The psychedelic flowers
[sebasxciel] YAOI/LEMON +18
CAPITULO 1 "QUIERO HACERLO MIO"
Era una noche de verano en el que el cielo no tenía
ninguna nube, solo se veía un cielo forrado de estrellas. Un cielo tan
bello que ni siquiera el joven conde pudo ignorar. Se encontraba parado
al lado de la ventana de su habitación. Estaba tan maravillado con tal
espectáculo que no pude evitar dejarse llevar entre sus pensamientos.
*cada
día que pasa siento que mi objetivo esta mas lejos, siento que jamás
podre vengarme, pero a la vez siento que una parte de mi, desea seguir
así*
- Sebastian eres mi única compañía- susurro un triste conde
de ojos zafiros los cuales estaban algo brillosos.- que sería de mí sin
tu existencia?.
-Bochan, en verdad siente eso- dijo un mayordomo
de ojos escarlatas y cabellos negros, totalmente sorprendido al
escuchar las palabras de su querido amo, mientras cerraba la puerta de
la habitación del pequeño y se acercaba hacia él.
-SEBASTIAN!!...
que haces… aquí??!! – exclamo un agitado conde, al ver que su mayordomo
se acercaba hacia él, lo que provoco que se sonrojara.
-Bochan
solo vine a decirle que la cena ya esta lista- dijo el mayordomo con una
leve sonrisa- pero antes de eso, bochan es verdad lo que acaba de
pronunciar.
-y…yo no… tengo por qué darte explicaciones- exclamo un enfadado conde, ya sonrojado hasta las orejas.
El
mayordomo demonio al notar el evidente enrojecimiento del pequeño,
sintió que su cuerpo ya no respondía, solo quería acariciar las mejillas
de porcelana y besar los pequeños labios del conde. De esta manera se
acerco a Ciel despacio pero con pasos firmes. Ciel al notar la mirada y
el acercamiento de su mayordomo quedo paralizado sin poder modular
palabra alguna, solo atino a bajar la cabeza para que este no viera su
rostro avergonzado, lo cual fue muy difícil de disimular. Sebastian al
darse cuenta de la reacción del conde, solo dibujo una sonrisa en su
rostro y ya junto a él levanto la barbilla del joven conde para quedar a
escasos centímetros de su rostro.
-Bochan no sabe cuánto tiempo
he esperado esas palabras-susurro el mayordomo en el oído de su amo,
haciendo que este se estremeciera.- no sabe lo feliz que me hace.
-Sebas…-trato de decir el pequeño conde sin poder terminar puesto que sus labios fueron invadidos por los de su mayordomo.
Sebastian
comenzó a besar a su amo de una manera tan tierna pero llena de una
pasión que ni el mismo podía controlar. Había esperado tanto tiempo esta
acción, que sentía que jamás podría despegarse de su amo nuevamente. El
joven conde al principio trato de resistirse, pero después de unos
segundos se entrego, disfrutando las caricias de la lengua de su mayor.
Pero el joven conde no quiso quedarse atrás y se colgó del cuello de su
amado introduciendo su lengua también. Sebastian quedo totalmente
sorprendido al ver y sentir la acción de su amo, por lo que no pudo
aguantar más y solo lo tomo en sus brazos y lo dirigió hacia la gran
cama que los esperaba.
Eran unos besos tan apasionados que en la
habitación ya empezaba a sentirse un calor insoportable, sentían que
sus ropas estorbaban y que solo sus besos ya no los saciaban.
-Bochan…. quiero… hacerlo… mío- dijo Sebastian mientras besaba el cuello de su amo
-Sebas…tian….deten…te…-exclamaba un agitado conde.
El
mayor sin prestar atención a las palabras de su amo, fue sacándole la
chaqueta azul que llevaba puesta, dando paso para también desabrochar la
camisa del pequeño, que dejaba ver el pálido y suave torso del joven
conde.
-Joven… amo… es… usted… irresistible- decía el mayor
besando el cuello de Ciel, bajando hasta su pecho, dando paso a lamer
los pezones del joven.
Esta acción hizo que el conde soltara un
agudo gemido, lo cual lo hizo colocar aun más rojo de lo que estaba.
Esto lleno de lujuria al mayordomo, por lo que lamio y succiono con más
pasión los pezones del pequeño. El joven conde no paraba de gemir por
dicha acción, se sentía tan avergonzado con esto que tapo su rostro con
sus manos. Sebastian al darse cuenta de la acción de su amo tomo las
manos de este y las coloco en su pecho, para que el joven conde sintiera
sus latidos.
-Sebastian, tus latidos están muy
acelerados-susurro ciel, extremadamente sorprendido al sentir los
latidos de su mayordomo y al notar el pequeño enrojecimiento en el
rostro de este.
-Joven amo, al igual que usted siento que mi corazón va a explotar y es de alegría ya que al fin lo tengo en mis brazos.
Ciel
al escuchar las palabras de sebastian sintió que no podía mas de
felicidad, porque aunque él lo negara había estado esperando este
momento más de lo que se imaginaba. Y así, sin más aviso, se abrazo al
cuello de sebastian atrayéndolo hacia él y lo beso profundamente.
Sebastian quedo más que sorprendido por la acción de su amo pero a los
pocos segundos respondió el beso.
Ciel quiso empezar a quitarle la chaqueta a su mayor pero sus manos temblaban de gran manera que le fue imposible.
-Bochan, no se esfuerce-dijo con una voz llena de paz y besando la frente de su amo.
Así
Sebastian comenzó a desvestirse comenzando por su chaqueta negra que lo
hacía ver muy varonil, siguiendo por su camisa, en este momento Ciel no
pestaño ni por un segundo ya que deseaba de gran manera ver el torso de
su ahora amante.
Sebastian posicionándose encima del pequeño
conde comenzó a besarlo nuevamente, pero esta vez tocándolo en su parte
más intima, que a estas alturas ya estaba endurecida. Sin perder el
tiempo se abrió paso para abrir el pantalón del pequeño y dejar a la
vista su erección.
-Bochan déjeme probarlo por favor- y sin esperar a que este reaccionara, sebastian lo tomo con sus manos y comenzó a lamerlo.
-ahh…sebas…tian…basta….deten…te -decía palabras entrecortadas el joven conde.
-Joven amo, de verdad quiere que pare? –exclamaba el mayordomo con una sonrisa.
El
joven conde al no responder dio paso para que sebastian introdujera
esta vez el miembro en su boca, haciendo que el pequeño gimiera cada vez
más fuerte.
-Ahh…. Sebas…tian…ya no….puedo….mas!!-diciendo estas
palabras, el joven conde libero toda su esencia en la boca de
sebastian. Y el sin desperdiciar una gota de este liquido se lo trago.
-Delicioso bochan, realmente delicioso- murmuraba en el oído de su amante, con sus ojos extremadamente brillantes.
Para
luego dar paso a un tierno beso, en donde sebastian se posiciono arriba
de ciel. El joven conde al ver tanta seguridad en su mayor se sintió
algo incomodo. Hasta que sebastian pronuncio estas palabras.
-Toqueme
bochan- dijo el mayordomo, dirigiendo la mano del pequeño hasta su
miembro (que realmente estaba duro), para que el mismo después se bajara
los pantalones. Esta era su oportunidad para demostrarle a sebastian
que en verdad lo amaba.
Ciel comenzó a masturbarlo con sus
pequeñas manos, haciendo que sebastian soltara pequeños pero profundos
gemidos. Sin que el mayor se diera cuenta, el joven conde se introdujo
el miembro del mayor en su pequeña boca, esto hizo enloquecer al mayor,
que en poco tiempo levanto al pequeño para que este no pudiera terminar.
Ya
en este momento sebastian abrió las piernas del pequeño y comenzó a
acariciar la entrada de este, haciendo que el pequeño se asustara un
poco.
-Que vas a hacer?-pregunto un angustiado y excitado niño.
-Estoy
preparándolo, para que no le duela. Recuerde que al igual que yo quiero
que disfrute lo que estamos haciendo-respondió el mayordomo haciendo
que Ciel con estas palabras se tranquilizase.
El mayor se dispuso
a introducir un dedo, por lo que el pequeño gemía de dolor y placer, lo
movio un buen rato para luego introducir un segundo y más tarde un
tercero. Con el joven conde ya listo, Sebastian introdujo de una sola
embestida su miembro, para dar pasos a movimientos lentos y profundos
que hacían enloquecer a ambos. Ciel después de un rato del vaivén de las
caderas de Sebastian ya empezaba a disfrutarlo. Hasta que toco ese
punto que dejo deseándolo mas.
-Ahh…sebas…tian….ahí…mas… fuerte- exclamaba ciel al sentir ese gran placer.
Los
movimientos de arriba hacia abajo se hicieron cada vez más rápidos y
profundos. Sebastian cambio de posición a ciel haciendo que este quedara
de espaldas a él, comenzado a masturbarlo nuevamente. Las embestidas se
hacían cada vez más placenteras, hasta que ambos llegaron a su límite,
derramando toda su esencia.
-Lo amo, bochan-dijo sebastian dejándose caer en la espalda de su amado.
-Yo también-susurro Ciel con una voz que apenas se escucho, pero que Sebastian escucho muy bien.
Ambos quedaron exaustos antes tal ejercicio físico que se durmieron en un abrir y cerrar de ojos.
CAPITULO 2 ''ESTO NO ES UN SUEÑO''
Aun no amanecía, cuando el joven conde despertó. Se
sentía tan adolorido, como si sus caderas se fueran a partir en dos.
Trato de levantarse de la cama, para dirigirse al baño a beber un poco
de agua, cuando se dio cuenta de que su mayordomo aun dormía a su lado.
FLASH BACK
-Lo amo, bochan-dijo sebastian dejándose caer en la espalda de su amado.
-Yo también-susurro Ciel con una voz que apenas se escucho, pero que Sebastian escucho muy bien.
FIN DEL FLASH BACK
Al
recordar lo sucedido la noche anterior, el joven con no pudo evitar
lanzar un profundo suspiro de alivio y satisfacción al darse cuenta de
que lo que había pasado entre él y su mayordomo no había sido un sueño o
algo que haya inventado su subconsciente.
*Lo… hicimos… ahora le pertenezco y el a mi*-pensaba el conde, para que luego su mejillas se tornaran de un color rojizo.
Trato
de levantarse de la cama pero algo lo tomo de su muñeca y lo hizo
volver a ella, era su mayordomo que lo había tomado, para que el conde
no se alejara de él.
-bochan, no se valla- decía un adormecido
mayordomo, acercándose a los labios de su amo- aun nos queda tiempo
antes de que amanezca.
-Sebas…tian solo quiero ir al baño-le
respondió el conde, algo hipnotizado al ver los labios de sebastian tan
cerca de los suyos.
-Si es asi lo acompaño-dijo esto, al mismo
tiempo que solto la mano del menor y levantándose de la cama prosiguió a
seguir al joven conde.
-no es necesario que vengas conmigo
sebastian-exclamo el menor algo enfadado ante la reacción del mayordomo-
no es que me vaya a perder.- dijo esto último de una manera un poco
burlesca.
El mayordomo solo se limito a mostrar una sonrisa, haciendo que el joven conde se sonrojara.
Ya
en el baño Ciel bebió tanta agua como pudo, puesto a que el ejercicio
físico realizado hace algunas horas antes lo había dejado más que
sediento. Mientras tanto sebastian en ese momento se encontraba
duchando. Ciel no pudo contener las ganas de ver a su mayor en la ducha,
por lo cual comenzó a espiarlo. Le era tan irresistible ver como en el
cuerpo del demonio se formaban una especie de pequeños ríos de agua
caliente, que recorrían todo el bien formado cuerpo del mayor. Estas
imágenes le causaron una gran excitación al menor, y sin que se diera
cuenta su miembro ya se encontraba erecto ante tal espectáculo.
POV. DE CIEL
Ya
en baño trate de solo limitarme a beber agua, para luego ir a acostarme
a dormir nuevamente. Mi cuerpo me dolía como nunca, pero quería ese
dolor… quería que se quedara grabado en mi para siempre, porque era la
única manera de darme cuenta de que lo que hicimos no había sido un
sueño.
Ya estaba nuevamente sumergido en mis pensamientos, hasta
que escuche a sebastian el cual estaba bañándose, al principio no le di
mucha importancia ya que era normal el hecho de que quisiera bañarse
por lo que sucedió hace algunas horas atrás. Cuando ya estaba decidido a
irme a la cama, algo en mi no quiso abandonar esa habitación, mi cuerpo
caminaba solo hacia donde se encontraba sebastian, y fue cuando lo vi.
Su cuerpo estaba completamente mojado, su piel era tan palida, su torso
se veía realmente perfecto, mi vista solo seguía los pequeños ríos que
se formaban con el agua caliente, y que iban desde su rostro a recorrer
todo su cuerpo hasta perderse en su entrepierna, quede totalmente
maravillado y excitado con tal espectáculo y esa excitación también se
hizo presente en mi entrepierna.
FIN DEL POV DE CIEL.
Sebastian
siempre supo de la presencia de su joven amo y de cómo lo espiaba
pensando de que él no se había dado cuenta. Trato de reprimir esos
sentimientos de querer tomarlo y hacerlo suyo nuevamente, pero no pudo,
toda su fuerza de voluntad fue derrumbada al darse cuenta de la
excitación de su amo, y sin esperar mas lo atrajo hacia el de un brazo
quedando los dos a escasos centímetros.
-Sebastian… que haces… me estoy mojando- decía el joven conde, sonrojado hasta las orejas.
-Bochan, perdóneme pero esto usted lo provoco- le respondió para luego después dedicarle una sonrisa.
-Como que yo….??!!- trato de responder el conde ante las acusaciones de su mayordomo, pero fue interrumpido por el.
-
Además no podemos dejar esto así-dijo el mayor, para luego acariciar el
miembro ya erecto del conde, haciendo de que este soltara un pequeño
gemido. Un gemido que fue acallado por un profundo y lujurioso beso.
Se
notaba la excitacion de ambos (la de Ciel al ver a su mayordomo desnudo
y empapado y la de sebastian al ver a su joven amo excitado con él).
Sus besos cada vez eran mas profundos, sebastian introducia su lengua en
la boca de Ciel, descubriendo todos los rincones de esta y el joven
conde solo se dejaba dominar por esta exquisita sensación.
Sebastian
comenzó a masturbar a su amado haciendo que este soltara unos profundos
gemidos, que hacían enloquecer al mayordomo. Cada vez era más rápido el
movimiento de arriba hacia abajo, hasta que el mayor introdujo el
miembro de su amo en su boca. El excitado conde solo podía gemir de
placer, ya que al intento de hablar, sebastian presionaba levemente con
su boca el miembro del joven conde.
-Sebas…tian….ya…
no…aguanto…mas!!-gritando esto, libero toda su esencia en la boca de su
mayordomo, dando paso a que su rostro se tornara totalmente rojo al ver
que su mayordomo lamia su miembro para no desperdiciar ni una sola gota
de este liquido, que parecía ser como una droga para el mayor.
-Ahora
está se siente mejor bochan??-pregunto el mayor, abrazando a su
amado-Es mejor que nos sequemos y usted se vaya a la cama, o si no
podría resfriar.- diciendo esto salieron ambos del baño y ya secos el
mayor se dispuso a vestir al menor con una camisa de dormir.
Sebastian
se vistió y se dispuso a marcharse luego de besar muy tiernamente a su
amo en los labios, cuando una pequeña mano lo tomo de su chaqueta.
-Sebastian, quedate conmigo-susurro el pequeño conde con una mirada lastimera.
-Bochan,
lo siento pero no puedo, ya va a amanecer y debo tener todo listo para
cuando usted despierte- respondió el mayordomo, para luego besar la
frente de ciel.
-Sebastian, te lo ordeno, quedate conmigo-
repitió el conde, con esas palabras que sabia que su mayordomo-demonio
no podría negarse, pero sin dejar esa expresión de angustia.
-Yes, my lord- respondió el mayor haciendo una reverencia ante el mas pequeño.
Ciel
se corrió hacia el lado para hacerle un espacio en la cama a sebastian,
que gustosamente se acosto al lado de su amo. Sebatian abrazo a ciel y
este se acurruco en los brazos de su mayordomo. No pasaron ni cinco
minutos cuando ambos ya estaban dormidos, el estar juntos les entregaba
una paz que nunca habían sentido.
Ciel comenzaba a despertar ante
el acto de su mayordomo de abrir las cortinas. El aun adormecido
trataba de sentarse en la cama, cuando recordó todo lo pasado la noche
anterior y en la madrugada. Se enrojeció tanto que no fue difícil
adivinar lo que pensaba. Sebastian al ver la reacción de su amo trato de
evitar el tema para que este no se sintiera mas avergonzado de lo que
estaba.
-Buenos días, bochan-dijo el mayordomo, mostrando una
cara de seriedad y sin ninguna expresión, mientras vestía al conde- el
desayuno ya está servido, así que por favor baje al comedor.-y
finalizando con estas palabras, se retiro de la habitación.
El
joven conde quedo extremadamente descolocado ante la reacción de si
mayordomo, ya que había actuado con total frialdad. En ese momento miles
de hipótesis pasaron por su mente.
POV. DE CIEL
¿Y
si en verdad todo esto fue un sueño? Tal vez ya no le gusto, y prefiere
actuar normalmente como si nada hubiera pasado. O… tal vez… nunca me
amo…
FIN DEL POV DE CIEL
Ante esta última suposición
algo en su pecho sintió romperse, y pequeñas gotas comenzaron a asomarse
en sus ojos, convirtiéndose después en pequeños ríos que recorrían sus
mejillas.
Sebastian, mientras tanto ya estaba en el comedor.
Comenzó a extrañarse en porque su Ciel se demoraba tanto en bajar al
comedor, por lo que se dispuso a subir a buscarlo. Ya afuera de la
habitación de su amado, escucho unos sollozos provenientes de ella.
Sintio que su corazón se apretó al darse cuenta que esos sollozos
provenían de su amado conde, y de un solo golpe abrió la puerta de su
habitación para encontrarse con su amo sentado en la cama llorando como
si el mundo se le fuera a acabar.
-bochan!... que es lo que pasa?- pregunto un agitado y preocupado mayordomo, mientras se acercaba a él.
