… los mata…ran a to…dos.- explicaba con gran dificultad.


Pero a Sebastian poco le importaban los motivos ni razones que la morena le daba. Estaba cegado por la ira, iba a matarla sin importar que.


Pero Ciel que aun se encontraba medio consciente la escucho, calculando mentalmente quedaban solo 5 minutos para que las dos horas se cumplieran. No podía permitir que por su culpa mataran a su prima y a sus sirvientes, jamás se lo perdonaría.


-Sebastian, suéltala. Déjala ir.- murmuro el conde con gran dificultad.


-lo siento mucho bocchan, pero esta basura debe morir. Intento matarlo y eso jamás se lo perdonare.- respondió el azabache. Sus ojos brillaban cada vez mas y el color rojo sangre era cada vez mas intenso.


-sebastian!! Dije que la sueltes… es una orden- exclamo lo mas fuerte que su cuerpo y su voz se lo permitieron.


-yes My Lord.


Sebastian que se encontraba de espaldas a ciel, obedeció con mucha dificultad. De verdad quería matarla, su cuerpo se lo pedia, pero su deseo se esfumo al escuchar la orden de ciel.


Cerro fuertemente sus ojos mostrando una expresión llena de insatisfacción, mientras aflojaba la presión que ejercían sus dedos en el cuello de la morena. Era primera vez que odiaba tanto a algún ser. El siempre se había comportado indiferente a todo tipo de cosas o personas.


El cuerpo de la morena cayó pesadamente en el piso de la habitación. Su rostro se encontraba rojo debido a la presión ejercida por el mayordomo.


-ambos son unos malditos cobardes- decía la morena tratando de recuperar el aliento mientras se ponía de pie.


-vete antes de que te mate- dijo Sebastian con un tono escalofriante y frio.


-Está bien, hemos jugado mucho por hoy. – Decía mientras se dirigía hacia el ventanal y lo abría- aunque esto aun no termina- fue lo último que dijo para después lanzarse por la ventana.


Luego de que Paula abandonara la habitación, Sebastian rápidamente se acerco hacia donde había dejado a Ciel, sentándose en la cama, al lado de Ciel. Su rostro ya no reflejaba odio ni ira, sino más bien mostraba un rostro lleno de preocupación.


Ciel se encontraba consciente, pero tenía los ojos cerrados. A pesar de que la herida en su hombro, provocada por el arma de la demonio, no era tan profunda, ni grave, ciel se encontraba demasiado exhausto. Hay que agregarle el hecho de que corrió para proteger a su mayordomo con un tobillo esguinsado.


-bocchan…


-quiero que lleves a Elizabeth a su casa. Quiero que lo hagas tu personalmente.- interrumpió el ojiazul.


-pero bocchan usted…


-hazlo, es una orden. Yo estaré bien no te preocupes.- dijo mientras que con el brazo no lastimado lo tomaba de la corbata y lo acercaba hacia él. Sebastian comprendió inmediatamente lo que Ciel quería hacer y sin esperar más se abalanzo a sus labios.


Sus labios se unieron en un tierno y apasionado beso. Ambos abrían sus bocas buscando desesperadamente las lenguas del contrario, como si uno de ellos fuera a desaparecer. El beso a pesar de toda la pasión que entregaba, era muy delicado ya que Sebastian no quería dañar más a Ciel.


Cuando ya ambos se separaron Ciel le dio a entender con un gesto de que ya era hora de que se marchara, a lo cual este obedeció sin reclamar.


CAPITULO 8 ~ DESEO parte 1 ~


Sebastian en verdad quería seguir acompañando a su joven amo. Mientras caminaba por los extensos pasillos de la mansión, mil y un pensamientos se apoderaron de él, cada uno de ellos dirigido a cómo evitar la orden impuesta por Ciel.


Pero sabía que si tan solo desobedecía dicha orden su contrato quedaría anulado y era a lo que más le temía en el mundo. ¿Temer?. Se pregunto deteniéndose por un vago segundo… si temía. Temía el día en que su amo se alejara de él y sin que él pudiera evitarlo. Si ese día, en algún momento llegaría y seria cuando el debiera tomar su alma. De tan solo pensar en ver el pequeño y delicado cuerpo inerte de su Ciel en sus brazos y saber que el seria el causante de su muerte, provocaba un descomunal estremecimiento en el mayor; un extenuante dolor en su corazón.


Si. En verdad se había enamorado de Ciel. Lo amaba con locura y pasión. Mataría mil veces si fuera necesario para evitar que una sumisa lágrima cayera por sus mejillas de porcelana. Pero… no era eso lo que al principio lo atrajo a él, su sufrimiento, su dolor, su sed de venganza. Si. Pero ahora era todo tan diferente. Amaba no solo su expresión de dolor, de orgullo, de frialdad. Sino que también ahora su precaria alegría, esa alegría que se había obligado a ocultar frente a los demás, pero que no podía engañar a su mayordomo, que seguía cada uno de sus pasos.


Sumergido en sus pensamientos, se dio cuenta de que ya se encontraba afuera de la mansión, a unos cuantos metros de donde se encontraban jugando alegremente Elizabeth, Maylene, Finny, Bard y a unos metros de ellos el anciano Tanaka disfrutando de uno de sus regulares tés, admirando la juventud de sus colegas.


Sutilmente se acerco a ellos, y se dio cuenta de que no había inventado ninguna historia acerca de la rapidez con la que llevaría a Elizabeth a su hogar y de la ausencia de su mucama.


Hizo caso omiso a sus pensamientos diciéndose a sí mismo que encontraría la manera de engañar a aquella niña. No le sería difícil ya que creía fielmente en la inocencia de la pequeña.


Pero todos sus pensamientos fueron pisoteados cuando una cabellera castaña se acerco velozmente hacia la rubia, cargaba una pelota con la que se imagino que estaban jugando, pero eso no fue lo que impresiono al mayor sino que la perteneciente de esa cabellera era nada más ni nada menos que Paula.


Risas de alegría resonaban en sus oídos y una furia inhumana se apodero de él.


Se acerco rápidamente a donde todos estaba jugando, no podía imaginar lo descarada que podía ser ese ser, la maldijo una y otra vez y se maldijo a sí mismo por no haberla matado en el instante en que pudo.


-Sebastian!!- gritaba la pequeña rubia-. Sebastian, como esta mi querido Ciel?- pregunto Elizabeth, con una deslumbrante sonrisa. Pero el demonio no respondió solo se limitaba a observaba fríamente a Paula.


-¿Señor Sebastian, que le acurre… parece enfadado?- pregunto finían preocupado al ver el rostro serio del mayordomo. Esto sí hizo salir a Sebastian de sus pensamientos y volvió su mirada hacia el joven y amablemente respondió.


-No acurre nada finían, no te preocupes.- dijo finalizando con una de sus habituales sonrisas.


-Señor Sebastian… en verdad no acurre nada??.- dijo Paula, demostrando una falsa preocupación que solo Sebastian pudo notar.


Quería matarla, descuartizarla y por ultimo quemar sus pedazos. Pero debía permanecer ahí sereno, evitando toda provocación impuesta por la morena.


En respuesta a la cínica pregunta de Paula solo se limito a asentir y luego se dirigió a Elizabeth.


