miércoles, 28 de noviembre de 2012

El Principio del Fin


Primero que nada esta historia es única y exclusivamente mía, los personajes me pertenecen al igual que la historia, es una historia original tomada de diversos mitos, esta narrada en primera persona por la protagonista
Sinopsis


Conoces esas historias en las que se hablan de vampiros, lobos, hadas, sirenas y otro montón de seres míticos, esos que ves en las películas, eso a los que muchos temen por las leyendas, esos con los que asustan a las niñas y fascinan a los niños.
Aquellas que crea un mundo de fantasía, un mundo con poderes mágicos, donde eres lo que quieres y haces lo que deseas, aquellas donde no se siente dolor, ni se prueba la muerte, aquella que te permite estar con lo que amas eternamente.
Pues no es tan distinta a mi historia o al menos a mi entorno, aquello que me rodea, aquello que observo, toco, oigo, huelo, se podría decir que vivo en un mundo.
Donde nada es lo que parece

Primer cap: Ironía

Todo estaba oscuro, era la noche más oscura que nunca antes había visto, podía sentir la presión en mis brazos de dos fuertes vampiros, además del olor de un metamorfo que sujetaba mis pies en forma de serpiente.

-Seth, VETE- grite muy asustada, pero el miedo no era por el sino por mí, veía como lo sujetaban también a él intentando que no se acercara a mí.

-Amaya, NOOO-

Fue lo último que le escuche decir.

Habían pasado ya 100 años desde aquel incidente en el que comprendí que debía estar sola, pero aun despertaba con las mismas pesadillas, que irónico el ser más poderoso de todo el universo y con miedo a los malos sueños, en fin iré directo al grano no diré el porqué ni nada por el estilo diría que no tengo tiempo pero en realidad es lo que me sobra. Para aquel que lee mi historia, no espere un final feliz, ya que poseo el tipo de vida que a nadie le gustaría tener.

Tengo dos siglos con vida, y son exactamente la misma cantidad de siglos que llevo deseando estar muerta, naci en una isla llamada Saicar , mi madre era Antonella Powder una joven de 17 años, viuda de Felipe Patrick de 27 años de edad, con el asesinato de este el mismo día se su boda, mi madre fue dejada en la calle, comenzó a vivir a las afuera de la ciudad en un pequeño pueblo llamado Stringfell, vivió en la calle por aproximadamente 5 meses hasta que un día la señora Laura Summer la encontró, había escuchado esta historia una y otra vez, Laura me decía: tu madre parecía todo menos una chica, estaba harapienta y su piel pálida parecía morena, me gusta recordar esta historia fue una de las dos únicas veces que pude haber sido feliz.

A la edad de 25 años mi madre daba a luz a su primera hija, para ella fue repentino por diversas razones, primera: nunca había estado con un hombre, segunda: no presento los síntomas, no creció su vientre, no padeció nauseas y ningún otro malestar común, tercera: era simplemente humana como para tener una hija como yo. Me dio por nombre Amaya…Amaya Powder, no fue hasta que cumplí los 7 años que supe lo que significaba mi nombre Amaya un nombre de origen Vasco que significaba: principio del Fin.

-Amaya, Amaya- Grito Ephran el hijo mayor de Laura, solíamos ir a jugar juntos, con el resto de su hermanos, Lauren, Clear, Just y Noa.

-Niños, Vengan-Pude escuchar la voz de mi madre mientras nos llamaba, de repente todo se puso oscuro cuando volví a abrir los ojos lo único que pude ver fue como todos habían muertos y como había mucha sangre.

-NO…- grite mientras despertaba, ya les dije lo irónico de mi historia, siendo poderosa ante cualquier cosa le temo a lo más humano de todo, las pesadillas.

Mi madre tenía razón al haberme llamo “principio del fin”, pues todo aquel que se me acercaba terminaba muerto.

-Seth…-susurre casi en un sollozo.

La única persona que me entendía, al que en verdad yo había amado, y al que había matado con mis propias manos.

Me incorpore y observe el lugar donde me encontraba, cada día terminaba en un lugar distinto, pero lo que en verdad me preocupaba es que no podía controlarlo, tan solo meses atrás había obtenido un nuevo poder si es que así podía llamarse, había estado investigando al respecto hasta que descubrí algo referente a los metamorfos, solo había conseguido a una sola persona con esa condición, pero lo único que me dijo es que hacia el norte habían mas, que de seguro podrían ayudarme más que el.

Recuerdo la vez que descubrí que no era una chica normal, desde ese día empezó mi martirio, y desde ese día me di cuenta que era inmortal y poseía una serie de poderes especiales, ese fue el día en que mate a mi madre.