Ciel al darse cuenta de la preocupación de su mayordomo, solo bajo la cabeza y entre sollozos le pregunto:
-sebastian, tú en verdad no me amas cierto?-al desir esto su corazón parecía que se iba a romper
-bochan, pero que está diciendo?-respondió el mayor, tratando de acercar su mano a la cabeza del pequeño, pero sin tocarlo.
-Entonces
es cierto, tu no me….- no pudo terminar sus palabras, cuando sintió que
sus labios habían sido invadidos por lo de sebastian, los sentía tan
cálidos y llenos de tanta ternura.
-bochan, no vuelva a pensar en
eso- le dijo el mayordomo, secando las lagrimas de su amo- Yo lo amo,
asi que por favor no lo dude nunca.
Ya en la tarde el joven conde
se encontraba en su estudio firmando unos papeles de la fábrica, cuando
sintió que un carruaje se acercaba a las puertas de la gran mansión.
Desde la ventana Ciel veía como Sebastian se dirigia a recibir las
visitas. Se trataba de Lady Elizabeth que había ido a ver a su
prometido.
-Sebastian, quiero ver a mi Ciel, ¿puedes traerlo por favor?-le desia una ansiosa niña de ojos esmeralda y cabello rubio.
-Claro,
señorita Elizabeth- haciendo una leve reverencia preparándose para
subir las escaleras, pero se detuvo al ver que su joven amo ya venía
bajándolas.
-Cieeel!!!- grito la niña abalanzándose sobre los brazo de su prometido- te he extrañado mucho.
-Lizzy,
que haces aquí?- le pregunto el joven conde luego de que ambos
deshicieran el abrazo (a Ciel no le gustaba que la pequeña niña lo
abrazara, pero como él era un caballero jamás los rechazaría). Esto
hizo enfadar al mayordomo, ya que no soportaba que nadie tocara a su
amado, pero como claro esta debía disimularlo ya que al fin y al cabo
la señorita Elizabeth era su prometida.
-Vine a verte mi querido
Ciel, soy tu prometida así que tengo el deber y la obligación de
enterarme como estas- le respondió la pequeña con una gran sonrisa-
además vine a jugar contigo.
-Lo siento Lizzy pero estoy muy
ocupado ya que tengo mucho trabajo, así que hoy no podre jugar contigo-
dijo el conde con cierta indiferencia y volteándose para volver a su
estudio.
-buahhh…!!!!! Ciel porque eres tan malo-gritaba y lloraba la niña ante el rechazo a su petición.
Ciel se voltio, le acaricio la cabeza y le susurro en el oído- Otro día jugaremos te lo prometo.
En
este momento Sebastian ya no podía aguantar más sus celos, lo único que
deseaba era que ese pequeño estorbo, (así era como veía Sebastian a
Elizabeth) se fuera de la mansión y que nunca volviera, y su deseo se
cumplió Lady Elizabeth se fue en su carruaje algo avergonzada por las
palabras de Ciel que le había susurrado, no fueron las palabras las que
la avergonzaron si no la cercanía que tomo Ciel para decírselas.
Ya
lejos el carruaje de Lady Elizabeth, Sebastian borro su sonrisa la cual
había estado fingiendo todo el tiempo que estuvo la niña y se dirigió
al estudio del conde, abriéndola de un solo golpe, que hizo saltar al
joven conde.
CAPITULO ~ 3 ''Celos''
-Que ocurre, Sebastian?!-dijo molesto el conde ante la intromisión del mayor- que manera es esa de en…..
Ciel
no alcanzo a terminar la frase cuando sus labios fueron fuertemente
invadidos por los de su mayordomo. Sebastian se había aproximado hasta
el sin que este se halla percatado.
El joven conde sorprendido
ante la situación trato de separarse del mayor, pero sus frágiles brazos
no fueron lo suficientemente fuertes para separarse de este, y sin
poder hacer nada mas, solo se dejo llevar por los exquisito y
apasionados besos de su amado.
Sebastian con fuerza tomo en
brazos al pequeño conde, para luego sentarlo sobre el espacioso
escritorio. Comenzó a quitarle la chaqueta verde musgo que llevaba de
una manera bestial (que hizo asustar un poco al menor)
<<¿Que
es esta sensación? , no me gusta, ¿Por qué siento este dolor en el
corazón?, ¿Por qué Sebastian se comporta así?>>
Sebastian
sin dejar de besar sus labios que estos simplemente eran como una droga
a la que quería ser adicto por siempre. Comenzó a desabrochar la
camisa del conde, arrancándosela haciendo que los botones de ella
salieran disparados hacia todos lados.
No alcanzo a realizar nada mas, ya que este acto hizo a Ciel volver en si y con todas las fuerzas que tenía empujo al mayor.
-Que es… lo que haces?!- pregunto agitado y con una expresión llena de temor.
Sebastian
al notar la expresión de miedo en su amo, un temblor recorrió su
cuerpo, sintió como algo se quebraba dentro del, algo que solo sentía
cuando veía a su amo sufrir, ni siquiera con sus amados gatos sentía esa
angustia. Sebastian quiso acariciar la mejilla de Ciel.
-Bochan, perdóneme, me descontrole le juro…..
-¡Urusai!
No quiero oírte- dijo el pequeño conde, golpeando la mano de Sebastian
antes de que este pudiera tocarlo, cuando unas pequeñas gotas comenzaron
a brotar de sus azulados ojos.
-Pero…
-¡Sal de mi estudio! No quiero verte en este momento.
-Bochan…
por favor perdóneme, pero es que verlo con la señorita Elizabeth, y que
usted le susurrara en su oído, me hizo enfurecer de gran manera, fue
una sensación que nunca antes había sentido.-se disculpaba completamente
afligido el mayor.
-Pero eso no te da el derecho de tratarme
así!-grito el conde mientras lloraba cada vez mas fuerte- Ahora sal de
aquí, es una orden.
-Yes, my lord-y sin decir una palabra más se dispuso a abandonar la habitación.
_____
Ya
era de noche y Ciel ya se encontraba en su habitación. No había visto a
Sebastian desde su discusión en el estudio. Mientras el ojiazul
esperaba a que Sebastian viniera a bañarlo y a vestirlo, pensaba en lo
que había sucedido en la tarde.
<<Sebastian en verdad
estaba celoso (un leve color carmesí invadió las mejillas del joven
conde), no debí tratarlo así, ahora no se cómo lo mirarlo a la
cara>>
En ese momento entra Sebastian haciendo una pequeña reverencia.
-Con su permiso bochan.- el tono y la expresión de Sebastian eran demasiado serios.
-Adelante
-Le preparare el baño, para que luego se acueste
Después
de bañarlo y vestirlo el azabache se dispuso a acostar a Ciel. Este
pensó en ese momento, que Sebastian diría algo para que las cosas se
arreglaran entre ellos, pero no fue así. Sebastian termino de arreglarlo
y se dirigió a la puerta, no sin antes darle las buenas noches con una
pequeña reverencia y salió de la habitación.
Ciel se sentía a morir de tristeza, creía que todo lo de ellos había acabado, solo por su culpa y su maldito orgullo.
___
Sebastian
se apresuro lo que más pudo para llegar a su habitación ya que sentía
que si no lo hacia regresaría a la habitación de su amo y se lanzaría a
besarlo y abrazarlo, pero el al mismo tiempo sabia que debía dejar pasar
un poco el tiempo para que a su amo se le pasara todo el enojo que
sentía hacia él.
Ya en su habitación cerró la puerta sin seguro,
se saco su chaqueta negra, la corbata y se abrió algunos botones del
cuello de su camisa. Luego se recostó en su cama, en lo único que
pensaba era en su amo en lo perfecto que era su cuerpo, en como lo
hipnotizaba con su olor, definitivamente era como su droga personal.
En
eso estaba cuando de repente sintió unos pasos, se levanto rápidamente
de la cama, cuando la puerta se abrió se llevo una gran sorpresa al ver
que era nada más y nada menos que su joven amo.
Estaba solo con su camisa de dormir, sus ojos estaban llenos de lagrimas, que al ver a su mayordomo brotaron aun mas.
-Joven…amo que hace…aquí?-pregunto el desconcertado azabache.
-Sebas….tian, sebas…tian…yo…yo- susurraba entre sollozos el pequeño, sin poder decir palabra alguna.
Sebastian
sonrió tiernamente y sin decir nada más se acerco al menor y lo abrazo.
Ciel se aferro a su camisa arrugándola como si esta se le fuera a
escapar. Sebastian tomo el mentón del ojiazul con su mano para que este
lo mirara a los ojos y con la otra mano limpiaba las lágrimas que caían
de los azulados y enormes ojos del conde.
-Bochan, no llore mas, yo siempre estaré con usted.
-Sebastian no te apartes nunca de mi lado, por favor.
-Jamás me iré de su lado, por eso bochan, no quiero que nadie lo toque, usted es y será solo mío
Terminado
esta frase, Sebastian comenzó a acariciar la mejilla del ojiazul, para
luego besar tiernamente los labios de Ciel. El cual acepto abrazándolo
por el cuello y enredando sus dedos por la suave cabellera del azabache.
-Bochan, lo amo, no lo olvide nunca-dijo luego de haberse separado por unos segundos de su boca.
Ciel
ante esta declaración, ya no sentía el dolor en su pecho, se sentía muy
tranquilo y en paz al lado de su mayordomo. Estas palabras ya las había
escuchado antes, pero seguía sintiéndolas como si fuera la primera vez.
Esta
vez Ciel tomo la iniciativa y beso al azabache, haciendo que este se
sorprendiera por unos pocos segundos. Pero poco le duro ya que lo tomo
en sus brazos haciendo que Ciel lo abrazara de las caderas con sus
piernas. Lo apoyo en la pared dando paso a unos besos más y más
apasionados.
Ciel comenzó a sentir la dureza en el pantalón del
mayordomo, a lo que su miembro también respondió. Rompieron el beso un
momento para tomar un poco de aire, sus respiraciones estaban muy
agitadas.
Sebastian sin dejar que Ciel se bajara de sus brazos
comenzó a besar su cuello haciendo que este soltara unos pequeños
gemidos, que volvieron loco al mayor, para luego besar nuevamente los
labios de su amo. Lo llevo hacia la cama y lo dejo caer suavemente
mientras el se sacaba la camisa y Ciel por su lado miraba atento los
movimientos de su mayordomo, sus ojos observaban detenidamente todo el
sensual y varonil cuerpo del mayor hasta que se detuvieron en su
entrepierna.
-Sebastian, te ayudo-le dijo mientras le desabrochaba el cinturón de su pantalón y se lo abría
Sebastian
al sentir como las pequeñas manos del menor rozaban su miembro lo
dejaron totalmente enloquecido. Ya no aguantaba más deseaba sentir el
cuerpo de su amo, deseaba besarlo y acariciarlo.
Sebastian esta
vez desvistió totalmente al ojiazul. Comenzó a besarlo en el cuello
haciendo que este soltara unos leves gemidos, bajo más hasta encontrarse
con sus pezones, los pellizcaba, los lamia, los succionaba haciendo
enloquecer al menor de excitación.
-Ahh sebas…tian
Bajo
aun mas hasta encontrarse con el miembro ya erecto del joven conde, lo
tomo entre sus manos y como si este fuera un dulce muy delicioso comenzó
a lamerlo.
-Ahh… Sebas…tian…no puedo…más.
-Espere un momento joven amo estoy recién comenzando- dijo el mayor con una sonrisa en
sus labios.
Luego introdujo el miembro en su boca provocando que el ojiazul soltara unos gemidos
muy
profundos y fuertes. El vaivén de abajo hacia arriba, hacia gemir aun
mas fuerte a Ciel, de no ser por que las paredes eran lo bastante
anchas, se gemidos se hubieran escuchado en toda la mansión
-Ahh… Sebas…tian…no puedo…mas!!-gritando esto al último, Ciel derramo toda su esencia en la boca de su amado.
Para Sebastian era imposible desperdiciar ese tan preciado líquido así que se lo trago sin desperdiciar una sola gota.
Ciel
después de haberse recuperado unos segundos comenzó a acariciar el
miembro de Sebastian haciendo estremecer a este, le bajo los bóxer y
dejando a la vista la gran erección del mayor la comenzó a lamer para
luego introducirlo en su pequeña boca.
Sebastian sentía que ya no
daba más la pequeña y estrecha boca de su amado era simplemente perfecta
y antes de que él se diera cuenta su esencia fue liberada en la boca de
ciel. Era primera vez que el terminaba en su boca.
-Bochan!!... lo siento mucho
Ciel trago ese liquido magistral haciendo que Sebastian quedara más que sorprendido.
-No tienes porque disculparte
Sebastian
atrajo a Ciel hacia él y después de abrazarlo comenzó a besarlo de una
manera apasionada pero gentil a las vez, se notaba el amor que sentían
el uno por el otro.
-Sebastian… quiero que me hagas tuyo de nuevo-susurro el ojiazul sonrojado hasta las orejas
-Lo hare mío cuantas veces usted quiera-le susurro en el oído con una sonrisa de alegría para luego besarlo en la frente.
Sebastian
comenzó a acariciar la entrada de Ciel haciendo que este se
estremeciera y dio paso a introducir un dedo provocando que el menor
soltara un pequeño gemido de dolor y gusto puesto a que aun no estaba
acostumbrado, luego de un buen rato introdujo un segundo y un tercero.
Sebastian
viendo que su amo ya estaba listo lo acomodo dejando las piernas del
ojiazul a la altura de sus hombros para luego introducir de una sola
embestida su miembro en la entrada de Ciel, el vaivén de caderas era
realmente exquisito ambos gemían con una pasión y una lujuria que era
muy difícil no envidiarlos. Siguieron así un buen rato hasta que ninguno
de los dos pudo más.
-Ahhh…Sebas…tian no… puedo…mas!!!
-Ahhh…juntos… ahora…bochan!!!
-AHHH!!! (Juntos)
Sebastian
derramo toda su esencia dentro de Ciel y este encima del mayor. Ambos
se dejaron caer sobre la cama de Sebastian exhaustos. Sebastian salió
del ojiazul y comenzó a besarlo tiernamente.
-Te amo… Sebastian no lo olvides nunca.
-Yo lo amo mas bochan
Ambos se abrazaron fuertemente como previniendo que ninguno de los dos se escapara y así se quedaron profundamente dormidos.
CAPITULO 4 ~ "APARICIÓN"
Un suave aliento nocturno, una brisa mortífera, que
ni siquiera el hermoso cielo nocturno pudieron acallar. Ideas amargas y
obscuras se hicieron presente en esa gran mente retorcida, que solo
caminaba por una noche sin fin recordando lo observado unos minutos
atrás y tratando de calmar sus ansias de sangre.
Flashback
-Ahhh…Sebas…tian no… puedo…mas!!!
-Ahhh…juntos… ahora…bochan!!!
-AHHH!!! (Juntos)
Sebastian
derramo toda su esencia dentro de Ciel y este encima del mayor. Ambos
se dejaron caer sobre la cama de Sebastian exhaustos. Sebastian salió
del ojiazul y comenzó a besarlo tiernamente.
-Te amo… Sebastian no lo olvides nunca.
-Yo lo amo mas bochan
Fin del flashback
Jamás
pensaron siquiera, que esa mente retorcida los estaría observando,
cautelosa y sigilosamente, esperando el momento oportuno para atacar.
Pero ese no era el día, debía prepararse y prepararles una increíble
sorpresa que los hiciera retorcerse de dolor.
Llevo su brazo
derecho hasta su boca y con un rápido gesto mordió su muñeca hasta
sangrar, esta la derramo frente a la mansión escribiendo las iniciales
“S x C”, dando aviso a que su venganza había comenzado. Para luego
desaparecer entre la obscura noche.
_________
-Sebastian,
que ocurre?- pregunto el ojiazul luego de despertarse y ver que el
azabache se encontraba frente a su ventana, con una mirada muy seria.
-No
es nada, bocchan- respondió este saliendo de su trance, regalándole una
sonrisa amable a su amo- creo que es hora de ir a dejarlo a su
habitacion, usted debe descansar, además si seguimos asi ‘’ellos’’
comenzaran a sospechar (por ellos se refiere a Maylene, Finnian y Bard).
Ciel
solo lo observo, el no quería irse pero esta vez acepto, era cierto lo
que decía Sebastian si seguían asi los sirvientes comenzarían a
sospechar y eso no seria bueno. Además, el seguía en la habitación de su
mayordomo, al percatarse de ese pequeño y gran detalle sus mejillas se
tornaron de un rojo carmesí que le fue imposible disimular.
Sebastian
al notar el sonrojo de su amo no pudo evitar sonreir, era algo que en
verdad le gustaba ver, a su amo avergonzado hasta el punto de que sus
orejas se tornaran rojas.
Sebastian comenzó a acercarse a la cama
donde se encontraba su querido bocchan, sigilosamente casi como
imitando a un gato, Ciel al percatarse de la situación no se le ocurrió
nada mas, que esconderse bajo las sabanas blancas, haciendo que
Sebastian sonriera aun mas, esto en verdad le gustaba.
-Bocchan no se esconda, vamos muéstreme su rostro.
-No quiero!!
Al
lujurioso mayordomo no se le ocurrió nada mas, ni nada menos que jugar
un poco con el ojiazul, ya que este sabia del temperamento de su amo y
sea como sea lo haría salir de su escondite por su propia voluntad.
-Ahh… bocchan cuando lamia sus pezones se veía realmente bello y cuando comencé a lamer su pe…..
-Que
estas dicien…..!!!!!- grito ciel luego de salir entre las sabanas, para
ser sorprendido por el apasionado y lujurioso beso que su mayordomo le
entrego, haciendo estremecer al pequeño.
-Ahh bocchan, usted sí que es un chico precoz-decia con una sonrisa bastante lujuriosa.
-Cállate…
y tu sí que eres un mayordomo pedófilo-le respondió sin mirarlo a la
cara.-bueno, ya es hora de que me vallas a dejar a mi habitación.-dijo
mientras extendía sus brazos para que Sebastian lo cargara.
-Yes, my lord- realizo una reverencia, para después cargar al ojiazul.
Ya
en la habitación de ciel, Sebastian se dispuso a cambiarle la camisa de
dormir, por otra limpia pero al desvestirlo no pudo evitar detenerse al
ver el cuerpo desnudo del pequeño, sus ojos comenzaron a tornarse de un
intenso color rojizo, que comenzaron a gravar cada parte del cuerpo del
menor, este al ver la reacción del mayor se sintió avergonzado y trato
de hacer despertar al azabache de su trance.