-Lady Elizabeth, siento interrumpir su alegre juego pero como usted ve se está atardeciendo y el joven amo Ciel me pidió que la llevara personalmente a su mansión y también que la disculpara por no poder despedirse como corresponde.- dijo Sebastian finalizando con su hermosa sonrisa, cerrando levemente los ojos.


-Qué extraño es primera vez que mi Ciel te envía a escoltarme.- expreso algo dudosa la pequeña.


-Bueno pues usted verá él ha recibido muchas cartas de la reina acerca de asesinatos y desapariciones de bellas doncellas, por lo que está un tanto preocupado por su seguridad.-invento rápidamente Sebastian.


-Qué lindo es mi prometido, está preocupado por mi seguridad. Bueno Sebastian nos vamos-respondió alegremente la rubia.


Sebastian tuvo que aguantar todo el viaje hacia la mansión Middleford, con la cínica de Paula y la chillona y sonora voz de la pequeña Elizabeth. Se sentía un poco más relajado ya que sabía que Paula no le haría nada a Elizabeth ya que era su escudo para que Sebastian no la matara.


______________



Al escuchar cómo se cerraba la puerta de su habitación cerciorándose previamente a que Sebastian ya no se encontraba ahí. La precaria y sumisa sonrisa desapareció por completo del rostro de Ciel.


Había estado fingiendo todo el tiempo en el que Sebastian se encontraba a su lado.


La verdad el dolor en su hombro era insoportable y la lesión en su tobillo debía haber empeorado el triple de lo que era al principio. Se encontraba hundido en el dolor.


Trato de sentarse impulsando su cuerpo hacia adelante solo con una mano, mientras llevaba la otra hacia su regazo. Trato de ponerse de pie pero le fue imposible. Apenas toco el suelo su pie lastimado una punzada de dolor se apodero de él.


Se sentía el ser más inútil del universo, si antes estaba molesto por no poder levantarse por una semana con la leve lesión en su tobillo ahora no podría salir de su habitación por lo menos un mes.


Se odiaba por tener un cuerpo tan frágil, siempre había sido así, toda su vida. A menudo lo examinaba madame red por lo enfermizo que era, además de su asma. Pero desde que ella había muerto no quería ver a doctores en su mansión, por eso era su insistencia de demostrarles a todos que en verdad se sentía bien.


Ciel volvió a acostarse y la anestesia natural que todo ser humano tiene (no recuerdo el nombre xD pero existe cuando una persona sufre cualquier tipo de herida, actúa. solo dura unos diez minutos… estudio enfermería por eso lo sé, pero no recuerdo el fucking nombre xD) lo tranquilizo ya no sentía dolor y sumergido en su recuerdos se quedo completamente dormido.


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Ya era de noche cuando Sebastian llego a la mansión corrió hasta la habitación de Ciel, los sirvientes estaban en sus habitaciones, así que les fue imposible saber de la llegada del mayor.


Se detuvo antes de entrar a la habitación y delicadamente giro la manilla de enorme puerta que daba a los aposentos del conde. Asomo su cabeza un poco y vio que su amo yacía inconsciente. Por un segundo se desespero y su corazón casi exploto, pero casi al instante se dio cuenta que su amo solo dormía y este volvió a latir con regularidad.


Cerró la puerta a sus espaldas y se acerco lentamente y en silencio a la gran cama donde dormía Ciel. Se sentó delicadamente a su lado para que este no se diera cuenta de su presencia y observo la gran herida que Paula le había causado. Nuevamente la maldijo cientos de veces.




Pov de Sebastian



Al ver a bocchan en ese estado me sentí miserable. Como era posible que yo Sebastian Michaelis el mejor mayordomo-demonio existente, hubiera podido fallarle tanto a su amo. ¿No se supone que yo debía salvarlo?.


Cuando sentí el sai atravesar la piel y luego la carne de Ciel, se me nublo la razón. Tan solo el simple pensamiento de perderlo me dolía, era algo inexplicable para mí, ya que es primera vez que siento algo como esto. Pero gracias a mi creador o más bien mi padre, soy uno de los tres demonios del más alto linaje, gracias a eso poseo grandes poderes y uno de ellos es la curación. Solo en estas ocasiones me gustaba ser el hijo de lucifer.


Y ahí estaba el, recostado en la enorme cama con su camisón y las sabanas manchadas con sangre. No llevaba puesto los zapatos por lo que pude apreciar una gran hinchazón en su tobillo y un tono amoratado en su fina piel.


Le abrí el camisón despacio para que no se despertara y pude apreciar con mas detalle la herida corto punzante que marcaba su suave y delicada piel.


Era profunda, tal vez muy dolorosa pero al menos no era vital. No había pasado a llevar ninguna arteria gracias a Di…. No espera iba a decir Dios, malditos dichos humanos lo había escuchado tantas veces que sin pensarlo casi pronunciaba esa oración.


Acerque mis labios a la herida y le di el primer beso. Fue corto pero inmediatamente comenzó a surgir efecto. Pero aun no era suficiente quería que sanara en ese mismo momento. Suavemente comencé a besar la parte inferior de su clavícula y escuche un débil gemido de mi amo que recién comenzaba a despertar.



Fin del pov de Sebastian




Un hormigueo mas que placentero fue lo que despertó a Ciel, que deliberadamente soltó un pequeño gemido. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas y no precisamente por fiebre.


Al darse cuenta de la cercania de Sebastian su sonrojo fue aun más notable, se alejo como pudo en dirección a la cabecera de la cama. Sus movimientos fueron extremadamente rapidos y bruscos por lo cayo en cuenta… su hombro ya no le dolía.


Pocisiono su vista en el y no había nada, ninguna marca que pudiera evidenciar que alguna vez hubo una herida en ese lugar. Sin creer aun miro el otro para cerciorarse de no haberse equivocado de lugar y su mirada quedo completamente atónita.


-no se asuste bocchan- dijo Sebastian mientras lentamente se acercaba a Ciel con una sonrisa en sus labios.


-pe… pero como… si yo… estaba herido, Paula me ataco!- exclamo atónito Ciel.


-si estaba herido bocchan y yo lo sane.- respondió calmadamente el mayor- vera gracias a mi linaje yo poseo muchos poderes entre estos está el de curación.


-entonces tu me curaste- murmuraba Ciel cabizbajo con un tono rojizo que le llegaba hasta la orejas- pero como lo hiciste? Digo… en tan poco tiempo.


-gracias a mis besos- respondió el mayor con un dije de lujuria en su voz- pero bocchan permítame, aun no termino.


Tomo el pie del menor con suma delicadeza, quito las vendas que impedían el contacto con su piel con una de sus manos y lentamente comenzó a acercar sus labios. Sus ojos no se despegaban de los ojos de Ciel que lo miraban con inocencia y a la vez lujuria. Una combinación letal, pensó Sebastian. Y beso el tobillo lastimado de Ciel.


Los besos fueron tomando mas pasión, la hinchazón ya había bajado, tampoco estaba amoratado. Había vuelto a su estado normal. Con su tono blanquecino y tan terso como una fina orquídea.


Cuando Sebastian se detuvo se encontró con su amo jadeando, con la respiración entrecortada y el pulso a mil por hora, además de estar más rojo que un tomate. Sus ojos se encontraban entrecerrados y con finas lagrimas que aun no culminaban. Soportaba la mayoría de su peso con ambas manos a los costados de su cuerpo. Su camisón abierto dejaba ver su pálido torso que subía y bajaba de manera irregular.