Tenía tan solo dos días de haber cumplido los 17 años, fue entonces cuando comencé a sentir gran ansiedad, cada vez que ella se acercaba sentía sed, mi garganta reclamaba pero no quería agua, quería sangre, no cualquier sangre, su sangre, estábamos cosechando algunos frutos cuando se corto con un vidrio que se encontraba en la tierra.

Su olor llego a mí y luego mate a mi madre sin razón alguna aparente, de una manera muy brutal a pesar de que las imágenes son borrosas lo que recuerdo es haber tomado su cuello y luego mordeduras, muchas mordeduras, mientras, sentía como se saciaba mi sed. Cuando desperté de aquel trance me encontré bañada en sangre, con mi madre en brazos, ese fue el día en que me di cuenta de que algo en mi era diferente,Cuando llego la Señora Laura pude ver el terror en sus ojos, luego de eso recuerdo haber estado encerrada en un cuarto del cual no podía salir con mucha hambre, lograba oler un exquisito aroma, a pesar de que nunca antes lo había olido, era muy tentador y podía sentir como se me hacia agua la boca. Exactamente ocho horas después de haber matado a mi madre, mate a Laura junto a sus cinco hijos uno por uno si poder detenerme. Con sed de sangre y hambre de carne pero no cualquier carne, carne humana.

Al principio no reconocía el porqué lo hacía no fue hasta que el pueblo entero se acerco a matarme que pude entender el porqué de mi comportamiento. Como si hubiera sido desde siempre me transformé en algo que ni yo misma conocía, a simple vista mi cuerpo había cambiado ahora era más esbelto y mucho más alto mi cabello llegaba a mi cintura y tenía un color negro como el ébano mi piel era blanca, sumamente blanca, y en mi boca había algo que sobre salía y fue cuando reconocí que eran colmillos, inmediatamente sentí nuevamente esa sed de sangre que sentí con mi madre, lo único que recuerdo después de ello fue que ya no era la misma había destruido todo un pueblo y luego de ello toda una isla.

Ya conocen parte de mi historia pero ahora le contare otra cosa.

Antonella Powder mi madre Nació al igual que yo en Saicar era la primera niña nacida en la cuarta generación de solo hombres. Era hija de Carther y Anabella Powder una de las familias con más poder en esa época, se enamoro de Felipe Patrick hijo de Thomas y Stella Patrick, su padre era Monarca de Saicar y por derecho el hombre con mas riquezas en la isla. A pesar de pertenecer al mismo nivel económico, Carther no permitía que mi madre viera siquiera a Felipe, siempre le decía que ella era insignificante para él. Felipe se encontraba igual de enamorado de mi madre, así que cuando llegaba la noche se encontraban a escondidas, cuando mi madre cumplió los 17 años se escapo y se fue a vivir con Felipe y su familia, Carther se entero, al momento de irla a buscar esta se rehusó a volver, Felipe junto a sus padres no permitieron que Carther se la llevara por lo cual se desato una gran pelea a muerte entre ambas familias, a pesar de que su padre había amenazado con matarlos a todos, mi madre no se separo de su único amor, al cabo de 7 meses ambos se casaron en la boda que sería la más grande del año pero también la más catastrófica, tal como había prometido Carther, justo al momento de decir el “Acepto” Felipe recibió una puñalada que acabo con su vida y después de ello Thomas encarcelo a los padres y familiares cercanos de mi madre y luego la hecho en la calle, fue allí cuando conoció a Laura y bueno ya conocen el resto.

Luego de haber descubierto de que no era una chica normal, es decir luego de aquella mortandad que acabo con la vida de mi madre y todo los que conocía, las horas fueron pasando y fui descubriendo mas de mi nuevo yo, aquello en lo que me había convertido era simplemente un vampiro en este caso vampira, pude percibir mis sentidos desarrollados y a medida que pasaban los días me di cuenta de que eso no era lo único que había cambiado pude ver el color de mis ojos los cuales eran grises claros al principio me daba miedo lo que veía en mi reflejo simplemente no me sentía yo, anquen tenía una perfección inigualable, descubrí nuevas cosas, un día mientras despertaba me di cuenta de que mi piel ya no era blanca, y que mas bien era un color natural pálido, pensé que ya todo había pasado hasta que me di cuenta que me sobresalían lo que al parecer eran pequeñas alas de libélula, tuve otros cambias después de ello un día desperté siendo lo que en los libros leí que era un elfo, hubieron cambios luego y entre ellos me convertí en una mítica hada, en una hermosa sirena, en una poderosa… digamos “madre naturaleza”, tuve más cambios significativos y a medida que cambiaba podía experimentar vamos a decirlo mis nuevos poderes, descubrí que tenía el poder de controlar todo a mi alrededor desde los cuatro elementos hasta a los animales, incluso era capaz de controlar el crecimiento de los arboles.