-Sebastian, tengo frio.
-Lo
lamento bocchan- se disculpo el mayor tras despertar de su trance- es
que ver su delicado cuerpo, me hace perder la cabeza.- respondió
formando una sonrisa en sus hermosos labios.
-Ttkss…. No digas tonterías…. Y vísteme luego.
-No
digo tonterías bocchan- respondió, mientras se acercaba al ojiazul,
haciendo que este se recostara por completo en la espaciosa cama.
-Q…Que haces…?.
Sebastian
solo ignoro la pregunta del ojiazul, ya que comenzó a lamer y
mordisquear el lóbulo de la oreja del menor, para luego bajar hasta su
cuello y terminar besando sus labios.
-Como le dije bocchan, no digo tonterías- le susurro en el oído, luego de deshacer el beso.
-Idiota…. deja de… jugar….y vísteme- le respondió el agitado y sonrojado niño tras volver a sentarse sobre la cama.
-Yes, my lord.- dijo, mientras realizaba la respectiva reverencia hacia el menor.
Lo
vistió y acomodo en su cama, para luego besar tiernamente su frente y
con esto se dispuso a salir de la habitación de su amo, pero fue
detenido por la pequeña y delicada mano del ojiazul que se aferro a la
manga de la camisa del mayordomo.
-No te vallas aun… quedate
hasta que me duerma- dijo, sin mirar la cara del azabache.- apartanose a
un lado para que Sebastian se acostara con el.
-Yes, my lord- respondió ante la petición del ojiazul, realizando la habitual reverencia.
Sebastian
se recostó al lado de su amante, mientras que Ciel no hallaba que hacer
estaba tan contento por su reconciliación, que casi no pudo dormir de
la felicidad, sin mencionar también que estaba mas que avergonzado,
puesto que se encontraba al lado de su mayordomo y el amor de su aun
corta vida y todo este conjunto de emociones se vieron reflejados en las
delicadas y palidas mejillas de porcelana del muchacho.
Sebastian
al percatarse del notorio tono carmesí en las mejillas de su amo esbozo
una leve sonrisa y de un solo tiron acerco a ciel a su lado haciendo
que la cabeza del ojiazul quedara ensima de su pecho. Y asi ambos se
quedaron dormidos.
En la mañana Sebastian como de costumbre
se despertó primero que ciel y sin que este se despertara salió de la
habitación, para realizar las tareas de la mansión.
Comenzó limpiando
la cocina, luego el la sala, el estudio, la biblioteca y cuando se
dispuso a limpiar el jardín la imagen de que encontró hizo que su
expresión cambiara a una totalmente obscura y seria sus ojos comenzaron a
brillar de un color carmesí intenso. Eran las iniciales “S x C” con
sangre, su mirada fue interrumpida cuando se dio cuenta de que ya era
casi la hora de despertar a su amo y sin que nadie se diera cuenta
comenzó a limpiar las manchas de sangre, definitivamente su amo no debía
saber lo ocurrido.
Pasaron dos semanas
luego de la reconciliación entre Ciel y Sebastian. Todo seguía como
siempre maylene corriendo por la casa y tropezándose con todos los
muebles y alfombras de la mansión, Finnian jugando con pluto, Bard
queriendo quemar toda la cocina y tanaka-san como de costumbre con su
respectivo té y sus eventuales risas.
Esa mañana, Ciel recibiría
una visita de su prometida, algo que en verdad le daba dolor de cabeza y
que a su mayordomo no le agradaba en lo mas mínimo ya que de tan solo
ver que la pequeña niña de cabellos dorados, se acercaba a su Ciel, a el
le hervía la sangre de gran manera, pero claro como un buen
mayordomo-demonio debía disimularlo.
Los celos de Sebastian no le
eran indiferentes a Ciel es mas el disfrutaba mucho ver al azabache
reaccionando de esa manera, adoraba hacer enojar al mayor ya que luego
las reconciliaciones rebozaban de fogosidad y lujuria. Pero como también
es claro, el no podía dejar de actuar como siempre, como el niño
terriblemente orgulloso al que no le importaban ese tipo de
“insignificancias”.
La pequeña Elizabeth debía llegar a eso de
las doce del dia y como es de costumbre Sebastian debía tener listo todo
antes de que la señorita llegara, no porque le agradara atenderla bien
si no porque era solo un simple mayordomo-demonio.
Eran las once y
media de la mañana y Ciel se encontraba en su estudio leyendo y
firmando unos papeles de préstamos que le fueron solicitados, otros de
la fabrica phantomhive y asi un sinfín de papeles que a el le resultaban
bastante latosos, pero que los manejaba a la perfeccion, cuando suena
la puerta.
-Adelante.
-Con su permiso, solo vengo a avisarle que en unos minutos mas llegara la señorita
Elizabeth.
-Ohh,
bien, entonces terminare con esto rápido- dijo el ojiazul sin mirar al
azabache, fijando su vista en los papeles que tenia sobre su escritorio,
sin percatarse que este se acerco a el quedando a escasos centímetros.
-Espero
bocchan, que no realice nada indebido con la señorita Elizabeth-susurro
el mayor en el oído del pequeño, haciendo a este alejarse de manera
automática.
-Q…Que estas disiendo??!!- exclamo Ciel ante la cercanía y lo dicho e su mayordomo.
-No
olvide que usted es solo mio- dijo esbozando una sonrisa en sus labios,
a medida que se iba a acercando al ojiazul acorralándolo en su silla,
dejándolo sin escapatoria.
-Hablas como si yo fuera un objeto.
-Claro
que no joven amo, usted es mio, solo mio y no permitiré que nadie lo
toque-dijo, recargando mas la voz en estas ultimas 3 palabras-ademas
usted mismo lo ha dicho y me a pedido que lo haga mio.
-Como te atr…
El
ojiazul no alcanzo a terminar su frase, cuando sus labios fueron
invadidos por los labios de su mayordomo, formando un un beso pasional y
tierno a la vez, sus lenguas se juntaban haciendo un verdadero
espectáculo, haciendo mas pasional el beso el cual fue interrumpido por
el llamado de la puerta. Sebastian estaba disfrutando tanto el beso que
le proporcionaba su querido amo, que no se dio cuenta de que maylene se
acercaba al estudio.
Rápidamente se separaron, ciel trato de
tranquilizar su respiracion un poco cosa que le fue imposible en tan
poco tiempo y Sebastian solo lo miraba con unas ganas enormes de reir
ante la asustada reacción de su amo.
-Adelante- grito el ojiazul con la la respiración aun un poco agitada.
-Con su permiso bocchan.
-Que quieres.
-Solo vengo a avisarle que la señorita Elizabeth ya esta aquí.
Sebastian
realmente sorprendido miro la hora y se dio cuenta de que aun faltaban
veinte minutos para que fueran las doce y aun el almuerzo no estaba
totalmente listo.
-Gracias maylene, puedes retirarte-dijo el conde regalándole una sonrisa a la joven de cabellos rojos.
Esto molesto un poco a Sebastian, pero no era tiempo para escenas de celos debía terminar rápido con la comida.
-Vamos Sebastian, es hora de que vea a mi prometida-dijo mostrando una mueca de disgusto.
-Yes, my lord.
_________________
Ya en la sala Ciel se encontraba bajando las escaleras cuando un agudo ruido se escucho retumbar en toda la mansión.
-Ciiiiiiieeeeelllll!!!!-fue
lo único que pronuncio la pequeña niña de ojos esmeralda, antes de
lanzarse a los brazos del ojiazul.
-Lizzy… me… estas… asfixiando!!
-Ohh…
lo siento mi querido Ciel, pero es que estoy muy feliz de verte-dijo la
niña, para luego besar fugazmente la mejilla del conde, haciendo que
este se sonrojara.
Esta acción hizo enfadar realmente a Sebastian
que se encontraba parado a unos pasos atrás de Ciel observando en
primera fila el beso que la pequeña le había dado a su Ciel, mientras se
encontraba apretando su puño derecho asiendo que su guante se rompiera
por la fuerza con la que el presionaba.
Durante todo este tiempo
Sebastian se percato de que la niña no había venido sola, si no que esta
vez venia con su sirvienta Paula, ella ya había venido a la mansión un
par de veces pero esta vez ella se veía diferente, tenía una mirada fría
y distante ante la situación, pero como ella le era indiferente no le
tomo mucha importancia.
-Ciel hoy vine para que me enseñes a jugar ajedrez-dijo esbozando una gran sonrisa.
-Pero,
eso es tiempo perdido, jamás aprenderás, es un juego muy difícil para
que tu lo entiendas-respondió sin mirar a la pequeña.
-Buuaahhh, Ciel… eres…. muy… cruel!!
-Esta bien, te enseñare- respondió luego de lanzar una suspiro, para luego acariciar la
cabeza de la niña-pero prométeme que no volverás a llorar, ok.
-C…Claro- respondió la niña luego de secarse las lagrimas.
CAPITULO ~ 5 ''P.D. CARTA''
-Paula, ven acompáñame también quiero que
aprendas-dijo la pequeña tomando la mano de la joven que aun se
encontraba parada en la entrada de la mansión.
-S…si claro
señorita Elizabeth-respondió la chica luego de salir de su trance y
dedicándole una falsa sonrisa que solo Sebastian pudo notar.
Pov. Sebastian
Que
es lo que le ocurre a esa chica, ja! Por lo visto no es tan amable y
honesta como todos creen, pero bueno que me interesa a mí, lo único en
lo que debo preocuparme es que ese estorbo no se acerque mucho a mi
joven amo
Fin del pov Sebastian
-Cieeeel!!!,
vamos, no hay que perder tiempo- expreso la pequeña tomando la mano del
conde, para luego dedicarle una deslumbrante sonrisa.
-Ma….Matte….Lizzy-
respondió el ojiazul al ver cómo era forzado a subir las escaleras de
la mansión, para luego dirigirse al estudio de esta.
-No hay nada
que esperar mi querido Ciel, además debemos aprovechar todo el tiempo
que estemos juntos- dijo mientras nuevamente esbozaba una deslumbrante
sonrisa y esta vez se abrazaba al brazo izquierdo del ojiazul.
Bueno
y ya saben cómo debe haberse sentido Sebastian en ese momento. Ya no
solamente quería apartar a la rubia de su amado bocchan, si no que ella
ya había pasado todas las barreras para que su celos fuera aun mayor,
mira que andar tomando las manos del chico que en verdad le pertenecía a
él y no a ella, ya que solo ellos solo eran prometidos de palabra. Pero
él había visto, sentido y besado a ese pequeño. Si ese niño le
pertenecía. Era la primera vez que Sebastian deseaba deshacerse de una
persona sin la necesidad de comer su alma. Era primera vez que Sebastian
sentía tantos celos, sin poder evitarlos.
-Sebastian!-llamo el
joven conde, al darse cuenta de la reacción de su mayordomo cuando la
niña de ojos esmeralda se colgó de su brazo.
-Si, bocchan.
Ciel
se soltó de los brazos de la rubia con delicadeza y se aproximo a donde
se encontraba el mayordomo, indicándole que se inclinara un poco para
quedar a su altura y así poder susurrarle estas palabras.
-Adoro cuando te pones celoso, pero aun así no quiero que te preocupes, tú sabes que solo te pertenezco a ti.
Esta
última frase hizo que el mayordomo se sorprendiera ya que nunca creyó
que su amo fuera tan osado para decir algo así. Y un leve sonrojo se
hizo notar en el rostro del mayor el cual disimulo muy bien ya que el
único que lo pudo notar fue Ciel que se encontraba a unos cuantos
centímetros de rostro.
-ah! Sebastian también quiero que lleves
té y algunos postres a mi estudio, entendido?-dijo el ojiazul luego de
separarse de su mayordomo, haciendo despertar al mayor.
-yes, my lord.
-Está bien, vamos Lizzy, como tú has dicho no hay que desperdiciar el tiempo que tenemos juntos.
-S…Si!!
Pasaron las horas y aun ambos jóvenes se encontraban en el estudio de la mansión.
-Neehh Ciel, no entiendo!!
-Lizzy,
presta atención, es imposible que aprendas si te distraes con cualquier
mosquito que aparezca- exclamo el ojiazul, luego de soltar un
suspiro-Parece que tenía razón es imposible que tú puedas aprender un
juego como este.
-Neehh ciel no seas tan cruel- respondió la pequeña haciendo una morisqueta.-Paula-san tú has podido entender?
-Más
o menos señorita, la verdad es que no soy muy buena con los juegos de
mesa.- respondió la joven con un tono ligeramente serio.
-Bueno, sea como sea estoy cansado y no quiero seguir con esto.
<<Suena la puerta>>
-adelante!
-Joven amo, siento molestarlo.
-Que quieres Sebastian?
-Lo
que sucede es que le ha llegado una carta- dijo, para luego entregarle
la carta y quedarse parado al lado del ojiazul como de costumbre.
La
carta no decía quien la había enviado y tampoco Sebastian supo quien la
había dejado, solo la encontró tirada en la gran puerta de entrada a la
mansión. Al abrirla decía << Invadido por el amargo
dolor de la soledad, tu sangre impura solo vera la oscuridad y tu sucia
alma será extirpada>>.
Era primera vez que al joven conde
le llegaba algo así, no sabía si había sido una broma de pésimo gusto o
una amenaza en la que debería poner atención. Se dio cuenta que en una
de las esquinas de la carta había un símbolo muy extraño tenía cuatro
círculos uno más pequeño que otro y en el centro había una gran estrella
de de siete puntas, era un símbolo muy parecido al que tenía en su ojo.
-Sebastian, quien ha enviado esto.
-Lo
siento bocchan, pero esa carta la encontré en la entrada de la mansión,
así que no pude saber quien la envió o dejo allí.-se disculpo el mayor
al ver que la cara del ojiazul había cambiado de una total serenidad a
una llena de preocupación y frialdad.
Mientras tanto la pequeña
de ojos esmeralda observaba la situación, sin entender nada. Que es lo
que ha pasado?, Quien envió esa carta? y por qué se la envió a su
prometido?.
Eran preguntas que rondaban por su inocente mente.
En
este momento Ciel ordeno a Sebastian a que abandonara la habitación,
para que así el pudiera hablar a solas con lady Elizabeth. Paula también
abandono la habitación unos segundos después de Sebastian pero al
cerrar la puerta del estudio, no hayo rastro del mayordomo.
<<Al
fin comenzare con mi venganza- pensó la joven esbozando una cínica
sonrisa- al parecer no me recuerdas Sebastian querido, era de esperarse
ha pasado más de un siglo desde la última vez que nos vimos, ah y claro
mi cuerpo no era este. Te hare sufrir en carne propia todo lo que me
hiciste sufrir a mí y que mejor platillo para comenzar que tu amado
bocchan>>.
-Lizzy… Lizzy.
-Mmm… ah…que??-respondió la pequeña luego de que la obligaran a salir de sus pensamientos.
-Lizzy, lo siento pero se me ha presentado un imprevisto.-explicaba el conde- por lo cual estaré ocupado el resto de la tarde.
-No
tienes de que preocuparte, yo se que eres un hombre muy ocupado mi
querido Ciel,-respondió la pequeña ante la indirecta del ojiazul- pero
no pienses que he quedado satisfecha con lo de hoy, tendrás que
enseñarme sea como sea a jugar ajedrez, me lo prometiste.
-Por supuesto… (Suspiro) soy el conde Ciel Phantomhive y como tal, siempre cumplo con mi palabra.
-Está bien, ya es hora de que me valla, por cierto donde se fueron Sebastian y Paula.
-Ah
no te preocupes yo les pedí que se retiraran por un momento mientras
hablábamos. Pero no te preocupes los llamare enseguida, por lo mientras
bajemos al salón, te parece.
-Nhh… Sii.
Ambos salieron de
la habitación, caminaron por los pasillos sin decir palabra alguna y
llegaron hata las enormes escaleras. Cuando dispusieron a bajarlas, el
pie de la pequeña de ojos esmeralda se tropezó con su largo vestido
rosa, haciendo que esta se desestabilizara y callese. Pero antes de que
pudiera llegar al suelo, el joven conde en un acto para ayudarla, la
abrazo haciendo que esta callera encima de su delicado cuerpo.
Mientras
tanto Sebastian se encontraba en la cocina preparando la cena puesto a
que los sirvientes, se habían marchado a la ciudad para comprar las
cosas que hacían falta en la mansión, cuando de pronto escucho un gran
estruendo, era Elizabeth que lloraba.
<<Que le pasara a esa niña ahora>>
-Ciel, por favor responde!!, Ciel!!!
Al
escuchar que la pequeña nombraba a su amo, algo en el corazón del mayor
se apretó, fue como si punzaran su corazón con mil agujas. No pasaron
ni cinco segundos, cuando el azabache ya se encontraba en el salón.
Ciel
se encontraba en el suelo sin reaccionar, mientras Elizabeth se
encontraba arrodillada al lado de su prometido con los ojos llenos de
lágrimas. Al darse cuenta de la presencia del mayordomo trato de
explicar lo que había sucedido, pero le fue imposible, ya que dichas
lagrimas comenzaron a salir con mayor fuerza.
-Ahh… Lizzy… deja de hacer tanto escándalo-dijo el conde recobrando el conocimiento, pero que aún seguía acostado en el suelo.
-Bocchan!,
como se encuentra?, se siente bien, le duele algo?-pregunto el
preocupado mayordomo que había quedado en estado de shock al ver a su
amo tirado en el suelo.
-Tks… no te preocupes tanto solo me caí.
-Ciel!!! Perdóname si yo no hubiera sido tan torpe, jamás te hubieras lastimado.-se disculpaba la pequeña entre sollozos.
Ciel solo se limito a acariciar la cabeza de la pequeña niña, que lloraba a mares sin parar.
-Sebastian, ayúdame creo que me lastime el tobillo.-dijo el menor tratando de sentarse.
___________________
Efectivamente,
cuando el médico lo examino, le dio su diagnostico que constaba en un
esguince a nivel del tobillo, y que además debería tomar reposo absoluto
mínimo por tres días.
Elizabeth y Paula ya se habían marchado
hace una media hora. Mientras Sebastian acompañaba al doctor a la
puerta, Ciel se preparaba para salir de la habitación en dirección a su
estudio para investigar más a fondo la carta que le había llegado hace
unas horas atrás. En eso estaba cuando Sebastian entra a su habitación.