Sebastian vio un notorio bulto en la ropa interior de su amo. Y se pregunto cuando había sido la última vez que estuvo con su amo. La verdad es que eso ya no le importaba, su cuerpo necesitaba el pequeño cuerpo de Ciel y veía que el ojiazul también lo necesitaba a él.


Fue sacado de sus pensamientos ya que Ciel comenzó a pronunciar palabras realmente llenadoras y excitantes para él.


-se… Sebastian- dirige su vista hacia el lado y jadeante dice- bésame, quiero sentirte.


-que lujurioso se ha convertido bocchan- respondió el mayor mostrado una sonrisa llena de deseo- pero déjeme decirle que aunque me lo dijera o no lo iba a hacer de todos modos. Ya no soporto mas estar sin usted.


Rápidamente se aproximo a Ciel y ambos se unieron un descomunal beso, sus lenguas se juntaron haciendo estremecer a Ciel, y pequeños pero sonoros gemidos emitia con cada roce Ciel. Ambos exploraban la cavidad bucal del contrario en un combate que ninguno podía perder pero ambos podían ganar.


Se despegaron un momento para que Ciel tomara aire. Mientras tanto Sebastian sacaba con sus dientes uno de sus guantes y luego el otro, se saco su corbata y desabrocho los tres primeros botones de su camisa.


Luego impulso el cuerpo de Ciel para que este quedara sentado en su regazo con la mirada hacia la de él. Lo cual el menor aprovecho para entrelazar sus piernas alrededor de las caderas de Sebastian.


Ciel entrelazo sus brazos alrededor del cuello de Sebastian y nuevamente se unieron en un fogoso beso.


Ciel sin despegarse del beso, comenzó a desabrochar la camisa de Sebastian, sacándola y dejando el estructural y muy bien esculpido torso del mayordomo.


Se separaron nuevamente dejando un hilo de saliva entre ambas bocas. Sus agitadas respiraciones se hacían notar, por el vapor que emanaba de sus bocas.


La verdad es que esta era una de las noches más heladas de lo que llevaba el año, pero ni siquiera eso podo apagar el fuego en el interior de ambos amantes.
Se sentían más fuertes que nunca, su excitación ahogaba la habitación.


Sebastian rápidamente comenzó a besar el cuello de Ciel dejando pequeñas marcas de saliva. Entrelazo sus brazos alrededor de la espalda de ciel, para que este pudiera echarse para atrás y así el poder quedar a la altura de su pecho.


Comenzó a besar el torso casi desnudo de Ciel y este emitía sonoros gemidos que excitaban aun más al mayor. Luego con su lengua empezó a dibujar diminutos círculos encima de los pezones de Ciel para después succionarlos fuertemente. Lo que provoco que los gemidos del ojiazul fueran cada vez más fuertes y se estremeciera sin control.


Sebastian de un solo impulso se levantó de la cama con Ciel aun en sus brazos y rápidamente lo apoyo sobre la pared más cerca que hayo para que sus miembros ya erectos se juntaran.


Ciel a sentir el ya endurecido miembro de Sebastian comenzó a frotarlo con el suyo moviendo sus caderas.


-ahh… bocchan, pare por… favor o no podre aguantar… mas- jadeaba Sebastian al sentir el placer que le daba el miembro de ciel.


Pero ciel hizo caso omiso y siguió frotándolo cada vez mas fuerte, haciendo enloquecer al mayordomo.


Sebastian ya no podía aguantar mas y llevo nuevamente a su amo a la cama. Le quito de una vez el camisón que traia el menor, para después desabrochar su cinturón. Pero ciel al parecer estaba mas excitado de lo que el creía, ya que rápidamente se acerco a Sebastian y comenzó a desabrochar su pantalón y se lo bajo junto con su ropa interior. Lo que provoco que una lujuriosa sonrisa apareciera en los labios de Sebastian.


<<valla, parece que ha pasado mucho tiempo desde que no lo toco, bocchan>>


Ciel lentamente tomo el miembro de Sebastian y comenzó a acariciarlo suavemente de arriba hacia abajo. Lo que provoco en el mayor un ronco gemido. Al escucharlo el ojiazul fue tornando su masajes mas y mas duros mientras que con su lengua lamia la punta de este y luego la base. No pasaron muchos minutos cuando por fin metió el gran miembro en se pequeña boca lamiéndolo y presionándolo para escuchar los gemidos que provoca en su mayordomo.


-ah… bocchan que… bien lo hace. Pero…- interrumpió al menor en su acción y lo recostó en la cama.-no me parece que justo que solo haga usted esto.- termino el mayor mientras bajaba la ropa interior de ciel y comenzaba a masturbar al menor.


-AHH!! Sebas…tian.- gemia el ojiazul mientras cerraba sus ojos con fuerza.


-le gusta bocchan.


-S… si me… gusta muu… cho.


- excelente respuesta bocchan, se ve que no miente ya que esta tan húmedo- respondió Sebastian para luego meter el miembro de su amo en su boca, provocando lascivos gemidos y espasmos en el menor. Por lo cual ciel ni siquiera tuvo tiempo para refutar.


Sebastian lamia de manera magistral. Movimientos de arriba hacia abajo que hacían enloquecer al menor.


Luego comenzó a lamer la entrada de ciel humedeciéndola poco a poco para introducir uno de sus dedos, que hicieron soltar al menor un gemido aun mas fuerte de placer. Luego introdujo un segundo y mas tarde un tercero.


-n… no… quiero que lo hagas con el tuyo.- detuvo ciel al mayor.
Sebastian ni se inmuto en responder, ya que de una sola estocada introdujo su miembro en la entrada de ciel. Si la excitación de Ciel no hubiera sido tan descomunal de seguro sus palabras lo habrían avergonzado de manera desmesurada.


Las estocadas al principio comenzaron suaves, placenteras. Ambos recostados en la enorme cama, conectados por sus cuerpos y uniéndose en un solo cuerpo, casi se podría predecir que hasta sus latidos se unieron en uno solo. Un latido acelerado, que ambos escuchaban y retumba en sus oídos.


Al cabo de unos minutos Ciel se acerco lentamente al oído de Sebastian y susurro…


-mas… mas fuerte, t… te quiero… mas dent… tro de mi.- aunque no hubo respuesta hablada del mayor, las estocadas incrementaron su velocidad y fortaleza. Convirtiendolas en el pecado mismo del placer.


-bocchan… me encanta.- exclamo Sebastian.


-ahhh… ahhh… sebas…Sebastian m… me corro!!


Con una ultima estocada con la que hubo mas fuerza y pofundidad, ambos dejaron liberar esa esencia blanquecina, que indicaba que ambos habían llegado al orgasmo.


Sebastian libero su esencia dentro de ciel, llenándolo por completo y ciel derramo su semen encima de Sebastian. Manchando su cuerpo y el suyo mismo.


Sin salir del interior de ciel aun, Sebastian tomo el cuerpo de ciel en sus brazos y se levanto de la cama, para nuevamente apoyarlo en la pared.


Ciel sorprendido iba a hablar pero fue interrumpido por las nuevas estocadas que comenzó a dar el mayor, ahogando sus palabras y haciéndolo estallar en gritos de placer.


Sebastian por el contrario sentía que ya no podía mas todos esos gestos, señas, palabras y hasta gemidos lo tenían enloquecido. Tenia la sensación de que jamás pararía, deseaba tanto a ciel, que en ocasiones se extrañaba de el mismo. Como era posible que deseara tanto a un ser humano. Ni si quiera las veces que había estado con hermosas demonios lo habían llenado de esta forma.