Al principio recuerdo haber llorado mucho por casi aproximadamente cuatro o seis horas luego me di cuenta que ya no podía hacer mas así que me dedique a investigar más sobre lo que era, poco a poco fui descubriendo en que me había convertido, lo que aun no entendía, era como podía transformarme en tantas cosas diferentes, lo que más me atormentaba es que no lograba encontrar nada en la biblioteca de la isla. Tras falta de información decidí ir a otra isla, una isla vecina que se encontraba al sur de Saicar, llamada Astoga

-Buenos días… señorita- pude escuchar la voz que me recibía en la biblioteca, era un joven de aproximadamente 17 o 19 años con una Piel clara, ojos azules, cabello castaño, nada fuera de lo común.

-Necesito todos los libros de leyendas que tenga- ordene.

-Buenos días, señorita- me repitió este.

- Buenos días, puede ayudarme si o no- respondí perdiendo la paciencia.

- Si puedo, pero no quiero- respondió este al mismo tiempo que se daba la vuelta.

- ¿Qué acaba de decir?- hable más alto de lo que suponía mientras sentía como la electricidad comenzaba a correr por mi cuerpo de seguro pocos minutos más y terminaría matando a ese idiota.

-lo siento señorita, es usted muy hermosa no se lo tome a mal, pero no trato a personas de mal humor- dijo este al mismo tiempo que me dedicaba una sonrisa.

-Debería- respondí al mismo tiempo que sentía como mi sangre iba cambiando y como se acercaba el momento de matar a ese imbécil.

-Ya sé lo que necesita- dijo este al mismo tiempo que se acercaba y me abrazaba

- ¿Cómo lo hizo?- pregunte ya más relajada.

-¿Qué cosa, abrazarla?

- No… ¿Cómo hizo para….- me di cuenta de que le estaba dando más información de la que requería así que simplemente calle.

-Un placer, soy Seth Patrick- comento mientras sonreía-no suelen venir mujeres como usted para acá, ¿qué fue lo que me dijo que necesitaba?

-Libros… Libros de historias y leyendas míticas, todos los que tenga… por favor- afirme.

-Está bien sígame- espeto mientras se dirigía a un gran estante-eso debe explicar su ropa- dijo entre dientes, tal vez pensando en que no lo escucharía.

- ¿Que tiene mi ropa?- le interrogue.

-¿Qué?- pude ver el asombro en sus ojos

-¿Por qué miraba tanto mi ropa- respondí-tan mal se me ve-dije levantando una ceja con expresión irónica.
Este me observo de arriba abajo y con un carraspeo de garganta respondió.

-No… no es e..eso…s…señorita- tartamudeo. Este algo Sonrojado.

- ¿Entonces qué es?- era divertido ver como este, se colocaba nervioso mientras más me acercaba a él.

-Es solo que no es acorde a la época- respondió agarrando aire- según lo que eh leído y visto es más acorde a casi ya un siglo- comento algo nervioso

-Tal vez venga yo de esa época- comente con una sonrisa sarcástica.

- Ah no ser que tenga usted un siglo de vida lo dudo mucho señorita- respondió este muy alegre.

Me pase la tarde leyendo los libros que Seth me había entregado, una vez que hube terminado ambos fuimos hasta un parque cercano y hablamos hasta el anochecer, para mí era muy curioso el porqué aun no lo había matado o al menos porque no había presentado síntomas de querer hacerle daño.

-La acompaño a su casa-Comento sonriendo.

-No es necesario-dije respondiendo a su comentario.

-Estoy ofreciéndole mi hospitalidad y usted la rechaza- respondió sonriendo-Bueno supongo que ahora soy un chico rechazado.- espeto mientras me dedicaba una gran sonrisa.

-¿Hay algún otro libro que me puedas recomendar?- pregunte con la esperanza de que me hiciera volver al día siguiente.

-Mejor aun…¿te gustaría salir conmigo?-

-¿Qué te hace pensar que quiero hacerlo?-

-Auch… eh vuelto a ser rechazado, dos veces en un día- respondió mientras hacia una mueca.

-En ningún momento he dicho que no, sería un placer-Confesé

-¿en serio?-pregunto algo ansioso-Genial a donde te gustaría ir-

-A la biblioteca hay muchos libros, que tengo que leer-

-jajaja… o te gusta leer o simplemente no quieres salir conmigo-

- ¿A dónde te gustaría ir?-pregunte con curiosidad.

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