-Bocchan, que es lo que hace?-pregunto el mayor, ya sabiendo la respuesta.
-Lo que ves, hay que investigar sobre quien me envió esa carta.
-bocchan tan testarudo como siempre, el doctor le dijo que debe guardar reposo absoluto.
-Sebastian, tu sabes que eso es imposible, sería una gran pérdida de tiempo.
Sebastian
comenzó a acercarse a Ciel sin que este se diera cuenta ya que se
encontraba de espaldas a él. Cuando ya estaba a escasos centímetros del,
lo abrazo.
-bocchan no sabe lo preocupado que estaba?? Jamás pensé que este sentimiento pudiera existir en mí.
Ciel
con esta acción demostrada por su mayordomo se sonrojo de gran manera,
que le fue imposible pronunciar palabra alguna. Y solo se voltio
quedando frente al azabache para luego besarlo en los labios, era un
beso tan suave lleno de ternura, que poco a poco se fue tornando mas
acalorado.
Sebastian acariciaba el cuerpo del menor, pero se
detuvo para tomar con una de sus manos la nuca del menor y con la otra
su cintura, haciendo que el beso tuviera más pasión, lentamente
introdujo su lengua en la cavidad bucal de Ciel, haciendo contacto con
la del menor, acariciándola suavemente. Solo se separaron por unos
segundos para tomar un poco de aire, uniéndose nuevamente en el
apasionado beso.
Sebastian comenzó a recorrer el cuello del Ciel
dejando pequeñas marcas de saliva, daño paso a morder el lóbulo de este
haciendo que este se agitara y tuviera pequeños espasmos. Al ver la
rápida reacción de su amo Sebastian siguió besando cada centímetro del
cuello de Ciel, y luego de quitarle el camisón que tenía que haberse
puesto para que el médico lo examinara, bajo hasta su torso y se detuvo
para juguetear con sus pezones. Mientras lamia y succionaba uno de los
pezones, el otro era pellizcado suavemente con sus dedos. Así estuvo un
buen rato, ya que el ojiazul soltaba pequeños gemidos que enloquecían al
mayor.
-Ahh… Sebastian... no podemos… seguir… con esto.- decía el agitado conde con palabras entrecortadas debido a la excitación.
-Bocchan no creo… que le ocurra nada a su pie si continuamos.
Luego
de decir esto Sebastian bajo hasta la intimidad de Ciel, que aun estaba
cubierta con el estorboso pantalón. Luego de quitárselo y quitar la
ropa interior de este, se dispuso a tomar el miembro de Ciel con una
mano mientras con la otra le daba suaves masajes en la punta de este,
provocando que el líquido pre seminal saliera. Ciel trataba de ahogar
sus gemidos y Sebastian se dio cuenta de esta acción y en una rápida
reacción se introdujo el miembro del pequeño a la boca haciendo suaves
movimientos al principio para luego aumentar de velocidad, apretando de
vez en cuando con su boca el miembro del ojiazul. Ciel ya no podía
ahogar su gemidos que esta vez retumbaban en toda la habitación, es mas
en toda la mansión, era una ventaja el hecho de que ninguno de los
empleados estuviera en la mansión.
-Ahh…. Sebas…tian…ya…n…no… puedo… mas.
Sebastian
haciendo caso omiso al comentario del ojiazul siguió y ahora con más
rapidez masturbando y lamiendo el miembro del menor.
-Ahh…Sebastian….me…corroo!!!!
Sebastian
aun con el miembro en su boca comenzó a tragar todo el ese liquido
magistral para él, pero un hilillo de él se asomo por el extremo de su
boca, y limpiándose delicadamente con un dedo elimino todo residuo de su
rostro para luego comerlo también.
El pequeño ojiazul solo
miraba avergonzado lo que hacía su pareja, aun estaba agitado y
excitado, sus mejillas se encontraban extremadamente rojas y su
respiración aun no se tranquilizaba.
Sebastian comenzó a quitarse
la chaqueta negra que llevaba, luego su corbata en ese momento se
sorprendió al ver que Ciel lo ayudaba a desabotonarse la camisa sin
embargo como estaban de pie aun, no alcanzo a desabotonar los dos
últimos botones que se encontraban cerca de su cuello, provocando que
Sebastian dibujara una leve sonrisa de alegría en su pálido rostro. Este
lo cargo en sus brazos afirmándolo de su trasero, y haciendo que el
menor se abrazara a su cintura con sus piernas, quedando a la altura de
su rostro y así poder terminar de desabotonar los dos últimos botones
restantes.
Luego de deshacerse de la estorbosa camisa y también
del pantalón y la ropa interior, Ciel comenzó a masturbar al mayor con
sus pequeñas manos, provocando que Sebastian enloqueciera de placer.
Pero su placer fue más cuando Ciel se introdujo el gran miembro del
mayor en su boca haciendo suaves movimiento de arriba hacia abajo pero
movimientos muy profundos.
Sin que Sebastian pudiera terminar, levanto al pequeño para darle un tierno beso pero lleno de pasión por el acalorado ambiente.
Sebastian
nuevamente cargo al pequeño en sus brazos y con un rápido movimiento lo
apoyo en una de las paredes de la habitación, mientras besaba a Ciel,
introdujo uno de sus dedos en la entrada de Ciel, provocando que este
soltara un agudo gemido de dolor y excitación, comenzó a moverlo
suavemente y luego fue incrementando la velocidad, luego introdujo un
segundo y más tarde un tercero, estuvo así por unos minutos y antes de
que el pequeño pudiera terminar, introdujo de a poco su miembro dentro
de Ciel.
Comenzó con estocadas cortas y lentas.
-Sebastian…más… rápido.- pedía el ojiazul con los parpados fuertemente cerrados.
Al
no negarse ante la petición de su amo Sebastian comenzó a dar estocadas
más y más fuertes, Ciel también había comenzado a auto penetrarse,
necesitaba sentir ese clímax que solo su mayordomo sabía concederle.
Ciel
se abrazo al cuello del mayor tomando pequeños mechones del cabello del
azabache y esto le dio oportunidad a Sebastian de soltar un poco al
menor y comenzar a masturbarlo.
El calor de la habitación ya se
le hacía insoportable. Y luego de unos minutos ambos llegaron al
orgasmo, Ciel se corrió nuevamente por segunda vez pero esta vez encima
del mayor y este dentro de Ciel.
Sebastian sin salir aun de Ciel
camino hacia la cama con el ojiazul aun en los brazos y lo recostó en la
espaciosa cama. Ciel se hizo a un lado indicándole al mayor que también
se recostara, el cual acepto felizmente. Ambos yacían recostados y
Sebastian atrajo hacia si el pequeño y delicado cuerpo del ojiazul,
haciendo que este se quedara dormido en un profundo sueño. Pero
Sebastian esta vez no pudo dormir ya que pensaba en la misteriosa carta
que le había llegado a su amo, no quería ni imaginar lo que se proponían
a hacerle, sin duda asesinaría a cualquiera que le quisiera poner un
dedo encima a la primera persona que había amado.
~~ CAPITULO 6 SIN MASCARAS ~~
La melodía matutina de los gorriones por la mañana,
despertó al joven conde que se encontraba en su habitación descansando
luego de la agitada noche que había tenido con cierto mayordomo. Lo
habían hecho por horas por lo cual no se dieron cuenta del tiempo.
Lentamente
se movía en su enorme cama, refregando sus ojos con ambas manos,
mientras emitía pequeños sonidos. Abrió sus ojos lentamente y extendió
su brazo derecho para encontrar a la persona con la que había pasado la
noche, pero se dio cuenta de que ya no estaba. Trato de sentarse
rápidamente pero un agudo dolor en sus caderas se lo impidió, haciéndolo
volver a su postura inicial.
Comenzó a masajearse para apaciguar un poco el dolor, mientras lentamente retomaba la acción de levantarse.
Aun
estaban cerradas las cortinas en su habitación. Se acerco hacia la
enorme ventana de su habitación, para mirar hacia afuera. Al abrirla lo
que encontró fue una mañana hermosa, las aves revoloteaban buscando
alimento para sus pichones, se escuchaba el sonido que emitían los
insectos, mientras el viento pegaba suavemente por las pálidas y
delicadas mejillas del joven.
Lentamente Ciel se alejo del
ventanal y se dirigió hacia el mueble que se encontraba al lado de su
cama, levanto el fino reloj que se encontraba encima de este y al darse
cuenta de la hora que era, su cara paso de una enorme paz a una
extremadamente seria. Jamás pensó que en su vida dormiría tanto, ya era
mediodía y el aun estaba en camisón.
<<Maldito Sebastian, porque mierda no me despertó>>.
Sin
esperar más comenzó a hurguetear en el enorme ropero que se encontraba
en su habitación, buscando algo que ponerse. No tenía la intención de
llamar a su mayordomo, ya que se sentía muy enojado y sentía que si lo
veía le lanzaría cualquier objeto que tuviese al alcance de su mano. Su
búsqueda se detuvo al encontrar un traje que le gustaba, no tenía nada
fuera de lo normal, solo lo eligió al pensar que sería fácil de colocar.
Lo aproximo hasta su cama dejándolo encima de esta, mientras comenzaba a
sacarse el camisón de dormir.
Mientras tanto Sebastian se
encontraba en la cocina preparando el almuerzo. Se había levantado muy
temprano, incluso antes de que saliera el sol, no había dormido muy bien
por la preocupación. A escondidas de su amo, había tratado de
investigar el origen de la carta enviada el día anterior, quedo muy
insatisfecho al no encontrar ningún tipo de información relevante y
quiso pensar que todo solo había sido una broma de mal gusto.
Sus
actividades se detuvieron, cuando escucho un gran estruendo proveniente
del segundo piso de la mansión, para ser más exacta, de la habitación
de Ciel. Sebastian al ser un demonio pudo identificar al instante de
dónde provino el gran ruido. Una gran preocupación lo lleno por dentro y
rápidamente tiro encima del mueble el cuchillo que estaba ocupando y en
menos de tres segundos se encontraba fuera de la habitación de Ciel.
Ni
siquiera se atrevió a golpear, ya que de un solo golpe abrió la puerta.
Y lo que encontró, hizo que su corazón comenzara a latir nuevamente y
diera paso a dibujar una tierna sonrisa en sus hermosos labios. Ciel se
encontraba en el suelo quejándose y masajeándose con una mano la parte
alta de su trasero, sus ropas estaban todas desaliñadas. Su camisa toda
arrugada, la corbata tenía un pésimo nudo. Lo único que estaba en orden
era su pantalón corto.
Sebastian solo miro con ternura y algo de gracia a su amo, que por lo que se veía estaba muy enojado.
-Sebastian, vísteme- dijo el conde, aun sentado en el suelo y sin mirar al azabache.
-Yes, My Lord.
Sebastian
se aproximo al conde y lo cargo en sus brazos, dirigiéndolo hacia la
cama. Lo sentó y comenzó a vestirlo. Mientras tanto Ciel no le dirigía
la vista en ningún momento tratando de ocultar el sonrojo de sus
mejillas, acción que fue en vano.
-Sebastian, por que no me despertaste?
-Me disculpo bocchan, pero no creí que fuese necesario puesto a que debe guardar reposo.
-Tskk… tonterías, debo trabajar, esos papeles no se firmaran solos.
-Lo
lamento, pero debo insistir bocchan, usted tiene lastimado el tobillo
por lo cual debe quedarse en cama hasta que el doctor diga lo
contrario.-dijo el Sebastian, para luego esbozar una gran sonrisa-
Además ayer tuvimos una noche muy agitada.-esto último lo dijo con un
particular tono en su voz, deseo.
Estas palabras causaron que
el joven conde se sonrojara aun mas, y en un acto desesperado de
ocultar su rostro, se movió rápidamente (eso pensó el ya que con un
tobillo lastimado y una intensa noche anterior, no era mucha la
movilidad que tenía), para meterse bajo las blancas sabanas de su cama,
pero una gran punzada en su pie se lo impidió y un fuerte quejido no se
hiso esperar.
-Ahhh!!- se quejo el Ciel, mientras se aproximaba a tomar su pie con ambas manos, el cual se encontraba cubierto con vendas.
-Bocchan,
no se mueva!- exclamo el preocupado mayordomo, luego de ponerse de pie
increíblemente rápido, para poder aproximarse al lugar en donde estaba
Ciel.
-Estoy… bien, no tienes… porque preocuparte.- dijo Ciel, dedicándole una agitada mirada con una mezcla de dolor y vergüenza.
-Como
se lo dije bocchan, usted debe guardar reposo.- susurro Sebastian,
mientras se inclinaba a la zona más baja de Ciel, tomando el pie derecho
de este para luego darle un tierno y profundo beso.
No
importo la presencia de las vendas Ciel sentía como ese tierno beso
quemaba su piel, su sonrojo ya era imposible de ocultar, ya que el
fuerte tono carmesí estaba presente hasta en sus orejas. Su respiración
estaba demasiado agitada tanto así que sobrepasaba el doble de lo
normal.
-Que dice bocchan, se quedara en su cuarto?? O
seguirá insistiendo en descuidar su salud?.- pregunto el mayor cerrando
sus ojos y mostrando una tierna sonrisa.
-Por qué siempre haces cosas que me avergüenzan?- refunfuño el ojiazul con la mirada hacia el suelo.
-Solo hago lo que el joven amo quiere.- respondió el azabache, luego de levantarse para quedar a un lado de la cama de Ciel.
-Yo jamás te pedí que me besaras!!!.- exclamo Ciel, tratando de fulminar con la mirada al azabache.
-Jamás
dije que lo haya dicho con palabras, pero si lo dijo con su mirada.-
dijo Sebastian mientras se inclinaba hacia el menor para luego posar sus
labios en los de su amante y comenzar un apasionado beso, que ambos
pedían a gritos.
Pov de Ciel
Trate
de esconderme bajo las sabanas, me sentí tan estúpido ante esa reacción
tan infantil, pero sentir ese deseo en la voz de Sebastian hizo que mi
cuerpo se calentara por dentro y no iba a permitir que una vez más me
viera en ese estado. Así que gire mi cuerpo para luego cubrirme con las
sabanas, apoye uno de mis pies en la cama para darme impulso, pero al
apoyar el otro pie, el que estaba lastimado, una punzada extremadamente
fuerte en mi tobillo lastimado hizo que mi cuerpo completo se curvara,
grite muy fuerte, no sé como Sebastian no quedo sordo ante mi grito,
olvide todo la vergüenza, el deseo de mi cuerpo, el hecho de que
Sebastian estaba ahí, todo.
Me encontraba sumergido en el
agudo dolor, hasta que una Sebastian me dijo unas frases que el realidad
no escuche muy bien, lo único que sentí fue cuando el bajo hasta la
altura mis rodillas y tomo mi pie derecho con suma delicadeza y lo beso.
Mil emociones pasaron por mi en ese instante, creí que moriría de
vergüenza, su beso a pesar de las vendas quemo mi piel y yo sin pensarlo
solté un leve gemido que para mi fortuna Sebastian no escucho.
Fin del Pov de ciel
El
beso se fue tornando mas y mas intenso, solo se separaron para tomar un
poco de aire ya que al sentirse recargados nuevamente se unieron,
Sebastian se abrió paso en la cavidad bucal del ciel para luego
introducir su lengua recorriendo todos los escondites de esta. Ciel
tratando de no quedarse atrás en este intenso juego, comenzó a acariciar
la lengua del mayor con la suya. Estuvieron varios minutos así, hasta
que de un momento a otro Sebastian se separo del menor.
-¿Qué… pasa?- pregunto extrañado tratando de regularizar su respiración.
-Creo que deberíamos dejarlo hasta aquí bocchan, si seguimos no me podre detener y usted debe descansar. Además tiene visitas.
-¿Cómo yo no cite a nadie para hoy?
-¿creo que ella no necesita ninguna cita para venir?-una expresión bastante seria invadió el pálido rostro del mayordomo.
Ciel se acerco rápidamente a la ventana y vio como se acercaba el carruaje de lady Elizabeth, soltó un suspiro y dijo.
-Creo
que me será imposible descansar hoy.-se voltio hacia Sebastian y al ver
que la expresión de este no cambiaba se acerco a él- Sebastian cárgame
en tus brazos.
-Yes My Lord- obedeció sin entender el propósito del ojiazul.
-No
tienes por qué preocuparte, tu sabes que Lizzy es como una hermana para
mí y sea como sea yo… ya… te pertenezco- esto último lo dijo casi
susurrando, provocando al mayor.
Ciel tomo una de las mejillas de mayor y acerco sus labios a los de este uniéndolos en un tierno beso.
Elizabeth
había llegado justo a la hora del almuerzo que por cierto se había
retrasado bastante por el asunto de Sebastian y Ciel en su habitación.
Ambos jóvenes se encontraban comiendo mientras Sebastian y Paula se
encontraban parados cada uno detrás de su amo.
-Ciieeel, creo
que con esto tendremos que suspender nuestras lecciones para aprender a
jugar ajedrez- dijo la pequeña dibujando un puchero en su rostro.
-Bueno,
no es algo de lo que te tengas que preocupar, es solo una pequeña
lesión la que tengo, te prometo que cuando sane te enseñare.
-Sii!,
otra cosa he estado pensando y creo que ya deberíamos colocar la fecha
para nuestro matrimonio, no crees?-dijo la pequeña esbozando una gran
sonrisa.
Si las miradas mataran como dicen, Sebastian ya
habría pulverizado a la pobre de Elizabeth. Pero más que enojado se
sentía deprimido, el sabia que tarde o temprano Ciel tendría que casarse
con la pelirrubia.
-Pero Lizzy, no crees que aun somos demasiado jóvenes para casarnos?!-exclamo el conde ante la pregunta de la pelirrubia.
-Pero
Ciel si nosotros nos casáramos yo podría atenderte todos los días
cuando estuvieras enfermo como ahora.-se excuso la pequeña levantando
ansiosamente un poco la voz.
-Pero si es por eso, no hay que
preocuparse sabes que yo tengo a Sebastian a mi lado.- respondió el
ojiazul dedicándole una cómplice mirada a Sebastian.
-Bueno en eso tienes razón, te envidio yo quiero un mayordomo tan eficiente como Sebastian.
-Me alaga Lady Elizabeth, pero yo solo soy un mayordomo.