Se sentía casi ahogado por deseo, lo quería por completo, todo y solo para el. Jamás dejaría que alguien viera esas expresiones tan lascivas de su amo. Esas expresiones eran solo para el y en su vida las compartiría con alguien.





___________________________






Elizabeth camino por su enorme habitación en dirección a la gran cama con dosel rosa que se encontraba en el centro de la habitación pegada a la muralla, prepandose para ir a dormir, cuando sono la puerta.


-adelante.


-disculpe señorita Elizabeth.


-paula, pasa, pasa por favor. Te estaba esperando, como de costumbre vienes a cepillarme el cabello cierto?.-pregunto la joven mostrando una dulce sonrisa.


-señorita Elizabeth vengo a eso y conversar con usted además.-respondio paula mostrando una cara de falsa preocupación.


-de que quieres hablar?- pregunto la menor al tiempo que se volteaba, desatando sus habituales moños, dejando ver una larga y brillante cabellera rubia tan reluciente como el sol.


-bueno señorita, yo se que es un atrevimiento de mi parte hablar de esto, porque solo soy una criada…


-no digas mas, paula tu no eres una criada solamente, eres mi amiga además. Puedes hablarme con toda la sinceridad del mundo.- interrumpió la rubia, mientras se acercaba a la demonio y la tomaba de las manos.


-bueno señorita, se trata de su prometido, el joven ciel.- hablo paula, mientras volteba a la rubia para comenzara cepillar su cabello.


-que acurre con ciel- pregunto Elizabeth.


-bueno creo que usted debería presionarlo un poco para que coloquen la fecha de su boda. Usted ya esta en edad para casarse y si no se apresura se lo arrebataran.


-que dices??!!


-como lo oye señorita, el joven ciel es bastante guapo, además es muy rico. No deben faltar los empresarios que quieran casar a sus hijas con el. Se que es difícil de aceptarlo, pero pienselo por un momento, el joven ciel es lo que toda mujer desearía.


-creo que tienes razón- exclamo la niña mientras pequeñas lagrimas se asomaban por sus ojos.


-por eso mismo señorita creo que ya deberían poner la fecha de su boda.


-si lo hare, mañana mismo ire a casa mi querido ciel para fijar la fecha de nuestro casamiento. Gracias eres la mejor amiga que he tenido.- exclamo la rubia para luego abrazar a paula.


<<Que haras ahora mi querido Sebastian? Nadie podrá evitar que tu querido ciel se case con Elizabeth>> pensó paula.

CAPITULO 8 ~ DESEO parte 2 ~

Ya habían pasado las horas, pero ambos amantes seguían haciéndolo una y otra vez. No se sentían cansados y en lo pocos momentos que se sintieron saciados duraron un par de segundos cuando nuevamente lo estaban haciendo de nuevo.



Ya habían perdido la cuenta de cuantas veces lo habían hecho. Ciel por su parte conto hasta la número diez y eso ya había sido hace horas. Lo habían hecho por toda la habitación, en la cama, apoyados en una de las paredes, encima de una cómoda, etc.



Los gemidos ahogados de ambos se escuchaban por toda la habitación y Ciel nuevamente agradecía la arquitectura de las paredes de su mansión, de lo contrario sus gritos se escucharían por toda ella.



Nuevamente llegaron al orgasmo, gimiendo por milésima vez. Jadeantes se dejaron caer en la cama uno encima del otro (Sebastian arriba por supuesto o///o) se abrazaron como si no hubiera un final. Ciel se aferraba fuertemente al sudoroso cuerpo de Sebastian y este por su parte lo acurrucaba contra su pecho mientras salía de su interior.



-esto ha sido realmente bueno bocchan-dijo el mayor mientras trataba de recuperar su ritmo respiratorio-jamás pensé que usted tuviera tanta resistencia.



-baka, que me crees una niña debilucha-susurro Ciel con la mirada directa en el torso de Sebastian.



-déjeme decirle bocchan, que ahora sé que usted no tiene nada de “niña debilucha”,- respondió Sebastian al mismo tiempo que con una de sus manos acariciaba la frente de Ciel apartando el sudor-ya que usted es un niño y en este caso usted es un niño debilucho- termino de decir mostrando una sonrisa divertida debido al comentario.



-Así!!! Ya verás que puede hacer este niño debilucho-dijo, mientras se separaba del abrazo de Sebastian y se posicionaba encima de él.



-pero que es lo que va a ha… ahh!! - no pudo dar por terminada su frase ya que un ronco gemido salió explosivamente de su boca al sentir como el trasero de su amo se frotaba con su miembro.



Para poder hacer que Sebastian se retractara de sus palabras Ciel no hayo nada mejor que comenzar a provocar a su mayordomo.



Posicionándose encima de Sebastian, Ciel rompió un extremo de una de sus sabanas y con esta amarro ambas muñecas del mayordomo junto al barandal de la cama dejándolo inmovilizado.



Luego sin dejar de frotar el miembro de Sebastian que nuevamente ya estaba erecto con su trasero, comenzó a masturbarse a si mismo dejando que Sebastian viera toda aquella escena.



-bo…cchan no sea… cruel, desáteme…-sus palabras otra vez fueron interrumpidas pero esta vez con un lujurioso y pasional beso que Ciel le proporciono. Ciel en esta ocasión dio por terminado el beso antes que
Sebastian, abandonándolo y sentándose nuevamente en las caderas de este dejándolo con ganas de más.



Suavemente comenzó a besar cada rincón del cuerpo de Sebastian comenzando por detrás de su oreja, paseando unos segundos por su lóbulo jugueteando, lamiendo y mordisqueándolo, sintiendo como el mayor suspiraba y jadeaba una vez tras otra. Más tarde beso y succiono su cuello dejando notorias marcas de chupetones, pensando que tal vez quedarían talladas en la pálida piel del demonio pero estas en breves minutos desaparecían dejando ver una perfecta piel sin ninguna marca o indicio de haber sido profanada.





Esto molesto un poco a Ciel puesto a que el debía esconder sus marcas para que los empleados o las demás persona no las vieran. No contento con esto, quería ver que más le podía mostrar su amante, quería ver más expresiones de deseo, quería verlo retorcerse de placer y dejarlo saciado, de esta manera Ciel pensaba que su persona quedaría grabada como una quemadura en la piel del demonio.



Luego de unos minutos y después de lamer sus pectorales y su cuello, el ojiazul de un momento a otro comenzó a lamer los pezones de Sebastian.



-bocchan, puede lamer lo cuanto quiera en ese lugar pero yo no soy tan sensible como usted en esa zona.- dijo Sebastian mientras comenzaba a regular su temperatura y respiración.



-Así??!!... y… a esto-respondió el ojiazul para luego succionar fuerte y duramente los pezones de Sebastian.



-AHH!!!... bocchaan, por favor… no mas… desáteme se lo imploro- exclamo el agitado demonio.






Pov de Sebastian





Que es lo que me acurre?, fácilmente podría desatarme yo mismo, pero… por qué no lo hago? Acaso quiero seguir siendo torturado por esas manos, por ese cuerpo, por esa boca?. Sea cual sea la respuesta, no quiero que pare esta tortura de placer, de verdad no querría que parara nunca. Pero lo deseo tanto dentro de mí, deseo tanto tomar con dureza ese precioso cuerpo. Jamás creí poder ver a mi Ciel en esta faceta y es lo que más me excita. Diablos creo que soy un masoquista!