Pasaron
largos minutos en donde Ciel y Lizzy mantuvieron una superficial
conversación, relacionada con duques, príncipes, condes y condesas de
otras regiones. A Ciel realmente le aburrían ese tipo de conversaciones y
eso Sebastian lo sabía.
-Lamento interrumpir bocchan pero
creo que ya a estado suficiente tiempo fuera de la cama, recuerde que el
médico le ordeno reposo absoluto.- dijo el mayor, mostrando una
sonrisa. Sebastian sabía que Elizabeth no se interpondría ante una orden
dada por un doctor.
-Sebastian tiene razón he estado mucho
tiempo fuera de mi habitación y ya me estoy sintiendo un poco
adolorido.-apoyo el ojiazul.
-Entiendo…-respondió la pequeña reflejando un dije de tristeza.
-Pero
Lizzy de todas formas puedes quedarte si quieres, puedes jugar con
Finían o Maylene- sugirió Ciel mientras se ponía de pie para que
Sebastian lo cargara y lo llevara a su habitación.
-Sí creo
que eso hare- asintió la pequeña para luego ponerse de pie y tomar la
mano de Paula y dirigirse corriendo a la cocina a buscar a Finían o
Maylene.
Sebastian dejo a Ciel en su habitación, lo acomodo
para que pudiera dormir plácidamente y luego de besar la frente de su
amante se dispuso a salir de la habitación, pero se detuvo al sentir
como la pequeña mano de Ciel tomaba la manga de chaqueta negra, sonrió
deseoso al ver como los labios de Ciel pedían a gritos ser besados por
los suyos. Sin poder resistir a la tentación, Sebastian beso
apasionadamente los labios de Ciel. El beso fue deshecho por Sebastian
al sentir la presencia de alguien acercándose. No sabía ya si era real o
simple sugestión por lo ocurrido la vez pasada.
-Lo siento
bocchan, lamentablemente tengo mucho trabajo por hacer, además la
señorita Elizabeth se encuentra en la mansión, no debemos tentar al
demonio- se sintió algo estúpido al nombrarse a sí mismo, en un dicho
que usualmente usaban los humanos.
-Tienes razón, puedes retirarte.
-Con su permiso bocchan.-fue lo último que dijo ya que después salió de la habitación.
A
pesar de todo Ciel se encontraba bastante cansado por todo ni siquiera
había investigado del origen de la carta que le había llegado. No fue lo
mucho que pensó ya que cayó profundamente dormido.
Se escucho el
rechinido de la puerta abrirse y una delgada figura apareció detrás de
ella, tenía cabello medianamente largo castaño, ojos marones y de tez
blanca se acercaba al ojiazul, era Paula.
-Así que tú eres el
humano por el cual Sebastian se ha vuelto loco de amor, lo lamento por
ti pero eres la pieza fundamental para mi venganza, si Sebastian no
hubiera matado a mi Adrien nada de esto sucedería.
Mientras tanto Ciel comenzaba a despertar lentamente, Paula al percatarse de esto se transformo en su verdadera forma.
Su
cabello se alargo llegando más debajo de su trasero y cambio de color a
un tono negro azabache, sus ropas también cambiaron, vestía con un peto
azul con negro que dejaba ver el obligo de la chica. En la parte del
centro a la altura de los senos tenia hilos que se entrelazaban en
zigzag , más abajo usaba una falda muy corta a los lados pero en el
centro tenía una especie de tela muy larga que le llegaba mas abajo de
las rodillas también de color azul y para terminar usaba zapato de un
taco extremadamente alto y fino.
Ciel ya se encontraba
totalmente despierto y confundido ¿Quién era esa mujer? ¿y qué hacía en
su habitación? Mas fue su sorpresa cuando la mujer que aun no reconocía,
comenzó a sacar dos Sais de sus ropas.
-¿Quién eres?, contesta!!- exclamo el conde.
-Ahhh
conde, veo que no me reconoce, bueno yo soy Paula la tierna criada de
su prometida.-contesto mientras se acercaba Ciel afilando los Sais.-
pero conde que importa, si usted en breves minutos morirá.
CAPITULO 7 ~ VENGANZA ~
Flashback de Paula
-Quien eres?!-
pregunto Paula, al percatarse de la presencia del azabache- Quien
diablos eres?!!-volvió a preguntar con más fuerza en su voz, debido a
que anteriormente el sujeto había ignorado su pregunta.
-Ahhh,
que alma más deliciosa llevas contigo mi querida colega- respondió el
azabache, observando al muchacho de unos dieciséis años aproximadamente
el cual se encontraba al costado de Paula.
El muchacho era
bastante guapo, delgado, de tez extremadamente pálida casi igual a la
nieve, cabello rubio platinado, que se asemejaban a los rayos del sol.
Sus ojos eran de un color verde marino, tenía un atractivo lunar bajo su
ojo derecho y media aproximadamente lo mismo que Paula.
-Esta alma es mía mi querido colega, así que por favor desaparece- dijo la morena en tono amenazante.
-Lamento
declinar su sugerencia, pero lamentablemente he estado demasiado tiempo
sin probar un solo bocado, por lo cual usted se imaginara estoy
muriendo de hambre.-termino de decir el azabache para luego sacar
cuchillos y tenedores y lanzárselos a la demonio.
Mantuvieron
una dura pelea ambos demonios en el aire, mientras el muchacho que
observaba desde el suelo. Difícilmente veía los movimientos veloces y
las chispas que aparecían debidos al choque de las sais y los cuchillos.
Los
bruscos movimientos de los demonios botaban todo tipo de arboles a su
paso, uno de estos iba a caer encima del muchacho pero este
satisfactoriamente lo esquivo, pero Paula no se percato por lo cual
inmediatamente bajo su guardia para localizar a su amo, cuando sintió
una fría punzada en sus costillas al costado derecho, luego otra en el
costado izquierdo y para finalizar dos en ambos muslos, esto inmovilizo a
la demonio que pesadamente callo en el suelo de tierra del ahora
devastado bosque.
Inmovilizada por el dolor solo veía como el
demonio de cabello azabache y ojos carmesíes se acercaba a su amo y le
arrebataba su alma dejando a un lado el cuerpo ya inerte del muchacho.
-ADRIEN!!!- grito la morena con las pocas fuerzas que le quedaban. Mientras pequeñas gotas de agua saladas salían de sus ojos.
Luego
de alimentarse el azabache se acerco nuevamente al cuerpo inmóvil de la
morena y arranco cada uno de los cuchillos de su cuerpo.
-Ahh
por cierto, mi nombre es Sebastian… Sebastian Michaelis.-termino de
decir con un tono de sarcasmo en su voz, para luego desaparecer en el
frondoso bosque.
Fin de flashback de paula.
Ciel
no podía creer la confesión de esa mujer ¿Cómo?, ¿ella era Paula?,
¿Cómo era posible?, ¿su aspecto no tenia nada que ver con la anterior
Paula? Pero más importante aun ¿Por qué Paula querría matarlo?
-Así
que eres tú la que me envió esa carta- respondió fríamente el ojiazul,
disimulando toda confusión que hubiera podido tener anteriormente.
-Que
inteligente conde, digno descendiente de los Phantomhive. La verdad es
que si, más bien eso fue como un juego para mi, ver detenidamente la
cara de preocupación de su querido mayordomo fue algo realmente
reconfortante. Pero basta de charlas absurdas-dijo la demonio que con un
rápido movimiento ya se encontraba detrás de Ciel tirando fuertemente
el azulado cabello del muchacho con una mano y con la otra apuntando
firmemente el cuello del ojiazul con uno de sus sais, casi enterrándolo
en la delicada y tersa piel del conde- cuanto tiempo piensas quedarme
ahí escuchándonos mi querido… COLEGA.
Ciel al verse
acorralado unos minutos antes había llamado a Sebastian en leves
murmullos para que la demonio no se percatara de la presencia de su
mayordomo para cuando llegara.
Lamentablemente Paula era demasiado perceptiva, incluso aun más que Sebastian y eso les había jugado en contra.
Lentamente
se abrió la puerta de la habitación de Ciel emitiendo un terrorífico
crujido. Al quedar completamente abierta, la imagen vista por ambos
(Ciel y Paula) solo reflejaba el pasillo de la mansión vacio, no habían
rastros del mayordomo-demonio, ni de ninguna otra persona.
-Por lo visto quieres jugar Michaelis- dijo la demonio, esbozando una terrorífica y tétrica sonrisa.
-Te equivocas- respondió el azabache, que se encontraba detrás de Paula a pocos centímetros de ella.
-Lástima,
porque yo tengo unas enormes ganas de jugar.- enfatizo la demonio. Y
con un veloz movimiento empujo al conde con gran fuerza, que durante
todo ese tiempo había estado guardando silencio, haciendo que este se
golpeara en la frente con el borde de uno de sus muebles, provocando una
gran herida en su frente y dejándolo inconsciente.
-Bocchan!!!-
exclamo el azabache tratando de acercarse al menor, pero le fue
impedido por Paula quien comenzó a atacarlo sin piedad.
-Quien eres??!!... Responde!!- exclamo Sebastian, tratando de esquivar las estocadas que la demonio lanzaba.
-Valla,
valla, valla… que memoria tan frágil tienes Sebastian- respondió Paula
con un tono realmente escalofriante.- hace mas o menos un siglo mi amo y
yo éramos tan felices, nosotros al fin habíamos aceptado nuestro amor,
habíamos prometido estar siempre juntos- contaba la demonio mientras que
con una mano tocaba su hombro izquierdo, aquel en donde alguna vez
yacía la marca del contrato con su difunto amo- por lo cual decidimos ir
a dar un paseo por el bosque y apareciste tú. Maldito tú mataste a mi
Adrien!!! Por eso yo te hare pasar por el mismo sufrimiento que he
vivido hasta ahora.- exclamo Paula mientras sus ojos se tornaban rojo
sangre.
Llena de resentimiento sus movimientos se fueron
tornando más certeros, dejando con gran dificultad a Sebastian ya de
esquivarlos. La verdad es que Sebastian podría haberlos esquivado
fácilmente, pero en ese momento toda su atención estaba puesta en Ciel.
Ciel
poco a poco fue recobrando la conciencia. Cuando ya se encontraba
totalmente consciente se percato de la dura lucha en la que se
encontraba su Sebastian y Paula.
Veia como los rapidos
movimientos de paula comenzaban a asechar a Sebastian. Eran tan veloces
que lo obligaron a desprender aquel parche de su ojo derecho que dejaba a
la vista la marca del contrato con su mayordomo.
-SEBATIAN ELLA ES PAULA!!- exclamo ciel.
Pero
esta declaración no hizo nada mas que distraer al azabache, dándole la
oportunidad a la morena de encajar en el cuerpo de Sebastian uno de sus
sais.
-SEBASTIAN!!!-gritaba desesperadamente el ojiazul con lagrimas en sus ojos, sin saber que hacer.
El
sonido de uno de los sais clavándose en el cuerpo de Sebastian fue un
sonido reconfortante para la demonio, que en este minuto ya se
encontraba fuera de si, era como si algo la hubiera poseído. Mientras
seguia apuñalando el cuerpo del mayordomo sin dañar algún órgano vital,
para que este aun no muriera.
En total fueron cuatro
puñaladas que Paula le proporciono y cuando iba por la quinta estocada
un pequeño y menudo cuerpo se interpuso delante del mayordomo.
-BOCCHAAN!!- grito Sebastian.
El
delgado cuerpo de Ciel se interpuso entre Paula y Sebastian, impidiendo
que esta siguiera hiriendo al mayor. Propinándole una gran puñalada en
su hombro derecho, haciéndolo caer pesadamente en el piso de la
habitación, junto a Sebastian.
-bocchan, bocchan!!
Sebastian
se levanto lo más rápido que pudo, sin importarle lo lastimado que se
encontraba y se posiciono junto a Ciel, limitándose a solo acariciar el
rostro del ojiazul, sin saber por primera vez que hacer. Mientras este
se encontraba casi inconsciente por el dolor.
-doloroso, no
crees mi querido colega. Ver como lentamente muere la persona que amas-
se burlaba la demonio, mientras observaba la sangre del conde que había
quedado en su arma.
Al ser un demonio y también el hecho no
haber dañado ningún órgano vital, las heridas de Sebastian ya casi
habían sanado. Muy diferente era el caso de Ciel que era solo un humano.
Sebastian
delicadamente tomo en sus brazos a ciel y cuidadosamente lo acomodo en
su cama. Sus ojos se tornaron rojos al ver la cantidad de sangre que se
encontraba esparcida en el piso.
Una furia endemoniada se apodero de sus sentidos. Nada, nada justificaba el daño que le habia provocado la demonio a su amante.
A
paula solo le basto dar un solo pestañeo, para darse cuenta de que
Sebastian ya no estaba frente a sus ojos. Desesperada comenzó a buscarlo
con la mirada, pero nada. Un silencio ensordecedor se apodero de la
habitación.
Gritaba el nombre del demonio pero nada, al
voltearse en dirección a la Ciel que aun se encontraba medio
incosciente, una pluma negra como de cuervo se abrió paso frente a su
mirada.
Al voltearse, no tuvo tiempo de reaccionar ya que
Sebastian se encontraba detrás de ella presionando fuertemente su palido
cuello. La levanto del suelo presionando cada vez mas y mas fuerte.
Sebastian
sabia que los demonios podían estar varios minutos sin oxigeno, es mas
casi no lo necesitaban. Pero lo que no podía dejar de funcionar era la
circulación de la sangre. La presión que ejercía en el cuello de la
demonio era tan fuerte que impedía que la sangre circular para llegar a
su cerebro.
-Suel…ta…me mal…dito!! – balbuceaba Paula al verse completamente acorralada.
-Te arrepentirás, por el día en que pusiste un pie en esta mansión.
-Si…
no me… suel… tas Elizabeth… y todos… los… demás… mori… ran. Di ordenes…
de… que… si me demo… raba mas de… dos horas… los mata…ran a to…dos.-
explicaba con gran dificultad.
Pero a Sebastian poco le
importaban los motivos ni razones que la morena le daba. Estaba cegado
por la ira, iba a matarla sin importar que.
Pero Ciel que
aun se encontraba medio consciente la escucho, calculando mentalmente
quedaban solo 5 minutos para que las dos horas se cumplieran. No podía
permitir que por su culpa mataran a su prima y a sus sirvientes, jamás
se lo perdonaría.
-Sebastian, suéltala. Déjala ir.- murmuro el conde con gran dificultad.
-lo
siento mucho bocchan, pero esta basura debe morir. Intento matarlo y
eso jamás se lo perdonare.- respondió el azabache. Sus ojos brillaban
cada vez mas y el color rojo sangre era cada vez mas intenso.
-sebastian!! Dije que la sueltes… es una orden- exclamo lo mas fuerte que su cuerpo y su voz se lo permitieron.
-yes My Lord.
Sebastian
que se encontraba de espaldas a ciel, obedeció con mucha dificultad. De
verdad quería matarla, su cuerpo se lo pedia, pero su deseo se esfumo
al escuchar la orden de ciel.
Cerro fuertemente sus ojos
mostrando una expresión llena de insatisfacción, mientras aflojaba la
presión que ejercían sus dedos en el cuello de la morena. Era primera
vez que odiaba tanto a algún ser. El siempre se había comportado
indiferente a todo tipo de cosas o personas.
El cuerpo de la
morena cayó pesadamente en el piso de la habitación. Su rostro se
encontraba rojo debido a la presión ejercida por el mayordomo.
-ambos son unos malditos cobardes- decía la morena tratando de recuperar el aliento mientras se ponía de pie.
-vete antes de que te mate- dijo Sebastian con un tono escalofriante y frio.
-Está
bien, hemos jugado mucho por hoy. – Decía mientras se dirigía hacia el
ventanal y lo abría- aunque esto aun no termina- fue lo último que dijo
para después lanzarse por la ventana.
Luego de que Paula
abandonara la habitación, Sebastian rápidamente se acerco hacia donde
había dejado a Ciel, sentándose en la cama, al lado de Ciel. Su rostro
ya no reflejaba odio ni ira, sino más bien mostraba un rostro lleno de
preocupación.
Ciel se encontraba consciente, pero tenía los
ojos cerrados. A pesar de que la herida en su hombro, provocada por el
arma de la demonio, no era tan profunda, ni grave, ciel se encontraba
demasiado exhausto. Hay que agregarle el hecho de que corrió para
proteger a su mayordomo con un tobillo esguinsado.
-bocchan…
-quiero que lleves a Elizabeth a su casa. Quiero que lo hagas tu personalmente.- interrumpió el ojiazul.
-pero bocchan usted…
-hazlo,
es una orden. Yo estaré bien no te preocupes.- dijo mientras que con el
brazo no lastimado lo tomaba de la corbata y lo acercaba hacia él.
Sebastian comprendió inmediatamente lo que Ciel quería hacer y sin
esperar más se abalanzo a sus labios.
Sus labios se unieron
en un tierno y apasionado beso. Ambos abrían sus bocas buscando
desesperadamente las lenguas del contrario, como si uno de ellos fuera a
desaparecer. El beso a pesar de toda la pasión que entregaba, era muy
delicado ya que Sebastian no quería dañar más a Ciel.
Cuando
ya ambos se separaron Ciel le dio a entender con un gesto de que ya era
hora de que se marchara, a lo cual este obedeció sin reclamar.
CAPITULO 8 ~ DESEO parte 1 ~
Sebastian en verdad quería seguir acompañando a su
joven amo. Mientras caminaba por los extensos pasillos de la mansión,
mil y un pensamientos se apoderaron de él, cada uno de ellos dirigido a
cómo evitar la orden impuesta por Ciel.
Pero sabía que si
tan solo desobedecía dicha orden su contrato quedaría anulado y era a lo
que más le temía en el mundo. ¿Temer?. Se pregunto deteniéndose por un
vago segundo… si temía. Temía el día en que su amo se alejara de él y
sin que él pudiera evitarlo. Si ese día, en algún momento llegaría y
seria cuando el debiera tomar su alma. De tan solo pensar en ver el
pequeño y delicado cuerpo inerte de su Ciel en sus brazos y saber que el
seria el causante de su muerte, provocaba un descomunal estremecimiento
en el mayor; un extenuante dolor en su corazón.