Fin del pov de Sebastian.





-vamos Sebastian, no eras tu el que me insinuó que era un niño debilucho- desafío el conde, mientras bajaba lamiendo y pesando todo el abdomen de Sebastian, deteniéndose en su entrepiernas besando la cara interior de su muslo izquierdo y luego el derecho rozando levemente el ya erecto miembro con su barbilla, provocando que Sebastian soltara un leve gemido acompañado de varios suspiros.



Estuvo unos cuantos minutos repitiendo la misma acción, hasta que se decidió por tomar ese gran miembro masajeándolo suavemente de arriba hacia abajo haciendo estremecer al mayor.



-ahh… sii, asi bocchan… ahh.



-te gusta Sebastian.



-si… bocchan… pero… AHH!!



El grito de placer de Sebastian se hizo notar mas puesto a que Ciel en ese minuto se introdujo completamente el sexo de su amante a su boca.



Rápidamente subía y bajaba la cabeza acompañado de su mano que también se encontraba puesta en aquel sexo. Estuvo unos minutos así lamiendo, besándolo, masajeando el miembro de su mayordomo, hasta que este comenzó a hincharse y en unos segundo Ciel tenía toda la cara manchada con esa esencia blanquecina que tanto había esperado.



Iba a reprocharle al azabache mientras se limpiaba el rostro con su antebrazo pero le fue imposible ya que este de un brusco movimiento se desato del amarre que lo tenía prisionero y lo tomo de la cintura posicionándolo encima de él y con un rápido movimiento se introdujo dentro de Ciel.



Cada una de las estocadas que daba Sebastian era como un júbilo para ambos, haber probado el fruto prohibido era uno de los privilegios que Sebastian cada día agradecía. Con cada estocada el interior de Ciel aprisionaba mas al azabache lo que hacía enloquecer al mayor y también a



Ciel, que con cada embestida que Sebastian le daba tocaba ese punto que lo hacía retorcerse de placer.



Ambos gemían como locos, se sentían a morir con todas las explosiones de sensaciones que sentían.



-ahh…ahh…ahhh… Sebas…tian no voy…a poder…aguantar más!!- gemía Ciel mientras era embestido con fuerza por Sebastian y al mismo tiempo el también se auto penetraba.



-espere un… poco mas bocchan… vengámonos juntos.- respondió el mayor al sentir como se aproximaba a llegar al orgasmo.



-ahhh… Sebastian… no… puedo más… AHHH!!!



-AHHH!!!... BOCCHAN!!



Ambos llegaron al orgasmo liberando sus esencias, Sebastian dentro de Ciel y este en su propio abdomen y el de su mayordomo.



Ambos cayeron pesadamente en la cama uno encima del otro exhaustos. Sebastian salió del interior de Ciel y lo coloco a su costado, miro el reloj y eran las cuatro con veinticinco minutos de la madrugada, comenzó a recordar que habían comenzado a hacerlo como alrededor de las diez de la noche por lo que quedo realmente sorprendido. Habían estado haciéndolo por alrededor de seis horas, no estaba sorprendido por su resistencia sino por la de su amo.



-y que me dices… crees que soy un… niño debilucho ahora- susurro el conde que en este momento al examinar las consecuencias que traerían su acciones su rostro comenzó a enrojecerse de pura vergüenza.



-debo decir bocchan que jamás creí que fuera un niño debilucho.-se sincero el mayor.



-QUE??!! Pero si tú mismo me lo dijiste-exclamo el conde aun mas avergonzado y fulminando con la mirada a Sebastian.



-discúlpeme bocchan pero yo no hice nada más que repetir lo que usted dijo, pero cambiándole el género ya que usted no es una niña.-se excuso el azabache mostrando una de sus encantadoras sonrisas.



-Sebastian me engañ…- sus palabras fueron ahogas puesto a que Sebastian le dio un tierno beso en sus labios evitando que Ciel arruinara el hermoso momento que habían compartido ambos.



-vamos bocchan, no se enfade. Ahora si me permite le preparare un baño para que pueda hachearse.-termino de decir mientras se ponía de pie y se colocaba la ropa interior.



-Sebastian…-toma la mano de este y con un notorio sonrojo dice…- prepara un baño para ambos.



Este solo asintió mostrando una hermosa sonrisa y se levanto en dirección al baño. Una vez listo ambos yacían recostados en la tina, Ciel encima de Sebastian dejaba que este le frotara los brazos, espalda y torso.



-hay algo que se me olvido decirte-hablo el conde sin voltearse a ver a Sebastian.



-que sería eso bocchan??-pregunto este, sin dejar de lavar el cuerpo de Ciel.



-te amo… te amo mucho- susurro Ciel mientras se recostaba en los pectorales de Sebastian y posicionaba su cabeza en el hombro derecho de este.



Sebastian sorprendido ante tan tierno gesto se quedo mudo por un segundo, pero rápidamente respondió- yo también lo amo y mucho.- termino de hablar para luego darle un tierno beso en la boca a Ciel.








Sebastian cambio las sabanas y rehízo la cama en un santiamén, luego saco a su amo que aun se encontraba en la tina y lo tomo en sus brazos.



Después de vestirlo lo coloco en la cama listo para que durmiera y cuando ya estaba dispuesto a marcharse Ciel lo llamo.



-Sebastian, no es necesario que te lo diga todas las noches o sí??
Sebastian mostrando una de sus particulares sonrisas asintió- claro que no bocchan, pero creí que usted quería descansar.



-Sebastian, quiero que hoy y todas la noches duermas junto a mí, en mi cama y conmigo. Tienes que estar conmigo siempre y tienes prohibido dejarme,-dejo el conde mientras se levantaba y se aproximaba al azabache- es una orden.



-yes my lord.- respondió mientras lo levantaba en sus brazos cual fuera una princesa y le daba un beso lleno de pasión para sellar su pacto.
Ambos se quedaron dormidos abrazados uno contra el otro, olvidando todos los problemas y amenazas que los asechaban



CAPITULO 9 ~ENGAÑO~


Al día siguiente como era de esperarse la pequeña rubia de la familia Middleford, se encontraba a primera hora acompañada esta vez por su padre, la cabeza de la familia Middleford y tío también de Ciel, además de Paula su respectiva mucama, en su carruaje frente a las enormes puertas de unos tres metros altura de la mansión Phantomhive.

Elizabeth se había levantado muy temprano para exponerle su opinión acerca de su gran preocupación por su matrimonio arreglado con su primo y el riesgo que corrían con todo lo que conllevaba esta situación de aplazar la fecha de este.

Por supuesto no era nada educado que una señorita de su altura y categoría hablara y se refiriera acerca de temas tan atrevidos con un arreglo de matrimonio, además de esta manera demostraba una cierta desesperación por cazar a un hombre, sin importar que se tratara de su primo el protagonista de esta conversación. Pero lejos de toda burocracia y normas de educación, ella tenía razón en todo o al menos eso creyó su padre, el cual accedió inmediatamente a su propuesta.

Y ahí se encontraban los tres. Padre, hija y sirvienta a un par de metros de la mansión, esperando al mayordomo que en este caso fue Tanaka quien salió a recibirlos. Les abrió la puerta del carruaje en la cual llevaba una insignia característica de la familia Middleford. Primero bajo el Sr. Middleford, luego con su cortes ayuda bajo lady Elizabeth y por último la demonio.

La chiquilla lucia mas arreglada que nunca, era obvio al fin pondrían fecha a su lazo nupcial con su querido Ciel quería estar más bella que nunca ya que su prioridad como futura esposa era hacer feliz a su marido.

La verdad de las cosas es que la pequeña no sentía amor o atracción a su primo o al menos no el carnal si no solamente una cariño de amigos y familiares. Y estaba segura que jamás llegaría a sentir amor hacia su Ciel. Eso no quería decir que no lo quisiese, lo quería y muchísimo, pero jamás lo vería mas allá que un simple amigo uno en el cual depositaria toda su confianza a ciegas. Pero esto iba más allá, su matrimonio había sido arreglado incluso antes de que ellos nacieran por sus padres y los padres de Ciel. Y ella abría jurado que la voluntad de los padres de Ciel antes de su fatídico fin abría sido que ambos se cansaran y procrearan, para mantener el linaje perfecto que los caracterizaba.

No fue mucha la espera, en realidad solo tomo treinta segundos para que el mayordomo de negros cabellos y mirada carmesíe se presentara en la puerta de la mansión dando la bienvenida a sus no tan esperados visitantes.

Más fue su extrañeza cuando pudo divisar al hombre mayor que acompañaba a la pequeña rubia y a la demonio de su discordia.

Lo reconocía. Como no, si había estado en cientos de reuniones triviales a las cuales el había invitado a su amo y su persona lo acompañaba todas ellas.

-Muy buenos días señor Middleford, es una gran sorpresa tenerlo por aquí y alegrarnos con su visita- expuso el azabache mientras hacia una pequeña reverencia.

-Buenos días Sebastian. Sí, es una sorpresa ya que no había anunciado mi visita, lo lamento. Pero como puede ver tengo un importante motivo para mi atrevimiento- respondió el hombre de mayor edad.

-Oh… por supuesto, pase mi amo enseguida lo atenderá.

-Buenos días Sebastian- saludo alegremente la pequeña de ojos esmeralda, que acababa de unirse a la conversación junto a Paula ya que anteriormente se había quedado atrás hablando con Tanaka.

-Buenos días señorita Elizabeth, buenos días señorita Paula- esto último lo dijo de una manera algo amenazante, más no tanto para que las demás personas lo notaran.

-buenos días Sebastian- respondió la demonio mostrando una falsa timidez.

-si me lo permite, esta mañana se ve más deslumbrante que nunca señorita Elizabeth- se volvió a dirigir a la rubia, mostrando una de sus mejores sonrisas actuadas.

-Muchas gracias Sebastian, era de esperarse de un excelente mayordomo como tu.- agradeció la pequeña mostrando un leve sonrojo encantada con el cumplido.

Los cuatros ingresaron a la mansión dirigiéndose hasta el salón. Tanaka por su parte se quedo afuera observando a Finny como arreglaba el jardín y volviendo a su habitual forma chibi bebiendo una taza de té caliente.

-Esperen aquí por favor, enseguida le anunciare a mi bocchan de su visita – anuncio Sebastian –. Con permiso.






Eran las ocho y media de la mañana y Ciel perezosamente comenzó a abrir sus ojos y a estirar sus brazos hacia los costados de la cama para poder encontrarse con el cálido cuerpo de su acompañarse. Al descubrir que la persona que buscaba no se encontraba, lanzo un profundo suspiro. De seguro ya se abría levantado como de costumbre para comenzar con sus labores, sea como sea Sebastian era su mayordomo y estaba obligado a realizar las labores que un mayordomo común y corriente debía hacer.

Rápidamente vagos recuerdos comenzaron a aparecer en la mente de Ciel, de su agotadora noche anterior, provocando un visible sonrojo en sus mejillas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el coordinado toque de la puerta de su habitación.

- Pase – por primera vez en el día hablo Ciel, una voz ronca y apenas audible salió de su boca.

Al parecer los fuertes gemidos y jadeos de la noche anterior le habían pasado la cuenta.

- Bocchan – entro Sebastian, dirigiéndose a la ventana para abrir las cortinas de terciopelo color azul cobalto -, es hora de levantarse… tiene visitas.

- ¿Cómo… - se detuvo por un instante al notar nuevamente su voz ronca – tks!... quienes han venidos?

- La señorita Elizabeth y su padre, el señor Middleford – respondió a medida que se acercaba a paso veloz al gran armario de roble, para sacar la vestimenta de Ciel.

- Mi ti… digo el señor Middleford?!... – exclamo Ciel con gran confusión. Pero rápidamente volvió a su habitual personalidad – que molestia. Que será lo que quiere?

- tal vez vino a proponerle personalmente a que asista a uno de sus habituales bailes – respondió Sebastian mientras vestía a Ciel – pero bueno – paso suavemente sus manos por los muslos del menor – como se siente?

- A que te refieres? – fingió ignorancia el ojiazul.

- Desea que le explique más detalladamente bocchan – respondió con una picara sonrisa en sus labios –. No tengo ningún problema en hacerlo si es lo que usted desea.

- No seas pervertido! – exclamo Ciel, colocándose de pie para finalmente caer al suelo.

- Mmm… por lo que mis ojos ven ha quedado imposibilitado de caminar – hablo Sebastian mientras se acercaba al conde y se colocaba en cunclillas para quedar a su altura – y por lo que mis oídos escuchan a quedado completamente disfónico. Me pregunto por qué será? – pregunto sarcásticamente, a medida que levantaba a Ciel.

- Y te atreves a preguntar!!!... tú fuiste el que me dejo así. Eres lo peor!! – refunfuño el conde.

- Lo siento bocchan pero anoche usted y yo no quisimos parar hasta que nuestros cuerpos no pudieron mas, me sorprendió la gran resistencia que su menudo cuerpo tiene. – respondió el azabache.

Sebastian termino de arreglar la vestimenta de Ciel y este rápidamente le ordeno a que fuera a anunciar su ida.

Bajo las escaleras con suma rapidez y elegancia que podía demostrar un mayordomo demonio de su altura; dio grandes zancadas hasta llegar nuevamente al hermoso e imponente salón, donde se encontraba Mayleen sirviendo un poco de té a los invitados.

Fue más su sorpresa al ver como la pelirroja se comportaba como toda una mucama de la alta alcurnia, sin cometer error alguno, hasta que advirtió su presencia. La chiquilla de puro nerviosismo intento volver a la cocina pero resbalo torpemente con la alfombre, esperando la llegada de una gran caída, que había que decirlo iba a ser sumamente dolorosa.

Mas nunca llego, ni tampoco se escucho la caída de la bandeja de plata que ella misma lanzo por los aires. Abrió temerosamente sus ojos nuevamente y se encontró con el rostro del mayordomo de sus más anhelados sueños junto a ella tomándola por la cintura a escasos centímetros, por no decir que prácticamente estaba pegado a su cuerpo. Tanto asi que podía identificar su abdomen fuertemente trabajado y tonificado.

Whoou!! Que tonificado estaba ese hombre, por Dios!!

Volvió en sí y apresurada ordeno a sus pies a que estuvieran firmes para colocarse de pie por sí misma y se deshizo abochornada del abrazo del mayordomo.
Sebastian seriamente le entrego la bandeja la cual fue atrapada en el aire por su persona y le ordeno retirarse.