Si. En
verdad se había enamorado de Ciel. Lo amaba con locura y pasión. Mataría
mil veces si fuera necesario para evitar que una sumisa lágrima cayera
por sus mejillas de porcelana. Pero… no era eso lo que al principio lo
atrajo a él, su sufrimiento, su dolor, su sed de venganza. Si. Pero
ahora era todo tan diferente. Amaba no solo su expresión de dolor, de
orgullo, de frialdad. Sino que también ahora su precaria alegría, esa
alegría que se había obligado a ocultar frente a los demás, pero que no
podía engañar a su mayordomo, que seguía cada uno de sus pasos.
Sumergido
en sus pensamientos, se dio cuenta de que ya se encontraba afuera de la
mansión, a unos cuantos metros de donde se encontraban jugando
alegremente Elizabeth, Maylene, Finny, Bard y a unos metros de ellos el
anciano Tanaka disfrutando de uno de sus regulares tés, admirando la
juventud de sus colegas.
Sutilmente se acerco a ellos, y se
dio cuenta de que no había inventado ninguna historia acerca de la
rapidez con la que llevaría a Elizabeth a su hogar y de la ausencia de
su mucama.
Hizo caso omiso a sus pensamientos diciéndose a sí
mismo que encontraría la manera de engañar a aquella niña. No le sería
difícil ya que creía fielmente en la inocencia de la pequeña.
Pero
todos sus pensamientos fueron pisoteados cuando una cabellera castaña
se acerco velozmente hacia la rubia, cargaba una pelota con la que se
imagino que estaban jugando, pero eso no fue lo que impresiono al mayor
sino que la perteneciente de esa cabellera era nada más ni nada menos
que Paula.
Risas de alegría resonaban en sus oídos y una furia inhumana se apodero de él.
Se
acerco rápidamente a donde todos estaba jugando, no podía imaginar lo
descarada que podía ser ese ser, la maldijo una y otra vez y se maldijo a
sí mismo por no haberla matado en el instante en que pudo.
-Sebastian!!-
gritaba la pequeña rubia-. Sebastian, como esta mi querido Ciel?-
pregunto Elizabeth, con una deslumbrante sonrisa. Pero el demonio no
respondió solo se limitaba a observaba fríamente a Paula.
-¿Señor
Sebastian, que le acurre… parece enfadado?- pregunto finían preocupado
al ver el rostro serio del mayordomo. Esto sí hizo salir a Sebastian de
sus pensamientos y volvió su mirada hacia el joven y amablemente
respondió.
-No acurre nada finían, no te preocupes.- dijo finalizando con una de sus habituales sonrisas.
-Señor Sebastian… en verdad no acurre nada??.- dijo Paula, demostrando una falsa preocupación que solo Sebastian pudo notar.
Quería
matarla, descuartizarla y por ultimo quemar sus pedazos. Pero debía
permanecer ahí sereno, evitando toda provocación impuesta por la morena.
En respuesta a la cínica pregunta de Paula solo se limito a asentir y luego se dirigió a Elizabeth.
-Lady
Elizabeth, siento interrumpir su alegre juego pero como usted ve se
está atardeciendo y el joven amo Ciel me pidió que la llevara
personalmente a su mansión y también que la disculpara por no poder
despedirse como corresponde.- dijo Sebastian finalizando con su hermosa
sonrisa, cerrando levemente los ojos.
-Qué extraño es primera vez que mi Ciel te envía a escoltarme.- expreso algo dudosa la pequeña.
-Bueno
pues usted verá él ha recibido muchas cartas de la reina acerca de
asesinatos y desapariciones de bellas doncellas, por lo que está un
tanto preocupado por su seguridad.-invento rápidamente Sebastian.
-Qué lindo es mi prometido, está preocupado por mi seguridad. Bueno Sebastian nos vamos-respondió alegremente la rubia.
Sebastian
tuvo que aguantar todo el viaje hacia la mansión Middleford, con la
cínica de Paula y la chillona y sonora voz de la pequeña Elizabeth. Se
sentía un poco más relajado ya que sabía que Paula no le haría nada a
Elizabeth ya que era su escudo para que Sebastian no la matara.
______________
Al
escuchar cómo se cerraba la puerta de su habitación cerciorándose
previamente a que Sebastian ya no se encontraba ahí. La precaria y
sumisa sonrisa desapareció por completo del rostro de Ciel.
Había estado fingiendo todo el tiempo en el que Sebastian se encontraba a su lado.
La
verdad el dolor en su hombro era insoportable y la lesión en su tobillo
debía haber empeorado el triple de lo que era al principio. Se
encontraba hundido en el dolor.
Trato de sentarse impulsando
su cuerpo hacia adelante solo con una mano, mientras llevaba la otra
hacia su regazo. Trato de ponerse de pie pero le fue imposible. Apenas
toco el suelo su pie lastimado una punzada de dolor se apodero de él.
Se
sentía el ser más inútil del universo, si antes estaba molesto por no
poder levantarse por una semana con la leve lesión en su tobillo ahora
no podría salir de su habitación por lo menos un mes.
Se
odiaba por tener un cuerpo tan frágil, siempre había sido así, toda su
vida. A menudo lo examinaba madame red por lo enfermizo que era, además
de su asma. Pero desde que ella había muerto no quería ver a doctores en
su mansión, por eso era su insistencia de demostrarles a todos que en
verdad se sentía bien.
Ciel volvió a acostarse y la anestesia
natural que todo ser humano tiene (no recuerdo el nombre xD pero existe
cuando una persona sufre cualquier tipo de herida, actúa. solo dura
unos diez minutos… estudio enfermería por eso lo sé, pero no recuerdo el
fucking nombre xD) lo tranquilizo ya no sentía dolor y sumergido en su
recuerdos se quedo completamente dormido.
______________________
Ya
era de noche cuando Sebastian llego a la mansión corrió hasta la
habitación de Ciel, los sirvientes estaban en sus habitaciones, así que
les fue imposible saber de la llegada del mayor.
Se detuvo
antes de entrar a la habitación y delicadamente giro la manilla de
enorme puerta que daba a los aposentos del conde. Asomo su cabeza un
poco y vio que su amo yacía inconsciente. Por un segundo se desespero y
su corazón casi exploto, pero casi al instante se dio cuenta que su amo
solo dormía y este volvió a latir con regularidad.
Cerró la
puerta a sus espaldas y se acerco lentamente y en silencio a la gran
cama donde dormía Ciel. Se sentó delicadamente a su lado para que este
no se diera cuenta de su presencia y observo la gran herida que Paula le
había causado. Nuevamente la maldijo cientos de veces.
Pov de Sebastian
Al
ver a bocchan en ese estado me sentí miserable. Como era posible que yo
Sebastian Michaelis el mejor mayordomo-demonio existente, hubiera
podido fallarle tanto a su amo. ¿No se supone que yo debía salvarlo?.
Cuando
sentí el sai atravesar la piel y luego la carne de Ciel, se me nublo la
razón. Tan solo el simple pensamiento de perderlo me dolía, era algo
inexplicable para mí, ya que es primera vez que siento algo como esto.
Pero gracias a mi creador o más bien mi padre, soy uno de los tres
demonios del más alto linaje, gracias a eso poseo grandes poderes y uno
de ellos es la curación. Solo en estas ocasiones me gustaba ser el hijo
de lucifer.
Y ahí estaba el, recostado en la enorme cama con
su camisón y las sabanas manchadas con sangre. No llevaba puesto los
zapatos por lo que pude apreciar una gran hinchazón en su tobillo y un
tono amoratado en su fina piel.
Le abrí el camisón despacio
para que no se despertara y pude apreciar con mas detalle la herida
corto punzante que marcaba su suave y delicada piel.
Era
profunda, tal vez muy dolorosa pero al menos no era vital. No había
pasado a llevar ninguna arteria gracias a Di…. No espera iba a decir
Dios, malditos dichos humanos lo había escuchado tantas veces que sin
pensarlo casi pronunciaba esa oración.
Acerque mis labios a
la herida y le di el primer beso. Fue corto pero inmediatamente comenzó a
surgir efecto. Pero aun no era suficiente quería que sanara en ese
mismo momento. Suavemente comencé a besar la parte inferior de su
clavícula y escuche un débil gemido de mi amo que recién comenzaba a
despertar.
Fin del pov de Sebastian
Un
hormigueo mas que placentero fue lo que despertó a Ciel, que
deliberadamente soltó un pequeño gemido. Sus mejillas estaban levemente
sonrojadas y no precisamente por fiebre.
Al darse cuenta de
la cercania de Sebastian su sonrojo fue aun más notable, se alejo como
pudo en dirección a la cabecera de la cama. Sus movimientos fueron
extremadamente rapidos y bruscos por lo cayo en cuenta… su hombro ya no
le dolía.
Pocisiono su vista en el y no había nada, ninguna
marca que pudiera evidenciar que alguna vez hubo una herida en ese
lugar. Sin creer aun miro el otro para cerciorarse de no haberse
equivocado de lugar y su mirada quedo completamente atónita.
-no se asuste bocchan- dijo Sebastian mientras lentamente se acercaba a Ciel con una sonrisa en sus labios.
-pe… pero como… si yo… estaba herido, Paula me ataco!- exclamo atónito Ciel.
-si
estaba herido bocchan y yo lo sane.- respondió calmadamente el mayor-
vera gracias a mi linaje yo poseo muchos poderes entre estos está el de
curación.
-entonces tu me curaste- murmuraba Ciel cabizbajo
con un tono rojizo que le llegaba hasta la orejas- pero como lo hiciste?
Digo… en tan poco tiempo.
-gracias a mis besos- respondió el mayor con un dije de lujuria en su voz- pero bocchan permítame, aun no termino.
Tomo
el pie del menor con suma delicadeza, quito las vendas que impedían el
contacto con su piel con una de sus manos y lentamente comenzó a acercar
sus labios. Sus ojos no se despegaban de los ojos de Ciel que lo
miraban con inocencia y a la vez lujuria. Una combinación letal, pensó
Sebastian. Y beso el tobillo lastimado de Ciel.
Los besos
fueron tomando mas pasión, la hinchazón ya había bajado, tampoco estaba
amoratado. Había vuelto a su estado normal. Con su tono blanquecino y
tan terso como una fina orquídea.
Cuando Sebastian se detuvo
se encontró con su amo jadeando, con la respiración entrecortada y el
pulso a mil por hora, además de estar más rojo que un tomate. Sus ojos
se encontraban entrecerrados y con finas lagrimas que aun no culminaban.
Soportaba la mayoría de su peso con ambas manos a los costados de su
cuerpo. Su camisón abierto dejaba ver su pálido torso que subía y bajaba
de manera irregular.
Sebastian vio un notorio bulto en la
ropa interior de su amo. Y se pregunto cuando había sido la última vez
que estuvo con su amo. La verdad es que eso ya no le importaba, su
cuerpo necesitaba el pequeño cuerpo de Ciel y veía que el ojiazul
también lo necesitaba a él.
Fue sacado de sus pensamientos ya que Ciel comenzó a pronunciar palabras realmente llenadoras y excitantes para él.
-se… Sebastian- dirige su vista hacia el lado y jadeante dice- bésame, quiero sentirte.
-que
lujurioso se ha convertido bocchan- respondió el mayor mostrado una
sonrisa llena de deseo- pero déjeme decirle que aunque me lo dijera o no
lo iba a hacer de todos modos. Ya no soporto mas estar sin usted.
Rápidamente
se aproximo a Ciel y ambos se unieron un descomunal beso, sus lenguas
se juntaron haciendo estremecer a Ciel, y pequeños pero sonoros gemidos
emitia con cada roce Ciel. Ambos exploraban la cavidad bucal del
contrario en un combate que ninguno podía perder pero ambos podían
ganar.
Se despegaron un momento para que Ciel tomara aire.
Mientras tanto Sebastian sacaba con sus dientes uno de sus guantes y
luego el otro, se saco su corbata y desabrocho los tres primeros botones
de su camisa.
Luego impulso el cuerpo de Ciel para que este
quedara sentado en su regazo con la mirada hacia la de él. Lo cual el
menor aprovecho para entrelazar sus piernas alrededor de las caderas de
Sebastian.
Ciel entrelazo sus brazos alrededor del cuello de Sebastian y nuevamente se unieron en un fogoso beso.
Ciel
sin despegarse del beso, comenzó a desabrochar la camisa de Sebastian,
sacándola y dejando el estructural y muy bien esculpido torso del
mayordomo.
Se separaron nuevamente dejando un hilo de saliva
entre ambas bocas. Sus agitadas respiraciones se hacían notar, por el
vapor que emanaba de sus bocas.
La verdad es que esta era
una de las noches más heladas de lo que llevaba el año, pero ni siquiera
eso podo apagar el fuego en el interior de ambos amantes.
Se sentían más fuertes que nunca, su excitación ahogaba la habitación.
Sebastian
rápidamente comenzó a besar el cuello de Ciel dejando pequeñas marcas
de saliva. Entrelazo sus brazos alrededor de la espalda de ciel, para
que este pudiera echarse para atrás y así el poder quedar a la altura de
su pecho.
Comenzó a besar el torso casi desnudo de Ciel y
este emitía sonoros gemidos que excitaban aun más al mayor. Luego con su
lengua empezó a dibujar diminutos círculos encima de los pezones de
Ciel para después succionarlos fuertemente. Lo que provoco que los
gemidos del ojiazul fueran cada vez más fuertes y se estremeciera sin
control.
Sebastian de un solo impulso se levantó de la cama
con Ciel aun en sus brazos y rápidamente lo apoyo sobre la pared más
cerca que hayo para que sus miembros ya erectos se juntaran.
Ciel a sentir el ya endurecido miembro de Sebastian comenzó a frotarlo con el suyo moviendo sus caderas.
-ahh… bocchan, pare por… favor o no podre aguantar… mas- jadeaba Sebastian al sentir el placer que le daba el miembro de ciel.
Pero ciel hizo caso omiso y siguió frotándolo cada vez mas fuerte, haciendo enloquecer al mayordomo.
Sebastian
ya no podía aguantar mas y llevo nuevamente a su amo a la cama. Le
quito de una vez el camisón que traia el menor, para después desabrochar
su cinturón. Pero ciel al parecer estaba mas excitado de lo que el
creía, ya que rápidamente se acerco a Sebastian y comenzó a desabrochar
su pantalón y se lo bajo junto con su ropa interior. Lo que provoco que
una lujuriosa sonrisa apareciera en los labios de Sebastian.
<<valla, parece que ha pasado mucho tiempo desde que no lo toco, bocchan>>
Ciel
lentamente tomo el miembro de Sebastian y comenzó a acariciarlo
suavemente de arriba hacia abajo. Lo que provoco en el mayor un ronco
gemido. Al escucharlo el ojiazul fue tornando su masajes mas y mas duros
mientras que con su lengua lamia la punta de este y luego la base. No
pasaron muchos minutos cuando por fin metió el gran miembro en se
pequeña boca lamiéndolo y presionándolo para escuchar los gemidos que
provoca en su mayordomo.
-ah… bocchan que… bien lo hace.
Pero…- interrumpió al menor en su acción y lo recostó en la cama.-no me
parece que justo que solo haga usted esto.- termino el mayor mientras
bajaba la ropa interior de ciel y comenzaba a masturbar al menor.
-AHH!! Sebas…tian.- gemia el ojiazul mientras cerraba sus ojos con fuerza.
-le gusta bocchan.
-S… si me… gusta muu… cho.
-
excelente respuesta bocchan, se ve que no miente ya que esta tan
húmedo- respondió Sebastian para luego meter el miembro de su amo en su
boca, provocando lascivos gemidos y espasmos en el menor. Por lo cual
ciel ni siquiera tuvo tiempo para refutar.
Sebastian lamia de manera magistral. Movimientos de arriba hacia abajo que hacían enloquecer al menor.
Luego
comenzó a lamer la entrada de ciel humedeciéndola poco a poco para
introducir uno de sus dedos, que hicieron soltar al menor un gemido aun
mas fuerte de placer. Luego introdujo un segundo y mas tarde un tercero.
-n… no… quiero que lo hagas con el tuyo.- detuvo ciel al mayor.
Sebastian
ni se inmuto en responder, ya que de una sola estocada introdujo su
miembro en la entrada de ciel. Si la excitación de Ciel no hubiera sido
tan descomunal de seguro sus palabras lo habrían avergonzado de manera
desmesurada.
Las estocadas al principio comenzaron suaves,
placenteras. Ambos recostados en la enorme cama, conectados por sus
cuerpos y uniéndose en un solo cuerpo, casi se podría predecir que hasta
sus latidos se unieron en uno solo. Un latido acelerado, que ambos
escuchaban y retumba en sus oídos.
Al cabo de unos minutos Ciel se acerco lentamente al oído de Sebastian y susurro…
-mas…
mas fuerte, t… te quiero… mas dent… tro de mi.- aunque no hubo
respuesta hablada del mayor, las estocadas incrementaron su velocidad y
fortaleza. Convirtiendolas en el pecado mismo del placer.
-bocchan… me encanta.- exclamo Sebastian.
-ahhh… ahhh… sebas…Sebastian m… me corro!!
Con
una ultima estocada con la que hubo mas fuerza y pofundidad, ambos
dejaron liberar esa esencia blanquecina, que indicaba que ambos habían
llegado al orgasmo.
Sebastian libero su esencia dentro de
ciel, llenándolo por completo y ciel derramo su semen encima de
Sebastian. Manchando su cuerpo y el suyo mismo.
Sin salir del
interior de ciel aun, Sebastian tomo el cuerpo de ciel en sus brazos y
se levanto de la cama, para nuevamente apoyarlo en la pared.
Ciel
sorprendido iba a hablar pero fue interrumpido por las nuevas estocadas
que comenzó a dar el mayor, ahogando sus palabras y haciéndolo estallar
en gritos de placer.
Sebastian por el contrario sentía que
ya no podía mas todos esos gestos, señas, palabras y hasta gemidos lo
tenían enloquecido. Tenia la sensación de que jamás pararía, deseaba
tanto a ciel, que en ocasiones se extrañaba de el mismo. Como era
posible que deseara tanto a un ser humano. Ni si quiera las veces que
había estado con hermosas demonios lo habían llenado de esta forma.
Se
sentía casi ahogado por deseo, lo quería por completo, todo y solo para
el. Jamás dejaría que alguien viera esas expresiones tan lascivas de su
amo. Esas expresiones eran solo para el y en su vida las compartiría
con alguien.