- Gra… gracias Sebastian sama! – exclamo, más bien grito la abochornada mucama.

- No hay problema – contesto el ojirojo, mostrando una inquebrantable seriedad, mas no de una manera altiva sino todo lo contrario – ahora, ve a tus labores – ordeno nuevamente.

La pelirroja se puso a toda marcha, luego de dar una pequeña reverencia, se encamino hacia la cocina.

- Quien podría predecir esto, Sebastian san? – Pregunto el señor Middleford – usted además de una gran eficiencia como mayordomo también es un excelente galán con las damiselas en peligro – bromeo divertido el hombre de canosa cabellera y avanzada edad.

- No entiendo a lo que se refiere mi señor – respondió Sebastian obligándose a mostrar una sonrisa – yo solo hago mi trabajo.

- Pero debes admitir Sebastian que ese fue un movimiento impresionante – exclamo Elizabeth, excitada al ver toda aquella actuación – fue una actuación taaan romántica!, digna de una narración de una novela amor – prosiguió la menor mientras ubicaba ambas manos entrelazadas frente a su mentón y cerraba sus ojos.

- Me temo que ha estado leyendo muchas historias románticas Lady Elizabeth – se defendió el acusado sin dejar de mostrar su encantadora pero actuada sonrisa.
En ese momento llego Ciel a la habitación y se dio por terminada y olvidada aquella escena o al menos eso creía Sebastian. Que se había olvidado completamente de la presencia de Paula, que minuciosamente observaba todo desde lejos.

- Buenos días señor Middleford, es un agrado tenerlo en mis dominios – saludo formalmente el conde ofreciéndole su mano para que el duque se la estrechara, lo cual este hizo instintivamente.

- Buenos días Ciel, lamento venir sin dar previo aviso de mi visita – se disculpo el duque.

- Claro, no hay problema –. Respondió Ciel aceptando la disculpa recién expuesta – Debe ser un tema muy importante para que se haya tomado el atrevimiento.

- Bueno Ciel iré directamente al grano. Sé que odias los rodeos.

- Me parece estupendo, pero acompáñeme, pasemos mejor a mi estudio, ya que parece ser un tema importante.

Todos se dirigieron al estudio y Sebastian le confió a Mayleen la tarea de llevarles nuevamente te y un postre de tartaleta de manzana que el mismo había horneado esa mañana.

- Esta bien… pero Ciel preferiría que esta conversación fuera en privado – menciono el duque refiriéndose a Sebastian que se encontraba como de costumbre a un lado de la silla en la que se encontraba sentado Ciel.

- Si lo dice por Sebastian, no se preocupe él puede escuchar todo ya que es de mi extrema confianza – respondió Ciel para luego darle una cómplice mirada al ojirojo.

- Bueno… está bien –. Suspiro – He venido para que acordemos la fecha de tu matrimonio con mi querida hija Elizabeth.

Ciel se quedo sin habla, su rostro se empalideció… esperaba cualquier cosa menos esa. Sabía que estaba comprometido pero nunca pensó en casarse menos con su prima.
Su compromiso no había sido más que una decisión arbitraria que habían decidido sus padres incluso antes de que el mismo naciera siquiera.

El mundo comenzó a darle vueltas pero se impuso a permanecer ahí consiente, imperturbable. Quiso ver la expresión de Sebastian, pero no se atrevía. Ver esos inmensos ojos rojos arder por esto sería demasiado, si lo veía si o si se quebraría y no podía permitir eso. Simplemente no podía.

- Ciel, te encuentras bien? – pregunto Lizzy preocupada al ver que Ciel se había quedado callado.

- Si… si, no te preocupes, es solo que esto me tomo por sorpresa – respondió el chico de ojos cobalto, mientras se refregaba los ojos con los dedos de ambas manos.

- Bueno que dices Ciel? – volvió a preguntar el hombre.

- Etto... creo que es algo apresurado pensar en algo así. Aparte nadie nos apresura a casarnos. – respondió Ciel mostrando el máximo de convencimiento en sus palabras.

- Ciel yo se que nadie nos apura – volvió a decir el mayor, que buscaba las palabras adecuadas para poder contraatacar en el tema – pero tampoco podemos seguir aplazando su compromiso – suspiro –. Es hora ya de fortalecer nuestros lazos tanto como familiar y comercialmente. Tú sabes Ciel, la crisis que existe en Inglaterra e incluso en toda Europa. Si nos asociamos podríamos soportar esta crisis que nos amenaza a todos incluso a ti.

- Entiendo… – suspiro – pero…

- Ciel por favor. Como tu tío te estimo muchísimo y creo que ya es hora de que te conviertas en un hombre… como Vincent hubiera deseado.

Estas palabras calaron en lo más profundo de Ciel, a pesar de que no lo demostrara en su expresión. Miro a Sebastian y su rostro se empalideció más de lo que ya estaba.

Sebastian por su parte lo miraba con una expresión seria. Pero por primera vez sus ojos mostraban una aflicción que el conde jamás había visto. Sus ojos no expresaban lo que el había imaginado, sino que todo lo contrario expresaban tristeza y angustia.

Todo esto ocurría mientras Paula que se encontraba parada muy cerca de la puerta. Un gozo le llenaba al ver como la expresión de Sebastian por fin denotaba miedo y dolor. Pero toda aquella visita le había traído un mar de ideas con las que haría separar a la pareja.

- Ciel… Ciel!! – subió la voz el hombre de canosa cabellera.

- Sí… lo siento es que no me he sentido muy bien estos días por lo cual no he podido concentrarme ni pensar claramente.

- Oh, no yo soy el que se debe disculpar. He venido aquí sin invitación alguna y he irrumpido sin saber de tu estado de salud, además – se puso de pie – bueno Ciel creo que por hoy nos retiraremos, tú debes descansar además por lo que veo tienes mucho trabajo por hacer
– dijo dirigiéndose a la pila de documentos que se encontraban regados por su escritorio.

Ciel al ver como las tres personas se retiraban de la habitación en compañía de Tanaka que recién había ingresado al estudio, lanzo un profundo suspiro de alivio.

- Ah, Ciel en dos semanas más mi familia y yo realizaremos un baile de mascaras en honor a Hallowen, quiero que me des tu respuesta ese día. Ah y por cierto desearía que asistieran todos, se que Elizabeth se lleva muy bien con Mayleen, Finían, Bard y Tanaka por lo cual estará contentísima si todos asisten – dijo el hombre para luego despedirse y marcharse.




Luego de verificar que el carruaje Middleford se haya puesto en marcha, Ciel exploto.

- Demonios!! – exclamo, mientras apoyaba su codo derecho en el antebrazo de su sillón y así mismo su rostro en su puño.

- Bocchan, que hará? – pregunto seriamente Sebastian.

- Como que qué hare? No está claro? Por supuesto que no me casare con esa chiquilla chillona, además es mi prima – respondió Ciel algo alterado.

- Pero su compromiso, a menos de que la señorita Elizabeth desista de casarse, no se romperá – contesto Sebastian, viendo como se alejaba más y mas en carruaje Middleford.

- Si, eso creo – respondió Ciel bajando poco a poco su voz.
Era un mar de confusiones, un mar de obligaciones que se había obligado a colocar sobre sus hombros y cada día se sentía más y más agotado.

- Bocchan – dijo el mayordomo a medida que se acercaba a tocar el rostro de Ciel – jamás… escúcheme bien, jamás dejare que algo o alguien lo aleje de mi. Usted es mío y de nadie más.

- Como que soy tuy… - el cálido calor y el dulce sabor de los labios de Sebastian impidieron seguir hablando a Ciel.

Era lo que necesitaba en toda esa confusión. Necesitaba sentir y saborear los labios del hombre que amaba, necesitaba sentir el toque de sus manos, necesitaba sentir el calor de su cuerpo junto al del mismo. Necesitaba todo de Sebastian.

Y tenía razón todo él era de Sebastian, hasta el mas mínimo cabello de su cabeza le pertenecía a Sebastian. Y esto no lo alejaría del hombre que amaba con todo su ser.

Pasaron las semanas y ya era el día del baile. Ciel aun no sabía que responder, pero lo más seguro era de que inventaría una fecha lo más alejada posible y después vería lo que haría.

Todos debían disfrazarse ya que como era un baile de mascaras y hallowen también significaba disfraz.

Todos estaban entusiasmados por disfrazarse en especial Mayleen y Finny que corrían por toda la casa buscando los últimos toques para que sus disfraces quedaran perfectos.

Finny iba disfrazados de pirata, Bard se disfrazo de faraón egipcio, Tanaka se disfrazo de soldadito de plomo y Mayleen se disfrazo de ángel negro con un vestido extremadamente ajustado el cual mostraba todas las curvas de la muchacha.

- Wooow Mayleen te ves maravillosa – elogio Finny al verla de pies a cabeza.

Todos quedaron boquiabiertos al ver la deslumbrante figura de la mucama que además se
había sacado sus habituales gafas ya que no iban con el disfraz.

- La verdad es que no me gusta mucho – comenzó a decir la pelirroja – creo que me voy a cambiar.

- Nooo!!! – gritaron todos al mismo tiempo.

- Te ves muy bien Mayleen – dijo Bard.
Todos se quedaron en silencio al ver como bajaban Ciel y más atrás Sebastian ambos disfrazados de vampiros. Se veían tan sexys que para Mayleen le fue imposible reprimir su hemorragia nasal.

- Ya es hora de irnos, Sebastian – hablo Ciel para luego salir de la mansión y subir todos al carruaje.

Todos llevaban sus mascaras y cuando llegaron se las pusieron.





Mientras tanto Paula esperaba tranquilamente la llegada de sus desdichados enemigos, por fin los separaría pensaba y se encargaría de aniquilar a Sebastian luego de haberle quitado todo lo que quería.

Al ver su llegada su plan comenzó.

- Ciel!! Al fin llegaste, te estaba esperando – exclamo con gran alegría Lizzy, mientras lo tironeaba de un brazo alejándolo de los demás.

- Lizzy!!...

- Ciel, vamos a bailar, quieres? – pregunto esperanzada la rubia.

A su vez Sebastian como no llevaba la pinta de mayordomo también muchas mujeres le ofrecieron bailar con ellas, y el caballerosamente se les negó a todas. Hasta que vio a Ciel bailando con Lizzy, mientras ella con mucha ternura le sonreía.

Al ver esto Sebastian se puso más que celoso e invito a Mayleen a bailar con él. Cuando Mayleen sintió la mano de su acompañante en su cintura y la otra tomaba su mano su cara se puso totalmente roja, sus piernas comenzaron a flaquear y comenzó a realizar sonidos extraños de incomodidad.

Por su parte Sebastian se encontraba tan absorto mirando celosamente a Ciel que no se dio cuenta cuanto la muchacha lo llamaba.

- Se… Sebastian sama… Sebastian sama! – levanto la voz la muchacha.

- Si… que ocurre Mayleen? – se volteo a ver a la mujer.

- Lo siento, pero no me encuentro muy bien. – expuso la pelirroja, la cual se sentía algo mareada – Podemos parar?

- Si, por supuesto – asintió el mayordomo – vamos te acompaño a la cocina para que tomes
un poco de agua.

- N… no es necesario! – Se alarmo la chiquilla – puedo ir sola.

- Bueno, no te demores. No quiero que sean una carga para bocchan.

- Por supuesto.

En ese momento Mayleen se dirigió hasta la cocina para beber un poco de agua y tranquilizarse.

Paula en ese momento había estado observando todo, por lo cual se dirigió a la cocina también.

- Mayleen, que te ocurre. Vi como te dirigías apresuradamente a la cocina, no te sientes bien? – pregunto falsamente la morena.

- No solo vine por un poco de agua, no es nada grave solo me sentí un poco mareada – respondió la pelirroja.

- Mmm ya veo.
En ese momento algo pareció noquear a Mayleen haciéndole perder la conciencia.

<<Diablos esta chiquilla se ha demorado demasiado, que molestia. Ni modo voy a buscarla>> pensó Sebastian.

A medida que se acercaba más y mas a la cocina su visión comenzó a ponerse difusa, notaba un olor ligeramente dulce, sentía como que las paredes comenzaban a moverse. Hasta que llego el momento que su visión se torno negra.




- Ciel, que ocurre? – pregunto la rubia, al ver que Ciel miraba a sus alrededores enérgicamente.

- No veo a Sebastian – respondió sin mirar a la chiquilla.

- Yo lo vi hace unos veinte minutos, si mal no recuerdo se dirigía a la una de las habitaciones del segundo piso con Mayleen – dijo Paula que se acerco a ellos sin que se dieran cuenta – creo que ella se sentía algo mareada.

Ciel la miro con recelo, pero se limito a ponerse de pie e ir a buscarlo como la morena le había dicho. Solo y sin la compañía de Elizabeth subió por las enormes escaleras de la mansión y se dirigió a una de las habitaciones en donde se veía luz por los extremos de la puerta.

Lentamente abrió la puerta y lo que encontró le destrozo el alma. Sebastian se encontraba desnudo abrazado a Mayleen la cual también estaba desnuda.

Su corazón se rompió en mil pedazos y sus ojos se llenaron de lágrimas y cayó de rodillas al suelo. Esto hizo despertar a Sebastian el cual vio la escena confuso y después advirtió la presencia de Ciel.

- Bocchan… esto no es lo que usted cree!! – exclamo apurado a medida de que se ponía de pie.

- Tienes el descaro de decirme eso!! – hablaba en llantos Ciel – te odio!!

Ciel se puso de pie y salió corriendo lejos de la habitación dejando a Sebastian con la palabra en la boca y sin darle tiempo para explicarle lo ocurrido, pero en realidad ni el mismo sabía que es lo que había ocurrido.

Ciel corrió hasta sin parar hasta que llego nuevamente al salón donde choco con el señor Middleford.

- Ciel, que alegría tenerte en nuestra celebración! – exclamo el duque.

- Señor Middleford, necesito hablar con usted.

<<Donde se encontrara mi bocchan, debo explicarle esto, que nada paso, que fue una trampa>> pensó Sebastian.

A medida que se acercaba al salón fue capaz de divisar a Ciel que se encontraba junto al padre de Elizabeth.

- Atención, atención por favor quiero proponer un brindis, por mi querida hija Elizabeth y mi futuro yerno Ciel Phantomhive que acaban de de arreglar su fecha de matrimonio la cual será en una semana más – hablo el hombre, anunciando a todos el futuro matrimonio.

CONTINUARA....

 


 

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