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Elizabeth
camino por su enorme habitación en dirección a la gran cama con dosel
rosa que se encontraba en el centro de la habitación pegada a la
muralla, prepandose para ir a dormir, cuando sono la puerta.
-adelante.
-disculpe señorita Elizabeth.
-paula,
pasa, pasa por favor. Te estaba esperando, como de costumbre vienes a
cepillarme el cabello cierto?.-pregunto la joven mostrando una dulce
sonrisa.
-señorita Elizabeth vengo a eso y conversar con usted además.-respondio paula mostrando una cara de falsa preocupación.
-de
que quieres hablar?- pregunto la menor al tiempo que se volteaba,
desatando sus habituales moños, dejando ver una larga y brillante
cabellera rubia tan reluciente como el sol.
-bueno señorita, yo se que es un atrevimiento de mi parte hablar de esto, porque solo soy una criada…
-no
digas mas, paula tu no eres una criada solamente, eres mi amiga además.
Puedes hablarme con toda la sinceridad del mundo.- interrumpió la
rubia, mientras se acercaba a la demonio y la tomaba de las manos.
-bueno
señorita, se trata de su prometido, el joven ciel.- hablo paula,
mientras volteba a la rubia para comenzara cepillar su cabello.
-que acurre con ciel- pregunto Elizabeth.
-bueno
creo que usted debería presionarlo un poco para que coloquen la fecha
de su boda. Usted ya esta en edad para casarse y si no se apresura se lo
arrebataran.
-que dices??!!
-como lo oye
señorita, el joven ciel es bastante guapo, además es muy rico. No deben
faltar los empresarios que quieran casar a sus hijas con el. Se que es
difícil de aceptarlo, pero pienselo por un momento, el joven ciel es lo
que toda mujer desearía.
-creo que tienes razón- exclamo la niña mientras pequeñas lagrimas se asomaban por sus ojos.
-por eso mismo señorita creo que ya deberían poner la fecha de su boda.
-si
lo hare, mañana mismo ire a casa mi querido ciel para fijar la fecha de
nuestro casamiento. Gracias eres la mejor amiga que he tenido.- exclamo
la rubia para luego abrazar a paula.
<<Que haras ahora mi querido Sebastian? Nadie podrá evitar que tu querido ciel se case con Elizabeth>> pensó paula.
CAPITULO 8 ~ DESEO parte 2 ~
Ya habían pasado las horas, pero ambos amantes
seguían haciéndolo una y otra vez. No se sentían cansados y en lo pocos
momentos que se sintieron saciados duraron un par de segundos cuando
nuevamente lo estaban haciendo de nuevo.
Ya habían
perdido la cuenta de cuantas veces lo habían hecho. Ciel por su parte
conto hasta la número diez y eso ya había sido hace horas. Lo habían
hecho por toda la habitación, en la cama, apoyados en una de las
paredes, encima de una cómoda, etc.
Los gemidos ahogados
de ambos se escuchaban por toda la habitación y Ciel nuevamente
agradecía la arquitectura de las paredes de su mansión, de lo contrario
sus gritos se escucharían por toda ella.
Nuevamente
llegaron al orgasmo, gimiendo por milésima vez. Jadeantes se dejaron
caer en la cama uno encima del otro (Sebastian arriba por supuesto
o///o) se abrazaron como si no hubiera un final. Ciel se aferraba
fuertemente al sudoroso cuerpo de Sebastian y este por su parte lo
acurrucaba contra su pecho mientras salía de su interior.
-esto
ha sido realmente bueno bocchan-dijo el mayor mientras trataba de
recuperar su ritmo respiratorio-jamás pensé que usted tuviera tanta
resistencia.
-baka, que me crees una niña debilucha-susurro Ciel con la mirada directa en el torso de Sebastian.
-déjeme
decirle bocchan, que ahora sé que usted no tiene nada de “niña
debilucha”,- respondió Sebastian al mismo tiempo que con una de sus
manos acariciaba la frente de Ciel apartando el sudor-ya que usted es un
niño y en este caso usted es un niño debilucho- termino de decir
mostrando una sonrisa divertida debido al comentario.
-Así!!!
Ya verás que puede hacer este niño debilucho-dijo, mientras se separaba
del abrazo de Sebastian y se posicionaba encima de él.
-pero
que es lo que va a ha… ahh!! - no pudo dar por terminada su frase ya
que un ronco gemido salió explosivamente de su boca al sentir como el
trasero de su amo se frotaba con su miembro.
Para poder hacer que Sebastian se retractara de sus palabras Ciel no hayo nada mejor que comenzar a provocar a su mayordomo.
Posicionándose
encima de Sebastian, Ciel rompió un extremo de una de sus sabanas y con
esta amarro ambas muñecas del mayordomo junto al barandal de la cama
dejándolo inmovilizado.
Luego sin dejar de frotar el
miembro de Sebastian que nuevamente ya estaba erecto con su trasero,
comenzó a masturbarse a si mismo dejando que Sebastian viera toda
aquella escena.
-bo…cchan no sea… cruel, desáteme…-sus
palabras otra vez fueron interrumpidas pero esta vez con un lujurioso y
pasional beso que Ciel le proporciono. Ciel en esta ocasión dio por
terminado el beso antes que
Sebastian, abandonándolo y sentándose nuevamente en las caderas de este dejándolo con ganas de más.
Suavemente
comenzó a besar cada rincón del cuerpo de Sebastian comenzando por
detrás de su oreja, paseando unos segundos por su lóbulo jugueteando,
lamiendo y mordisqueándolo, sintiendo como el mayor suspiraba y jadeaba
una vez tras otra. Más tarde beso y succiono su cuello dejando notorias
marcas de chupetones, pensando que tal vez quedarían talladas en la
pálida piel del demonio pero estas en breves minutos desaparecían
dejando ver una perfecta piel sin ninguna marca o indicio de haber sido
profanada.
Esto molesto un poco a Ciel puesto a
que el debía esconder sus marcas para que los empleados o las demás
persona no las vieran. No contento con esto, quería ver que más le podía
mostrar su amante, quería ver más expresiones de deseo, quería verlo
retorcerse de placer y dejarlo saciado, de esta manera Ciel pensaba que
su persona quedaría grabada como una quemadura en la piel del demonio.
Luego
de unos minutos y después de lamer sus pectorales y su cuello, el
ojiazul de un momento a otro comenzó a lamer los pezones de Sebastian.
-bocchan,
puede lamer lo cuanto quiera en ese lugar pero yo no soy tan sensible
como usted en esa zona.- dijo Sebastian mientras comenzaba a regular su
temperatura y respiración.
-Así??!!... y… a esto-respondió el ojiazul para luego succionar fuerte y duramente los pezones de Sebastian.
-AHH!!!... bocchaan, por favor… no mas… desáteme se lo imploro- exclamo el agitado demonio.
Pov de Sebastian
Que
es lo que me acurre?, fácilmente podría desatarme yo mismo, pero… por
qué no lo hago? Acaso quiero seguir siendo torturado por esas manos, por
ese cuerpo, por esa boca?. Sea cual sea la respuesta, no quiero que
pare esta tortura de placer, de verdad no querría que parara nunca. Pero
lo deseo tanto dentro de mí, deseo tanto tomar con dureza ese precioso
cuerpo. Jamás creí poder ver a mi Ciel en esta faceta y es lo que más me
excita. Diablos creo que soy un masoquista!
Fin del pov de Sebastian.
-vamos
Sebastian, no eras tu el que me insinuó que era un niño debilucho-
desafío el conde, mientras bajaba lamiendo y pesando todo el abdomen de
Sebastian, deteniéndose en su entrepiernas besando la cara interior de
su muslo izquierdo y luego el derecho rozando levemente el ya erecto
miembro con su barbilla, provocando que Sebastian soltara un leve gemido
acompañado de varios suspiros.
Estuvo unos cuantos
minutos repitiendo la misma acción, hasta que se decidió por tomar ese
gran miembro masajeándolo suavemente de arriba hacia abajo haciendo
estremecer al mayor.
-ahh… sii, asi bocchan… ahh.
-te gusta Sebastian.
-si… bocchan… pero… AHH!!
El
grito de placer de Sebastian se hizo notar mas puesto a que Ciel en ese
minuto se introdujo completamente el sexo de su amante a su boca.
Rápidamente
subía y bajaba la cabeza acompañado de su mano que también se
encontraba puesta en aquel sexo. Estuvo unos minutos así lamiendo,
besándolo, masajeando el miembro de su mayordomo, hasta que este comenzó
a hincharse y en unos segundo Ciel tenía toda la cara manchada con esa
esencia blanquecina que tanto había esperado.
Iba a
reprocharle al azabache mientras se limpiaba el rostro con su antebrazo
pero le fue imposible ya que este de un brusco movimiento se desato del
amarre que lo tenía prisionero y lo tomo de la cintura posicionándolo
encima de él y con un rápido movimiento se introdujo dentro de Ciel.
Cada
una de las estocadas que daba Sebastian era como un júbilo para ambos,
haber probado el fruto prohibido era uno de los privilegios que
Sebastian cada día agradecía. Con cada estocada el interior de Ciel
aprisionaba mas al azabache lo que hacía enloquecer al mayor y también a
Ciel, que con cada embestida que Sebastian le daba tocaba ese punto que lo hacía retorcerse de placer.
Ambos gemían como locos, se sentían a morir con todas las explosiones de sensaciones que sentían.
-ahh…ahh…ahhh…
Sebas…tian no voy…a poder…aguantar más!!- gemía Ciel mientras era
embestido con fuerza por Sebastian y al mismo tiempo el también se auto
penetraba.
-espere un… poco mas bocchan… vengámonos juntos.- respondió el mayor al sentir como se aproximaba a llegar al orgasmo.
-ahhh… Sebastian… no… puedo más… AHHH!!!
-AHHH!!!... BOCCHAN!!
Ambos llegaron al orgasmo liberando sus esencias, Sebastian dentro de Ciel y este en su propio abdomen y el de su mayordomo.
Ambos
cayeron pesadamente en la cama uno encima del otro exhaustos. Sebastian
salió del interior de Ciel y lo coloco a su costado, miro el reloj y
eran las cuatro con veinticinco minutos de la madrugada, comenzó a
recordar que habían comenzado a hacerlo como alrededor de las diez de la
noche por lo que quedo realmente sorprendido. Habían estado haciéndolo
por alrededor de seis horas, no estaba sorprendido por su resistencia
sino por la de su amo.
-y que me dices… crees que soy un…
niño debilucho ahora- susurro el conde que en este momento al examinar
las consecuencias que traerían su acciones su rostro comenzó a
enrojecerse de pura vergüenza.
-debo decir bocchan que jamás creí que fuera un niño debilucho.-se sincero el mayor.
-QUE??!! Pero si tú mismo me lo dijiste-exclamo el conde aun mas avergonzado y fulminando con la mirada a Sebastian.
-discúlpeme
bocchan pero yo no hice nada más que repetir lo que usted dijo, pero
cambiándole el género ya que usted no es una niña.-se excuso el azabache
mostrando una de sus encantadoras sonrisas.
-Sebastian
me engañ…- sus palabras fueron ahogas puesto a que Sebastian le dio un
tierno beso en sus labios evitando que Ciel arruinara el hermoso momento
que habían compartido ambos.
-vamos bocchan, no se
enfade. Ahora si me permite le preparare un baño para que pueda
hachearse.-termino de decir mientras se ponía de pie y se colocaba la
ropa interior.
-Sebastian…-toma la mano de este y con un notorio sonrojo dice…- prepara un baño para ambos.
Este
solo asintió mostrando una hermosa sonrisa y se levanto en dirección al
baño. Una vez listo ambos yacían recostados en la tina, Ciel encima de
Sebastian dejaba que este le frotara los brazos, espalda y torso.
-hay algo que se me olvido decirte-hablo el conde sin voltearse a ver a Sebastian.
-que sería eso bocchan??-pregunto este, sin dejar de lavar el cuerpo de Ciel.
-te
amo… te amo mucho- susurro Ciel mientras se recostaba en los pectorales
de Sebastian y posicionaba su cabeza en el hombro derecho de este.
Sebastian
sorprendido ante tan tierno gesto se quedo mudo por un segundo, pero
rápidamente respondió- yo también lo amo y mucho.- termino de hablar
para luego darle un tierno beso en la boca a Ciel.
Sebastian
cambio las sabanas y rehízo la cama en un santiamén, luego saco a su
amo que aun se encontraba en la tina y lo tomo en sus brazos.
Después de vestirlo lo coloco en la cama listo para que durmiera y cuando ya estaba dispuesto a marcharse Ciel lo llamo.
-Sebastian, no es necesario que te lo diga todas las noches o sí??
Sebastian mostrando una de sus particulares sonrisas asintió- claro que no bocchan, pero creí que usted quería descansar.
-Sebastian,
quiero que hoy y todas la noches duermas junto a mí, en mi cama y
conmigo. Tienes que estar conmigo siempre y tienes prohibido
dejarme,-dejo el conde mientras se levantaba y se aproximaba al
azabache- es una orden.
-yes my lord.- respondió mientras
lo levantaba en sus brazos cual fuera una princesa y le daba un beso
lleno de pasión para sellar su pacto.
Ambos se quedaron dormidos abrazados uno contra el otro, olvidando todos los problemas y amenazas que los asechaban
CAPITULO 9 ~ENGAÑO~
Al día siguiente como era de esperarse la pequeña
rubia de la familia Middleford, se encontraba a primera hora acompañada
esta vez por su padre, la cabeza de la familia Middleford y tío también
de Ciel, además de Paula su respectiva mucama, en su carruaje frente a
las enormes puertas de unos tres metros altura de la mansión
Phantomhive.
Elizabeth se había levantado muy temprano para
exponerle su opinión acerca de su gran preocupación por su matrimonio
arreglado con su primo y el riesgo que corrían con todo lo que
conllevaba esta situación de aplazar la fecha de este.
Por
supuesto no era nada educado que una señorita de su altura y categoría
hablara y se refiriera acerca de temas tan atrevidos con un arreglo de
matrimonio, además de esta manera demostraba una cierta desesperación
por cazar a un hombre, sin importar que se tratara de su primo el
protagonista de esta conversación. Pero lejos de toda burocracia y
normas de educación, ella tenía razón en todo o al menos eso creyó su
padre, el cual accedió inmediatamente a su propuesta.
Y ahí se
encontraban los tres. Padre, hija y sirvienta a un par de metros de la
mansión, esperando al mayordomo que en este caso fue Tanaka quien salió a
recibirlos. Les abrió la puerta del carruaje en la cual llevaba una
insignia característica de la familia Middleford. Primero bajo el Sr.
Middleford, luego con su cortes ayuda bajo lady Elizabeth y por último
la demonio.
La chiquilla lucia mas arreglada que nunca, era
obvio al fin pondrían fecha a su lazo nupcial con su querido Ciel quería
estar más bella que nunca ya que su prioridad como futura esposa era
hacer feliz a su marido.
La verdad de las cosas es que la pequeña
no sentía amor o atracción a su primo o al menos no el carnal si no
solamente una cariño de amigos y familiares. Y estaba segura que jamás
llegaría a sentir amor hacia su Ciel. Eso no quería decir que no lo
quisiese, lo quería y muchísimo, pero jamás lo vería mas allá que un
simple amigo uno en el cual depositaria toda su confianza a ciegas. Pero
esto iba más allá, su matrimonio había sido arreglado incluso antes de
que ellos nacieran por sus padres y los padres de Ciel. Y ella abría
jurado que la voluntad de los padres de Ciel antes de su fatídico fin
abría sido que ambos se cansaran y procrearan, para mantener el linaje
perfecto que los caracterizaba.
No fue mucha la espera, en
realidad solo tomo treinta segundos para que el mayordomo de negros
cabellos y mirada carmesíe se presentara en la puerta de la mansión
dando la bienvenida a sus no tan esperados visitantes.
Más fue su extrañeza cuando pudo divisar al hombre mayor que acompañaba a la pequeña rubia y a la demonio de su discordia.
Lo
reconocía. Como no, si había estado en cientos de reuniones triviales a
las cuales el había invitado a su amo y su persona lo acompañaba todas
ellas.
-Muy buenos días señor Middleford, es una gran sorpresa
tenerlo por aquí y alegrarnos con su visita- expuso el azabache mientras
hacia una pequeña reverencia.
-Buenos días Sebastian. Sí, es una
sorpresa ya que no había anunciado mi visita, lo lamento. Pero como
puede ver tengo un importante motivo para mi atrevimiento- respondió el
hombre de mayor edad.
-Oh… por supuesto, pase mi amo enseguida lo atenderá.
-Buenos
días Sebastian- saludo alegremente la pequeña de ojos esmeralda, que
acababa de unirse a la conversación junto a Paula ya que anteriormente
se había quedado atrás hablando con Tanaka.
-Buenos días señorita
Elizabeth, buenos días señorita Paula- esto último lo dijo de una
manera algo amenazante, más no tanto para que las demás personas lo
notaran.
-buenos días Sebastian- respondió la demonio mostrando una falsa timidez.
-si
me lo permite, esta mañana se ve más deslumbrante que nunca señorita
Elizabeth- se volvió a dirigir a la rubia, mostrando una de sus mejores
sonrisas actuadas.
-Muchas gracias Sebastian, era de esperarse de
un excelente mayordomo como tu.- agradeció la pequeña mostrando un leve
sonrojo encantada con el cumplido.
Los cuatros ingresaron a la
mansión dirigiéndose hasta el salón. Tanaka por su parte se quedo afuera
observando a Finny como arreglaba el jardín y volviendo a su habitual
forma chibi bebiendo una taza de té caliente.
-Esperen aquí por favor, enseguida le anunciare a mi bocchan de su visita – anuncio Sebastian –. Con permiso.
Eran
las ocho y media de la mañana y Ciel perezosamente comenzó a abrir sus
ojos y a estirar sus brazos hacia los costados de la cama para poder
encontrarse con el cálido cuerpo de su acompañarse. Al descubrir que la
persona que buscaba no se encontraba, lanzo un profundo suspiro. De
seguro ya se abría levantado como de costumbre para comenzar con sus
labores, sea como sea Sebastian era su mayordomo y estaba obligado a
realizar las labores que un mayordomo común y corriente debía hacer.
Rápidamente
vagos recuerdos comenzaron a aparecer en la mente de Ciel, de su
agotadora noche anterior, provocando un visible sonrojo en sus mejillas.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el coordinado toque de la puerta de su habitación.
- Pase – por primera vez en el día hablo Ciel, una voz ronca y apenas audible salió de su boca.
Al parecer los fuertes gemidos y jadeos de la noche anterior le habían pasado la cuenta.
-
Bocchan – entro Sebastian, dirigiéndose a la ventana para abrir las
cortinas de terciopelo color azul cobalto -, es hora de levantarse…
tiene visitas.
- ¿Cómo… - se detuvo por un instante al notar nuevamente su voz ronca – tks!... quienes han venidos?
-
La señorita Elizabeth y su padre, el señor Middleford – respondió a
medida que se acercaba a paso veloz al gran armario de roble, para sacar
la vestimenta de Ciel.
- Mi ti… digo el señor Middleford?!... –
exclamo Ciel con gran confusión. Pero rápidamente volvió a su habitual
personalidad – que molestia. Que será lo que quiere?
- tal vez
vino a proponerle personalmente a que asista a uno de sus habituales
bailes – respondió Sebastian mientras vestía a Ciel – pero bueno – paso
suavemente sus manos por los muslos del menor – como se siente?
- A que te refieres? – fingió ignorancia el ojiazul.
-
Desea que le explique más detalladamente bocchan – respondió con una
picara sonrisa en sus labios –. No tengo ningún problema en hacerlo si
es lo que usted desea.
- No seas pervertido! – exclamo Ciel, colocándose de pie para finalmente caer al suelo.
-
Mmm… por lo que mis ojos ven ha quedado imposibilitado de caminar –
hablo Sebastian mientras se acercaba al conde y se colocaba en
cunclillas para quedar a su altura – y por lo que mis oídos escuchan a
quedado completamente disfónico. Me pregunto por qué será? – pregunto
sarcásticamente, a medida que levantaba a Ciel.
- Y te atreves a preguntar!!!... tú fuiste el que me dejo así. Eres lo peor!! – refunfuño el conde.
-
Lo siento bocchan pero anoche usted y yo no quisimos parar hasta que
nuestros cuerpos no pudieron mas, me sorprendió la gran resistencia que
su menudo cuerpo tiene. – respondió el azabache.
Sebastian termino de arreglar la vestimenta de Ciel y este rápidamente le ordeno a que fuera a anunciar su ida.
Bajo
las escaleras con suma rapidez y elegancia que podía demostrar un
mayordomo demonio de su altura; dio grandes zancadas hasta llegar
nuevamente al hermoso e imponente salón, donde se encontraba Mayleen
sirviendo un poco de té a los invitados.
Fue más su sorpresa al
ver como la pelirroja se comportaba como toda una mucama de la alta
alcurnia, sin cometer error alguno, hasta que advirtió su presencia. La
chiquilla de puro nerviosismo intento volver a la cocina pero resbalo
torpemente con la alfombre, esperando la llegada de una gran caída, que
había que decirlo iba a ser sumamente dolorosa.
Mas nunca llego,
ni tampoco se escucho la caída de la bandeja de plata que ella misma
lanzo por los aires. Abrió temerosamente sus ojos nuevamente y se
encontró con el rostro del mayordomo de sus más anhelados sueños junto a
ella tomándola por la cintura a escasos centímetros, por no decir que
prácticamente estaba pegado a su cuerpo. Tanto asi que podía identificar
su abdomen fuertemente trabajado y tonificado.
Whoou!! Que tonificado estaba ese hombre, por Dios!!
Volvió
en sí y apresurada ordeno a sus pies a que estuvieran firmes para
colocarse de pie por sí misma y se deshizo abochornada del abrazo del
mayordomo.
Sebastian seriamente le entrego la bandeja la cual fue atrapada en el aire por su persona y le ordeno retirarse.
- Gra… gracias Sebastian sama! – exclamo, más bien grito la abochornada mucama.
-
No hay problema – contesto el ojirojo, mostrando una inquebrantable
seriedad, mas no de una manera altiva sino todo lo contrario – ahora, ve
a tus labores – ordeno nuevamente.
La pelirroja se puso a toda marcha, luego de dar una pequeña reverencia, se encamino hacia la cocina.
-
Quien podría predecir esto, Sebastian san? – Pregunto el señor
Middleford – usted además de una gran eficiencia como mayordomo también
es un excelente galán con las damiselas en peligro – bromeo divertido el
hombre de canosa cabellera y avanzada edad.
- No entiendo a lo que se refiere mi señor – respondió Sebastian obligándose a mostrar una sonrisa – yo solo hago mi trabajo.
-
Pero debes admitir Sebastian que ese fue un movimiento impresionante –
exclamo Elizabeth, excitada al ver toda aquella actuación – fue una
actuación taaan romántica!, digna de una narración de una novela amor –
prosiguió la menor mientras ubicaba ambas manos entrelazadas frente a su
mentón y cerraba sus ojos.
- Me temo que ha estado leyendo
muchas historias románticas Lady Elizabeth – se defendió el acusado sin
dejar de mostrar su encantadora pero actuada sonrisa.
En ese momento
llego Ciel a la habitación y se dio por terminada y olvidada aquella
escena o al menos eso creía Sebastian. Que se había olvidado
completamente de la presencia de Paula, que minuciosamente observaba
todo desde lejos.
- Buenos días señor Middleford, es un agrado
tenerlo en mis dominios – saludo formalmente el conde ofreciéndole su
mano para que el duque se la estrechara, lo cual este hizo
instintivamente.
- Buenos días Ciel, lamento venir sin dar previo aviso de mi visita – se disculpo el duque.
-
Claro, no hay problema –. Respondió Ciel aceptando la disculpa recién
expuesta – Debe ser un tema muy importante para que se haya tomado el
atrevimiento.
- Bueno Ciel iré directamente al grano. Sé que odias los rodeos.
- Me parece estupendo, pero acompáñeme, pasemos mejor a mi estudio, ya que parece ser un tema importante.
Todos
se dirigieron al estudio y Sebastian le confió a Mayleen la tarea de
llevarles nuevamente te y un postre de tartaleta de manzana que el mismo
había horneado esa mañana.
- Esta bien… pero Ciel preferiría que
esta conversación fuera en privado – menciono el duque refiriéndose a
Sebastian que se encontraba como de costumbre a un lado de la silla en
la que se encontraba sentado Ciel.
- Si lo dice por Sebastian, no
se preocupe él puede escuchar todo ya que es de mi extrema confianza –
respondió Ciel para luego darle una cómplice mirada al ojirojo.
- Bueno… está bien –. Suspiro – He venido para que acordemos la fecha de tu matrimonio con mi querida hija Elizabeth.
Ciel
se quedo sin habla, su rostro se empalideció… esperaba cualquier cosa
menos esa. Sabía que estaba comprometido pero nunca pensó en casarse
menos con su prima.
Su compromiso no había sido más que una decisión
arbitraria que habían decidido sus padres incluso antes de que el mismo
naciera siquiera.
El mundo comenzó a darle vueltas pero se impuso
a permanecer ahí consiente, imperturbable. Quiso ver la expresión de
Sebastian, pero no se atrevía. Ver esos inmensos ojos rojos arder por
esto sería demasiado, si lo veía si o si se quebraría y no podía
permitir eso. Simplemente no podía.
- Ciel, te encuentras bien? – pregunto Lizzy preocupada al ver que Ciel se había quedado callado.
-
Si… si, no te preocupes, es solo que esto me tomo por sorpresa –
respondió el chico de ojos cobalto, mientras se refregaba los ojos con
los dedos de ambas manos.
- Bueno que dices Ciel? – volvió a preguntar el hombre.
-
Etto... creo que es algo apresurado pensar en algo así. Aparte nadie
nos apresura a casarnos. – respondió Ciel mostrando el máximo de
convencimiento en sus palabras.
- Ciel yo se que nadie nos apura –
volvió a decir el mayor, que buscaba las palabras adecuadas para poder
contraatacar en el tema – pero tampoco podemos seguir aplazando su
compromiso – suspiro –. Es hora ya de fortalecer nuestros lazos tanto
como familiar y comercialmente. Tú sabes Ciel, la crisis que existe en
Inglaterra e incluso en toda Europa. Si nos asociamos podríamos soportar
esta crisis que nos amenaza a todos incluso a ti.
- Entiendo… – suspiro – pero…
-
Ciel por favor. Como tu tío te estimo muchísimo y creo que ya es hora
de que te conviertas en un hombre… como Vincent hubiera deseado.
Estas
palabras calaron en lo más profundo de Ciel, a pesar de que no lo
demostrara en su expresión. Miro a Sebastian y su rostro se empalideció
más de lo que ya estaba.
Sebastian por su parte lo miraba con una
expresión seria. Pero por primera vez sus ojos mostraban una aflicción
que el conde jamás había visto. Sus ojos no expresaban lo que el había
imaginado, sino que todo lo contrario expresaban tristeza y angustia.
Todo
esto ocurría mientras Paula que se encontraba parada muy cerca de la
puerta. Un gozo le llenaba al ver como la expresión de Sebastian por fin
denotaba miedo y dolor. Pero toda aquella visita le había traído un mar
de ideas con las que haría separar a la pareja.
- Ciel… Ciel!! – subió la voz el hombre de canosa cabellera.
- Sí… lo siento es que no me he sentido muy bien estos días por lo cual no he podido concentrarme ni pensar claramente.
-
Oh, no yo soy el que se debe disculpar. He venido aquí sin invitación
alguna y he irrumpido sin saber de tu estado de salud, además – se puso
de pie – bueno Ciel creo que por hoy nos retiraremos, tú debes
descansar además por lo que veo tienes mucho trabajo por hacer
– dijo dirigiéndose a la pila de documentos que se encontraban regados por su escritorio.
Ciel
al ver como las tres personas se retiraban de la habitación en compañía
de Tanaka que recién había ingresado al estudio, lanzo un profundo
suspiro de alivio.
- Ah, Ciel en dos semanas más mi familia y yo
realizaremos un baile de mascaras en honor a Hallowen, quiero que me des
tu respuesta ese día. Ah y por cierto desearía que asistieran todos, se
que Elizabeth se lleva muy bien con Mayleen, Finían, Bard y Tanaka por
lo cual estará contentísima si todos asisten – dijo el hombre para luego
despedirse y marcharse.
Luego de verificar que el carruaje Middleford se haya puesto en marcha, Ciel exploto.
- Demonios!! – exclamo, mientras apoyaba su codo derecho en el antebrazo de su sillón y así mismo su rostro en su puño.
- Bocchan, que hará? – pregunto seriamente Sebastian.
-
Como que qué hare? No está claro? Por supuesto que no me casare con esa
chiquilla chillona, además es mi prima – respondió Ciel algo alterado.
-
Pero su compromiso, a menos de que la señorita Elizabeth desista de
casarse, no se romperá – contesto Sebastian, viendo como se alejaba más y
mas en carruaje Middleford.
- Si, eso creo – respondió Ciel bajando poco a poco su voz.
Era
un mar de confusiones, un mar de obligaciones que se había obligado a
colocar sobre sus hombros y cada día se sentía más y más agotado.
-
Bocchan – dijo el mayordomo a medida que se acercaba a tocar el rostro
de Ciel – jamás… escúcheme bien, jamás dejare que algo o alguien lo
aleje de mi. Usted es mío y de nadie más.
- Como que soy tuy… - el cálido calor y el dulce sabor de los labios de Sebastian impidieron seguir hablando a Ciel.
Era
lo que necesitaba en toda esa confusión. Necesitaba sentir y saborear
los labios del hombre que amaba, necesitaba sentir el toque de sus
manos, necesitaba sentir el calor de su cuerpo junto al del mismo.
Necesitaba todo de Sebastian.
Y tenía razón todo él era de
Sebastian, hasta el mas mínimo cabello de su cabeza le pertenecía a
Sebastian. Y esto no lo alejaría del hombre que amaba con todo su ser.
Pasaron
las semanas y ya era el día del baile. Ciel aun no sabía que responder,
pero lo más seguro era de que inventaría una fecha lo más alejada
posible y después vería lo que haría.
Todos debían disfrazarse ya que como era un baile de mascaras y hallowen también significaba disfraz.
Todos
estaban entusiasmados por disfrazarse en especial Mayleen y Finny que
corrían por toda la casa buscando los últimos toques para que sus
disfraces quedaran perfectos.
Finny iba disfrazados de pirata,
Bard se disfrazo de faraón egipcio, Tanaka se disfrazo de soldadito de
plomo y Mayleen se disfrazo de ángel negro con un vestido extremadamente
ajustado el cual mostraba todas las curvas de la muchacha.
- Wooow Mayleen te ves maravillosa – elogio Finny al verla de pies a cabeza.
Todos quedaron boquiabiertos al ver la deslumbrante figura de la mucama que además se
había sacado sus habituales gafas ya que no iban con el disfraz.
- La verdad es que no me gusta mucho – comenzó a decir la pelirroja – creo que me voy a cambiar.
- Nooo!!! – gritaron todos al mismo tiempo.
- Te ves muy bien Mayleen – dijo Bard.
Todos
se quedaron en silencio al ver como bajaban Ciel y más atrás Sebastian
ambos disfrazados de vampiros. Se veían tan sexys que para Mayleen le
fue imposible reprimir su hemorragia nasal.
- Ya es hora de irnos, Sebastian – hablo Ciel para luego salir de la mansión y subir todos al carruaje.
Todos llevaban sus mascaras y cuando llegaron se las pusieron.
Mientras
tanto Paula esperaba tranquilamente la llegada de sus desdichados
enemigos, por fin los separaría pensaba y se encargaría de aniquilar a
Sebastian luego de haberle quitado todo lo que quería.
Al ver su llegada su plan comenzó.
-
Ciel!! Al fin llegaste, te estaba esperando – exclamo con gran alegría
Lizzy, mientras lo tironeaba de un brazo alejándolo de los demás.
- Lizzy!!...
- Ciel, vamos a bailar, quieres? – pregunto esperanzada la rubia.
A
su vez Sebastian como no llevaba la pinta de mayordomo también muchas
mujeres le ofrecieron bailar con ellas, y el caballerosamente se les
negó a todas. Hasta que vio a Ciel bailando con Lizzy, mientras ella con
mucha ternura le sonreía.
Al ver esto Sebastian se puso más que
celoso e invito a Mayleen a bailar con él. Cuando Mayleen sintió la mano
de su acompañante en su cintura y la otra tomaba su mano su cara se
puso totalmente roja, sus piernas comenzaron a flaquear y comenzó a
realizar sonidos extraños de incomodidad.
Por su parte Sebastian se encontraba tan absorto mirando celosamente a Ciel que no se dio cuenta cuanto la muchacha lo llamaba.
- Se… Sebastian sama… Sebastian sama! – levanto la voz la muchacha.
- Si… que ocurre Mayleen? – se volteo a ver a la mujer.
- Lo siento, pero no me encuentro muy bien. – expuso la pelirroja, la cual se sentía algo mareada – Podemos parar?
- Si, por supuesto – asintió el mayordomo – vamos te acompaño a la cocina para que tomes
un poco de agua.
- N… no es necesario! – Se alarmo la chiquilla – puedo ir sola.
- Bueno, no te demores. No quiero que sean una carga para bocchan.
- Por supuesto.
En ese momento Mayleen se dirigió hasta la cocina para beber un poco de agua y tranquilizarse.
Paula en ese momento había estado observando todo, por lo cual se dirigió a la cocina también.
- Mayleen, que te ocurre. Vi como te dirigías apresuradamente a la cocina, no te sientes bien? – pregunto falsamente la morena.
- No solo vine por un poco de agua, no es nada grave solo me sentí un poco mareada – respondió la pelirroja.
- Mmm ya veo.
En ese momento algo pareció noquear a Mayleen haciéndole perder la conciencia.
<<Diablos esta chiquilla se ha demorado demasiado, que molestia. Ni modo voy a buscarla>> pensó Sebastian.
A
medida que se acercaba más y mas a la cocina su visión comenzó a
ponerse difusa, notaba un olor ligeramente dulce, sentía como que las
paredes comenzaban a moverse. Hasta que llego el momento que su visión
se torno negra.
- Ciel, que ocurre? – pregunto la rubia, al ver que Ciel miraba a sus alrededores enérgicamente.
- No veo a Sebastian – respondió sin mirar a la chiquilla.
-
Yo lo vi hace unos veinte minutos, si mal no recuerdo se dirigía a la
una de las habitaciones del segundo piso con Mayleen – dijo Paula que se
acerco a ellos sin que se dieran cuenta – creo que ella se sentía algo
mareada.
Ciel la miro con recelo, pero se limito a ponerse de pie
e ir a buscarlo como la morena le había dicho. Solo y sin la compañía
de Elizabeth subió por las enormes escaleras de la mansión y se dirigió a
una de las habitaciones en donde se veía luz por los extremos de la
puerta.
Lentamente abrió la puerta y lo que encontró le destrozo
el alma. Sebastian se encontraba desnudo abrazado a Mayleen la cual
también estaba desnuda.
Su corazón se rompió en mil pedazos y sus
ojos se llenaron de lágrimas y cayó de rodillas al suelo. Esto hizo
despertar a Sebastian el cual vio la escena confuso y después advirtió
la presencia de Ciel.
- Bocchan… esto no es lo que usted cree!! – exclamo apurado a medida de que se ponía de pie.
- Tienes el descaro de decirme eso!! – hablaba en llantos Ciel – te odio!!
Ciel
se puso de pie y salió corriendo lejos de la habitación dejando a
Sebastian con la palabra en la boca y sin darle tiempo para explicarle
lo ocurrido, pero en realidad ni el mismo sabía que es lo que había
ocurrido.
Ciel corrió hasta sin parar hasta que llego nuevamente al salón donde choco con el señor Middleford.
- Ciel, que alegría tenerte en nuestra celebración! – exclamo el duque.
- Señor Middleford, necesito hablar con usted.
<<Donde se encontrara mi bocchan, debo explicarle esto, que nada paso, que fue una trampa>> pensó Sebastian.
A medida que se acercaba al salón fue capaz de divisar a Ciel que se encontraba junto al padre de Elizabeth.
-
Atención, atención por favor quiero proponer un brindis, por mi querida
hija Elizabeth y mi futuro yerno Ciel Phantomhive que acaban de de
arreglar su fecha de matrimonio la cual será en una semana más – hablo
el hombre, anunciando a todos el futuro matrimonio.
CONTINUARA....
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